Aquí están resumidos los temas de literatura de la EBAU de Asturias curso 2022-2023.
Novela
Ø Novela española de preguerra. Pío Baroja.
Ø La novela de Fin de Siglo
En los primeros años del
siglo XX, la novela vive un proceso de ruptura, expresión de la crisis social,
política e ideológica que sacude a la civilización burguesa. El modelo de la novela
realista no parece adecuado para reflejar las convulsiones de la época. Así, en
1902 se publican en España cuatro novelas que certifican la superación del
realismo y marcan el inicio de una renovación novelística: Amor y pedagogía
de Miguel de Unamuno; Camino de perfección, de Pío Baroja; La
voluntad, de Azorín; y Sonata de otoño cómo de Ramón María Del Valle-Inclán.
En estas obras están
definidas las características de la nueva narrativa finisecular:
·
Introspección. Las
novelas de fin de siglo están protagonizadas, con frecuencia, por seres
abúlicos y desorientados, que experimentan una crisis vital y reflejan, en
muchos casos, las propias inquietudes del autor. Estos relatos presentan, en
general, protagonistas masculinos - Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia,
Augusto Pérez en Niebla-, cuyo conflicto interior constituye el eje del
relato.
·
Simbolismo. Los
personajes son expresión de la crisis de la sociedad burguesa y, en particular,
de la decadencia de España.
En las novelas de Fin de Siglo,
el elemento narrativo se debilita a favor de la reflexión, y los relatos
resultan mucho más breves, fragmentarios y desestructurados. Esto va acompañado
de un deseo de renovación estilística, que oscila entre las frases cortas y el
estilo anti retórico de Baroja, y la prosa musical y preciosista De Valle-Inclán.
Ø Autores y obras más destacadas
·
José Martínez Ruiz,
Azorín (1873-1967). El tema fundamental en sus obras es el tiempo, con el que
se relacionan otros: el tiempo como repetición, la literatura como fuente de inspiración,
la reivindicación de los pequeños detalles y la ausencia de acción.
Destacan sus cuatro
primeras novelas, caracterizadas por el uso de material autobiográfico (Diario
de un enfermo y la trilogía protagonizada por Antonio Azorín -La voluntad,
Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo-), así como la colección
de artículos, fusión de ensayo y cuento, Castilla.
·
Miguel de Unamuno (1864-1936).
la novela es, para Unamuno, cauce de expresión de problemas filosóficos y
existenciales. El eje de toda su producción literaria es el ansia de
inmortalidad; en concreto, el conflicto entre el impulso religioso y la razón,
que tiene como consecuencia una fe agónica. Otra constante temática,
relacionada con la anterior, es la obsesión unamuniana por la paternidad y la
maternidad como forma de sobrevivirse.
Entre sus novelas
destacan Niebla, San Manuel Bueno, mártir, o Abel Sánchez,
en las que predomina el conflicto interior de los personajes, la opción se
vuelve esquemática y abundan los diálogos y los monólogos.
·
Ramón María del Valle-Inclán
(1866-1936). Su producción novelística se organiza en cuatro bloques: las
Sonatas (máxima expresión de la prosa modernista), la trilogía sobre la
guerra carlista, Tirano Banderas (que inaugura la novela de dictadores,
de amplio desarrollo en la narrativa hispanoamericana del siglo XX) y la serie
inconclusa El ruedo ibérico (en la que se proponía contar la historia de
España desde la caída de Isabel II con una óptica esperpéntica).
·
Pío Baroja (1872-1956)
El tema principal de su
obra es la protesta contra la sociedad, a la que critica por sus conductas
hipócritas, sus injusticias y su aburguesamiento. Baroja manifiesta una actitud
crítica y sincera en sus ideas, aunque también muestra compasión por lo
marginal. Frente al aburguesamiento,
encuentra como única salida la acción. La consecuencia de esta actitud será la
división de sus novelas en dos grupos:
Novelas de pensamiento:
expresan su escepticismo absoluto por los aspectos religiosos y éticos del
hombre, reflejado en unos personajes tristes, descontentos, sin esperanza en el
futuro. Destacan Camino de perfección (1902), su protagonista, Fernando
Ossorio, oscila entre los períodos de sufrimiento y los estados de abulia.
