Para la EBAU solo debéis estudiar las características generales del ensayo y el ensayo desde 1975 hasta hoy en día.
Características
generales del ensayo
El término ensayo procede de Montaigne, que lo utilizó en sus
conocidos Essais (1580). Ortega Gasset lo definió como “disertación
científica sin prueba explicita”. Contiene desde reflexiones sobre temas
diversos hasta comentarios de experiencias personales, opiniones críticas… Por
esto el ensayo puede tratar temas de literatura, filosofía, arte , ciencias
experimentales, política.
El ensayo es un género en prosa y de carácter divulgativo.
Abierto a cualquier tema y tratamiento. Conviene al uso periodístico,
científico y humanístico. A veces el
ensayo especializado se aleja algo de la
prosa de divulgación, pero la ausencia de prueba y la subjetividad lo
diferencian del texto científico.
El ensayo subjetivo se acerca al texto argumentativo y solo
se diferencia de él en la intencionalidad del emisor. El texto argumentativo
pretende convencer mediante argumentos, hipótesis o incluso falacias. El
ensayista sabe que no cuenta con elementos de prueba, pretende mostrar un conocimiento
intuitivo. Desde el principio sabe que no puede convencer aplicando el método
científico, por esa razón elige el ensayo y no la prosa científica.
Características del
ensayo
El ensayo presenta una extensión
indefinida. Puede condensarse en un artículo periodístico (editorial,
artículo de fondo) o extenderse a un libro más o menos voluminoso. En sus
orígenes era breve, se solían publicar recopilados, incluso con temas diversos.
En la actualidad el ensayo puede ser más largo.
El ensayo muestra una visión
personal del autor. La apreciación subjetiva, basada en impresiones e
intuiciones, desplaza la objetividad de la exposición. La libertad expresiva
del género invita a la subjetividad.
EL ensayo se elige para presentar nuevas formas de ver las
cosas. No busca las conclusiones del estudio científico. Busca la originalidad, abrir nuevos caminos.
Se reflejan actitudes personales del autor, opiniones, gustos, aversiones; se
enjuicia desde la perspectiva personal: la opinión del autor es el elemento que
da sentido coherente al ensayo; uso constante de recursos argumentativos y
dialécticos; reflejo de las circunstancias históricas y vitales que rodean al
autor: digresiones, anécdotas, ejemplos…
El ensayo presenta cierto
desarrollo asistemático del tema, sin ordenación rigurosa, el pensamiento
fluye según el estilo del autor: asociaciones frecuentes, digresiones
oportunas… Por otro lado, se caracteriza por ser una exposición sin carácter
técnico; sin exhaustividad, sin pretender agotar todos los contenidos y derivados
del tema. El objetivo del autor es el de sugerir al lector, incitarlo a la
reflexión del tena, de ahí que presente una estructura discursiva abierta: se
asocian unas ideas con otras, así como con otras situaciones o temas sobre el
asunto en cuestión.
El ensayo se aparta del rigor del trabajo científico en las
citas (se cita de memoria, no se presentan las referencias) y en las
demostraciones. El ensayista fundamenta s teoría en la experiencia personal y
no en el experimento científico. La teoría puede ser válida pero no hay demostración científica.
Cualquier tema puede ser materia de ensayo, desde
las disciplinas humanísticas hasta las científicas. Así se pueden tratar temas
rigurosos de importancia científica, trascendente, aunque tratados a un nivel más
divulgativo y coloquial; temas contemporáneos: asuntos de la vida cotidiana, o
de interés actual, al alcance de una mayoría no especializada; temas del pasado
actualizados con una perspectiva contemporánea; aportación de ejemplos de la
propia experiencia del autor.
El ensayo presenta una extensión
variable. Así podemos encontrarnos con colecciones dependientes sobre uno o
sucesivos temas; columnas periodísticas, artículos de fondo, estudios
monográficos, libros unitarios con uno o varios temas.
El ensayo presenta una intencionalidad
estética. Hay una clara voluntad de estilo por parte del autor lo que le
lleva a usar recursos literarios: metáforas, antítesis, ironía, interrogación
retórica…
El ensayo va dirigido a un lector medio, culto e interesado en el tema, pero no necesariamente
especialista.
EL ensayo a principios
del siglo XX
El ensayo español alcanza durante el siglo XX su máximo
florecimiento, cobrando una gran importancia en la transmisión de contenidos
científicos, ideológicos y del pensamiento en general. Adquiere importancia en
los autores de la Generación del 98, entre los que destaca Unamuno; en los
novecentistas, con Ortega y Gasset a la cabeza; en la gran labor crítica de los
escritores de la generación del 27, como Salinas o Dámaso Alonso, o en el
interés del pensamiento filosófico y de la erudición tras la Guerra Civil.
Evolución del ensayo
hasta el siglo XX
Es en el siglo XVIII cuando podemos hablar del comienzo del
género ensayístico tal y como se concibe modernamente. A ello contribuyeron
autores tan significativos como Feijoo o Jovellanos. Durante el siglo XIX son
muchos los autores que se dedican al cultivo de textos de carácter crítico y
polémico, como Juan Valera, Clarín, Galdós o Emilia Pardo Bazán, quienes
exponen sus puntos de vista sobre cuestiones de actualidad en periódicos y
revistas de la época.
Desde mediados del siglo se van creando las bases de una
renovación ideológica de gran importancia que alcanzará su cima con el Regeneracionismo. Se trata de un
movimiento de finales del siglo XIX, caracterizado por un espíritu de
reformismo pequeño-burgués, que intenta reconstruir España. Para ello se basan
en el intento de europeizar nuestra
nación y en la adopción de medidas educativas y políticas que sirvan para
paliar la decadencia española.
Los autores más importantes son: Francisco Giner de los Ríos (1839-1915) fundador de la Institución
Libre de Enseñanza, en la que puso en práctica las idea sobre la necesidad de
renovar el sistema educativo español, y en la que se formaron muchos de los
artistas e intelectuales de generaciones posteriores; y Joaquín Costa (1846-1911), quien centró su filosofía en la
regeneración por medio de la economía y la enseñanza.
Como precursor ideológico de la Generación del 98 sobresale
la figura de Ángel Ganivet, con Idearium español (1897), obra en la que
pretende desentrañar la esencia de lo español y defiende la necesidad de una
renovación espiritual establecida sobre la tradición nacional.
El ensayo en la
Generación del 98
Los temas más tratados por los autores pertenecientes a esta
generación son el problema de España
y el sentido de la vida. En cuanto
al tema de España, buscan un cambio en la consideración del espíritu y del
carácter español que se aleje de los tópicos. En cuanto al tema existencial,
dirigen sus planteamientos desde perspectivas variadas: la religión, la ética o
la filosofía.
El cultivador más importante del ensayo en la Generación del
98 es Miguel de Unamuno. Sus ensayos
constituyen una verdadera confesión de su intimidad. Su personalidad fue
compleja y llena de permanentes contradicciones. Su dos grandes núcleos
temáticos son: el sentido de la vida
y su profunda preocupación por España.
En la producción ensayística de Unamuno podemos establecer
dos etapas: la primera, hasta 1905, se centra en el intento de europeizar España siguiendo la teoría
del Regeneracionismo; y la segunda, a partir de 1905, se estructura en torno a
la idea de españolizar Europa.
Entre sus obras destacan En
torno al casticismo (1895-1916) en la que se expresa su honda preocupación
por el tema de España y expone el concepto de intrahistoria, mediante el cual opone la vida cotidiana del pueblo
a la historiografía oficial con sus grandes fechas y nombres. Son también
importantes Vida de Don Quijote y Sancho
(1905), en la que se exalta la figura del personaje cervantino. La agonía del cristianismo (1924) y Del sentimiento trágico de la vida
(1913), en la que se plantea la cuestión de la inmortalidad.
Los rasgos característicos de sus ensayos son: una estructura
de diálogo mediante preguntas y respuestas, la presencia de metáforas,
parábolas y paradojas, la utilización de interrogaciones retóricas y la
búsqueda de un lenguaje preciso y antirretórico.