Abrumado por obsesiones místicas y eróticas, dudas e inquietudes, decide huir
del ambiente decadente e infernal en el que se desenvuelve. El viaje emprendido
condiciona su evolución psicológica, y finalmente, alcanza la plenitud vital en
tierras levantinas.
El árbol de la ciencia (1911)
refleja la desesperanza moral y la desorientación de la España de la época. La
novela narra la vida de Andrés Hurtado hasta su suicidio. Como otros personajes
barojianos, Andrés Hurtado fracasa en la vida a causa de una voluntad
desorientada. Posee un pesimismo implacable y es incapaz de adaptarse a las
circunstancias pese a todos sus esfuerzos.
La busca (1904)
forma parte de una trilogía titulada La lucha por la vida. La historia se
centra en la caída del protagonista, Manuel en el mundo de la delincuencia y en
sus andanzas por las afueras de la ciudad. En el mundo de Manuel, la ciudad se
ve como lo ajeno. Los personajes entran cuando pueden, pero para volver a las
barriadas. Al final, Manuel decide abandonar la golfería y entrar en la ciudad
por el camino del trabajo.
·
Las novelas de acción.
Muchas de sus novelas son un cúmulo de sucesos y episodios en los que la
aventura constituye el argumento central. Las novelas de acción principales son
Zalacaín el aventurero (1909), Las inquietudes de Shanti Andía (1911) y las
novelas de Memorias de un hombre de acción.
Formalmente sus novelas
se basan en la espontaneidad y el antirretoriciscmo. Nacen del rechazo de una
estructura previamente definida. En su estilo predominan los párrafos cortos y
el léxico claro y sencillo, con presencia de coloquialismos.
La sintaxis es sencilla,
sobre todo en los diálogos, empleados con frecuencia, y en los que se reproduce
con gran acierto la lengua convencional. Las descripciones son fugaces,
nerviosas. Los personajes son descritos de un modo rápido pero expresivo, y reflejan
las impresiones del autor.
Ø La novela novecentista
Los novelistas más
destacados de la generación del 14 son:
·
Ramón Pérez de Ayala
(1880-1962). Su obra narrativa, contaminada por el ensayo y con constantes
digresiones filosóficas, se considera un ejemplo de novela intelectual. Se
organiza en tres grupos: la tetralogía autobiográfica protagonizada por Alberto
Díaz de Guzmán (Tinieblas en las cumbres, AMDG, La pata de la raposa
y Troteras y danzaderas); 3 novelas poemáticas que tienen como tema la
educación o el caciquismo; y un último grupo de obras constituido por Belarmino
y Apolonio, Tigre Juan y el Curandero de su honra.
·
Gabriel miró (1879-1930).
Su narrativa constituye el paradigma de la novela descriptiva o formalista. Se
caracteriza por la captación de atmósferas a través de descripciones minuciosas,
llenas de referencias sensoriales. Destacan títulos como Las cerezas del
cementerio o El obispo leproso.
·
Ramón Gómez de la Serna
(1891-1963). Escribió varias novelas libres, en las que el argumento es sustituido
por digresiones sobre cualquier tema. sus relatos no muestran interés por la
psicología de los personajes y dejan paso a juegos, greguerías y exhibiciones
de humor e ingenio. Destacan Cinelandia y El torero Caracho.
Narrativa de posguerra: novela existencial,
social y experimental. Miguel
Delibes y Camilo José
Cela.
Ø Novela existencial
Las dos corrientes
principales en la novela de los años 40 son la novela existencial y la novela
tremendista.