José Martínez Ruiz,
Azorín, cultivó el
ensayo en obras como: los pueblos
(1905), La ruta de Don Quijote
(1905), Castilla (1912) o Al margen de los clásicos (1915). En
ellas pone de manifiesto su estilo personal, caracterizado por la sencillez y
la precisión, junto con el empleo de frases breves y de una gran riqueza
léxica. Sus tres temas fundamentales son:
el tiempo y las meditaciones acerca de la fugacidad de las cosas, el paisaje de España, descrito con gran
lirismo y emotividad y la literatura.
Pío Baroja criticó de forma constante la crueldad, la estupidez y la maldad de la
sociedad del momento. De carácter ensayístico son sus libros de memorias
Juventud, egolatría (1917) y Desde la última vuelta del camino (1943-1949), en
el que se incluye ensayos, biografías y diferentes artículos periodísticos.
Antonio Machado sobresale como ensayista con su obra Juan de
Mairena, donde expone sus ideas estéticas, religiosas y filosóficas.
El Novecentismo. Ortega
y Gasset
Los autores de este grupo presentan una sólida formación
intelectual como consecuencia del interés que despiertan en ellos las
aportaciones europeas concernientes a todos los ámbitos del saber. Durante los
años previos a la Guerra Civil, el ensayo mantiene el esplendor alcanzado en la
etapa anterior, incluso, experimenta un aumento cuantitativo y cualitativo.
Consideran que el intelectual ha de adoptar una postura comprometida con la
sociedad interviniendo de forma constante mediante artículos, conferencias,
etc., por lo que el ensayo constituye el cauce óptimo para la transmisión
ideológica.
José Ortega y Gasset (1883-1955) es una de las figuras más
relevantes de la filosofía y del pensamiento español del siglo XX. Con él, el
ensayo alcanza en España su máxima expresión. Ortega fue un profundo conocedor
de las culturas francesa y alemana y poseía una sólida formación clásica. Los
textos orteguianos se diseminan en múltiples publicaciones de carácter
periódico, tales como El Sol o la Revista de Occidente, fundadas y
dirigidas por él.
Dentro de su producción ensayística cabe distinguir dos
etapas: en la primera, hasta 1915, muestra una clara intención literaria en su
estilo, y en la segunda, presenta mayor contención en la forma.
Dentro de su filosofía, cabe señalar el interés que adquieren
la idea de circunstancia, expuesta
desde su primera obra Meditaciones del
Quijote (1914), y el concepto de perspectivismo,
según el cual las concepciones del mundo varían en función del punto de vista
empleado. La preocupación por España
constituye uno de los móviles de su pensamiento. Para Ortega el problema de
España se basa en la inexistencia de minorías selectas y en la rebeldía
anárquica de las masas.
En cuanto a la estética, defiende que el arte debe abandonar
los temas humanos (deshumanización)
y tender a un estilo artificioso, alejándose de las masas, pues el arte es para las minorías. Su prosa es de gran belleza y suele introducir
abundantes figuras retóricas. Sus escritos se caracterizan por un estilo
oratorio en el que predominan las construcciones paralelísticas, las frases
melódicas y el lenguaje metafórico. En el léxico, combina la presencia de
cultismos, tecnicismos y préstamos de otras lenguas con expresiones
coloquiales.
Entre sus obras más importantes destacan: La España invertebrada (1921), en la que
expone sus teorías sobre la decadencia española; La deshumanización del arte (1925), libro que se convirtió en uno
de los más importantes e influyentes del momento; Ideas sobre la novela (1925), la
rebelión de las masas (1930); y Estudio
sobre el amor (1940). Merece especial mención la recopilación de los ocho
volúmenes de El espectador
(1916-1934) en los que introduce temas diversos caracterizados por su
actualidad.
Otro ensayista significativo fue Eugenio D´Ors (1882-1954). Cultivo, fundamentalmente, la glosa, esbozo de un pequeño ensayo que
surge a raíz de alguna anécdota o hecho de tema literario, artístico o
político.
Su primera obra, el Glosari (1906), constituye una
recopilación de glosas publicadas en periódicos. Otros títulos significativos
son: Tres horas en el Museo del Prado (1912) y Estudios sobre morfología cultural (1928).
Gregorio Marañón (1877-1960), además de eminente
médico, fue uno de los ensayistas españoles más destacados. En su estilo se
entremezclan la prosa de erudición, la exposición científica y la prosa
literaria. Son importantes sus interpretaciones de la Historia y los mitos
literarios. Destacamos entre otros títulos Tres
ensayos sobre la vida sexual (1926) y Don
Juan. Ensayo sobre el origen de su leyenda (1940), curiosa interpretación
del personaje al que considera poco masculino.
El ensayo y la crítica en la Generación del 27
El ensayismo de carácter literario adquiere especial
relevancia en la Generación de 1927, ya que casi todos los integrantes de este
grupo colaboraron en diferentes revistas. En el período anterior a la Guerra
Civil adquieren gran importancia tres revistas que sirven de vehículo del
pensamiento de la época, y por tanto, del ensayismo:
·
La
Revista de Occidente (1923-1936) fundada por Ortega, que tiene un marcado
carácter europeísta.
·
Cruz
y Raya (1933-1936), que reflexiona sobre diversas cuestiones de carácter
nacional. Sus temas son el arte, la política, la literatura y la religión.
Entre las figuras vinculadas a ella encontramos a José Bergamín, su fundador.
·
La
Gaceta Literaria (1927-1931), que presenta un marcado carácter informativo. En
ella se aúnan las novedades de carácter europeísta con la tradición española.
Destaca la figura de su fundador, Ernesto Giménez Caballero.
El ensayo desde mediados del Siglo XX
La Guerra Civil supuso para muchos
intelectuales cercanos a la República el exilio. Esto provocó un gran vacío en
el género ensayístico de posguerra. En los años cuarenta apena existen más que
aquellas obras de autores afines a las doctrinas del régimen franquista. Tan
solo se perciben ligeros intentos por reanudar una labor intelectual de
carácter liberal y europeísta en algunos pensadores que creían en la necesidad
de un contacto con el pensamiento y la cultura europeos.
El ensayo desde los años cincuenta
hasta la democracia
Durante estos años el ensayo deriva
hacía unas formas que han difuminado aún más las características específicas
del género. Este hecho se produce como consecuencia de la publicación de
numerosos ensayos relacionados con muy diversos campos del conocimiento. De ahí
que los límites entre el ensayo, la investigación científica, la erudición y la
crítica sean muy indefinidos.
TEMAS Y OBRAS ENSAYÍSTICAS
|
|
El pensamiento filosófico
|
X. Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios (1942); Pedro Laín Entralgo, España como problema (1949); J. Luis
López Aranguren, Ética (1958), Moral y
sociedad (1965); Julián Marías, Ensayos de convivencia (1955), Los españoles (1962)
|
La Historia y la Sociología
|
José Antonio Maravall, Teoría del saber histórico (1958);
Julio Caro Baroja, Los vascos
(1949), Las brujas y su mundo
(1961), Vidas mágicas e Inquisición (1967)
|
La crítica y la historia literaria
|
Rafael Lapesa, Guillermo Díaz
Plaja, Martín de RIquer, Alonso Zamora Vicente, E. Alarcos Llorach,F. Lázaro
Carreter, Carlos Bousoño.
|
Entre los autores mencionados
destacan:
- Pedro Laín Entralgo (1908-2001). Evolucionó ideológicamente desde
posturas falangistas hasta la defensa de un liberalismo de raíz humanista.
Su preocupación por el perfeccionamiento del ser humano y sus estudios
sobre la relación entre el conocimiento científico y humanístico
constituyen los temas predominantes de muchos de sus libros. Asimismo, la
preocupación por España y sus análisis literarios forman parte de su
amplia obra, entre la que se encuentran títulos como La generación del 98 (1945), España como problema (1957) y Descargo de conciencia (1976), memorias que analizan su pasado
de modo crítico.
- Julián Marías (1914-2005), discípulo de Ortega y Gasset, y abanderado
del liberalismo incluso en los tiempos más duros del franquismo, divulgó
al obra de su maestro en libros como Ortega
y la idea de la razón vital (1949). Especial difusión han tenido las
sucesivas ediciones de su Historia
de la filosofía (1940) y otros libros de filosofía como Antropología metafísica (1970). El
tema de España también ocupa muchas de sus páginas (La España inteligible,
1985), pero en sus libros y en sus artículos periodísticos también se
pueden rastrear sus opiniones políticas, sus gustos literarios y
cinematográficos y sus análisis sociológicos: La educación sentimental
(1992), Tratado de lo mejor. La moral y las formas de la vida (1995).
- José Luis López Aranguren (1909-1996) fue también un
ensayista de amplia temática y de gran repercusión en el período que nos
ocupa. Sus ideas sobre religión y moral, recogidas en títulos como Catolicismo día a día (1955) y Ética (1958), se caracterizan por
su espíritu abierto y tolerante. En los últimos años, sin embargo, su
inmersión en los problemas más contemporáneos (la ecología, el marxismo,
el feminismo, etc.), realizada con
ese mismo talante, le convirtió en una referencia incuestionable
del progresismo social y político.
También son relevantes sus estudios literarios, dedicados a San
Juan de la Cruz o a La Regenta. Algunos de sus análisis se recogen en Crítica y meditación (1957) o Estudios literarios (1976).
- Enrique Tierno Galván (1918-1986), intelectual prestigioso y
comprometido, destacó por su labor científica y académica. Su gran
formación humanística le encaminó al campo de la sociología (Introducción
a la Sociología, 1960), pero también al análisis cultural y literario,
recogido en libros como Humanismo y sociedad (1964) y La novela picaresca
(1970). En sus últimos años de vida, su dedicación la política hizo de él una figura
polémica y popular, sobre todo en su período como alcalde de Madrid.
Por lo que se refiere al ensayo
hispanoamericano, se desarrolla una actitud antinorteamericana, que trata de
buscar lo autóctono apoyado por la actitud y la cultura españolizante. Se
produce un acercamiento ideológico y temático entre los escritores españoles y
los hispanoamericanos, gracias, sobre todo, a los exiliados españoles, que
llevan una cultura más desarrollado a países como Cuba, Argentina, Chile…
Destaca Alfonso Reyes, mexicano, es
el ensayista moderno hispanoamericano que primero destacó la importancia de los
pueblos en relación con sus propias culturas indígenas. Octavio Paz, mexicano,
es otro de los ensayistas hispanoamericanos, en temas muy diversos: la poesía,
la prosa, la soledad, el amor…
El ensayo desde la democracia
Tras el apogeo del ensayismo político y social del período de la
transición, son varias las tendencias temáticas dominantes:
·
La reflexión ética continúa siendo constante en los
grandes ensayistas. La desideologización de la sociedad, la pérdida de
influencia de la religión sobre el comportamiento moral, los desafíos de los
nuevos modos de vida derivados de la tecnificación y la fragilidad de las
relaciones humanas han causado una transformación ética tan grande que el
lector requiere guías, fórmulas e ideas nuevas con las que enfrentarse a esos
problemas.
·
El poder de los medios de comunicación y su influencia sobre la formación
han creado en la práctica un género ensayístico propio que analiza
continuamente el papel de los medios en la vida humana.
·
La sociedad de consumo, las nuevas formas de ocio, la
mercantilización de la cultura, el sometimiento de esta a las directrices
ideológicas y económicas de las grandes empresas y el análisis de los fenómenos
de masas ocupan también un lugar importante en el ensayo contemporáneo.
En cuanto al estilo, el ensayismo
moderno se ha decantado, en general, por un lenguaje sencillo y comprensible
para el lector común. En esta adopción ha influido el hecho de que buena parte
del ensayo nace en el medio periodístico, que es el vehículo más inmediato,
rápido y eficaz para la transmisión de ideas.
Algunos autores y títulos de ensayos
actuales son: Eugenio Trías, Tratado de
la pasión (1980); Salvador Pániker, Aproximación
al origen (1982); I. Gómez de Liaño, El
idioma de la imaginación (1983); Fernando Savater, La tarea del héroe (1982) y Ética
para Amador (1991); Carmen Martín Gaite, Usos amorosos de la postguerra española (1987); Félix de Azúa, Diccionario del aire (1995); José
Antonio Marina, La inteligencia fracasada:
teoría y práctica de la estupidez (2004);
y Luis Rojas Marcos, Las semillas de la
violencia (1995).
Además, aparecen casi diariamente en
diversos periódicos y suplementos semanales autores como: Juan José Millás,
Soledad Puértolas, Lindo, Javier Marías, Manuel Viçent, Julio Llamazares,
Antonio Muñoz Molina, Arturo Pérez Reverte…
Entre los autores actuales cabe
destacar los siguientes:
·
Antonio
Muñoz Molina. Ensayista y novelista que muy pronto entró en la Real Academia
Española, con solo 40 años de edad. Reivindica sobre todo el papel del escritor
comprometido con los problemas de su tiempo, expresando sus opiniones sobre
diversos temas actuales, al margen de cualquier ideología política dominante. La realidad de la ficción (1993) son
cuatro ensayos sobre el oficio de contar. ¿Por
qué no es útil la literatura (1994) escrito junto al poeta García Montero,
constituye una diatriba contra la ignorancia y en defensa de la literatura y de
la instrucción pública. Todo lo que era
sólido (2013) análisis de la actual crisis a través de lo ocurrido en el terreno político y económico en España
desde la llegada de la democracia.
·
José
Antonio Marina (1939) destacan sus ensayos relacionados con la enseñanza en
nuestro país. Su objetivo es conseguir una “movilización educativa” cuyo
propósito es involucrar a toda la sociedad española en la tarea de mejorar la
educación mediante un cambio cultural que aproveche la preocupación, la
generosidad, la energía y el talento de miles de personas dispuestas a
colaborar. Así ha creado la Universidad
de padres on line, cuyo lema es “para educar a un niño hace falta la tribu
entera”. La educación del talento (2010),
El cerebro infantil. La gran oportunidad (2011), Los secretos de la motivación (2011), Despertad al diplodocus (2015).
·
Elvira
Lindo (1962) En el año 2000 comenzó a colaborar en el periódico El País con su columna veraniega titulada Tintos de verano en la que caracterizó su vida de intelectual progre, crónicas que después han sido
publicadas en forma de libros (Tinto de
verano, El mundo es un pañuelo
—Tinto de verano II— y Otro verano
contigo). En la actualidad, Elvira Lindo sigue publicando una columna
dominical titulada Don de gentes y
que se empezó a publicar en 2001. En noviembre de 2011 publicó Lugares que no quiero compartir con nadie,
un libro en el que relata sus reflexiones y vivencias en Nueva York. Entre 2010
y 2012 se unió al equipo de Asuntos Propios, programa radiofónico diario dirigido por Toni Garrido. Cada miércoles la escritora "elegía su propia
aventura" comentando noticias curiosas y de poca repercusión pero de gran
relevancia. Actualmente colabora en la Cadena SER en el programa La Ventana dirigido por
Carles Francino.
- Juan José Millás (1946) Al principio de los años 90 comenzó su labor periodística en El País y en otros medios de comunicación. Juan José Millás es el creador de los «articuentos». El nombre pretende subrayar su peculiaridad principal: se trata de artículos de opinión porque aparecen como tales en la prensa, no en balde se ocupan de lo que ocurre en España y en el mundo. Pero, por sus características, están más cerca de los textos de ficción, de la fábula o del microrrelato fantástico. Su objetivo es siempre mostrar el revés de la trama, lo verdadero y lo falso. El pensamiento, presentado a través del humor, la paradoja o la ironía, acaba por engullir la noticia, de modo que en su destilación final sólo queda una lúcida visión crítica de la realidad.
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