·
La novela existencial. Como
respuesta al triunfalismo de los vencedores, en la primera posguerra algunas
obras reflejan una realidad asfixiante, En la que se impone la sensación de
fracaso. No hay en ellas crítica política ni social, sino más bien una
desesperanza antropológica, una angustia individual, marcada por la experiencia
de la muerte. Las novelas más destacadas de esta corriente son Nada
(1944), de Carmen Laforet; y La sombra del ciprés es alargada (1948), de
Miguel Delibes.
·
Novela tremendista. Se
trata, en realidad, de una manifestación extrema de la novela existencial.
Reflejo de la misma angustia y desolación, en él tremendismo se acentúan la
atrocidad y la violencia. Son frecuentes los episodios brutales y truculentos,
que remiten a elementos de la tradición literaria como la picaresca, el naturalismo
o el esperpento de Valle Inclán. La novela paradigmática de esta tendencia es La
familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela.
Ø Novela social
La novela en los años 50. Los
autores de los cincuenta se sitúan en la tradición del realismo. Incorporan temas
sociales, Superando el individualismo existencia lista de los 40. La novela pionera
de esta tendencia es La colmena, de Camilo José Cela, retrato de la vida
cotidiana En Madrid durante dos días de diciembre de 1942. En este relato destacan
el protagonismo colectivo, el fragmentarismo y el contrapunto (el discurso está
dividido en 215 fragmentos a lo largo de los cuales un narrador en tercera
persona desarrolla varias líneas argumentales simultáneas).
·
Temas.
Partiendo del compromiso, abordan las penosas condiciones de vida de la gente
corriente en la España de la época, con voluntad de denuncia.
·
Técnicas narrativas. La
técnica principal es el objetivismo (transcripción imparcial de los sucesos a
la manera de una Cámara cinematográfica).
·
Principales autores. Los
autores pueden agruparse en dos subconjuntos: los pertenecientes al realismo
social, con un compromiso político explícito (La piqueta, de Antonio Ferres;
La zanja, de Alfonso Grosso; Central eléctrica, de Jesús López
Pacheco). Los neorrealistas, con un mayor interés por las cualidades estéticas
de sus obras (Los Abel, De Ana María Matute; el fulgor y la sangre coma
de Ignacio Aldecoa; entre visillos, de Carmen Martín Gaite). La obra
fundamental es El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, máxima expresión
del objetivismo punto y seguido cuenta la historia de un grupo de jóvenes qué
pasa el día junto al río Jarama; la banalidad de sus vidas contrasta con el
accidente mortal con el que se cierra el relato.
Ø La novela experimental
A principios de los años 60
se produce un movimiento de renovación asentado sobre tres principios: el arte
no debe estar supeditado a la política, la pretensión de objetividad debe
superarse para reflejar la conciencia del sujeto y es preciso conferir un rango
artístico a la prosa narrativa. En la novela experimental encontramos las
siguientes características:
·
Subjetivismo. La
indagación en la realidad española se realiza a través de personajes
fuertemente individualizados, sumidos en una crisis de identidad; esto se
traduce en el uso del monólogo interior o el tu autorreflexivo.
·
La sustitución del
capítulo como unidad estructural por secuencias o párrafos.
·
La creación de espacios
simbólicos o míticos.
·
La inclusión de
materiales diversos (informes, rótulos, anuncios...), y técnicas como el
desorden cronológico o las licencias ortográficas y tipográficas.
·
La voluntad de renovación
estilística, que se manifiesta en el empleo de abundantes recursos expresivos (metáforas
y símiles sorprendentes, hipérboles, hipérbatos...) o de un léxico inusual,
cuajado de terminología científica, neologismos o cultismos.
Las obras fundamentales
son Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, en la que un joven médico sumido
en la desorientación existencial ve truncado su futuro por la penosa realidad
del país; Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, largo soliloquio de
una mujer frente al cadáver de su marido; Volverás a región, De Juan
Benet; Señas de identidad, De Juan Goytisolo; Antagonía, de Luis
Goytisolo; La saga / fuga de J. B., de Torrente Ballester; o Si te
dicen que caí, de Juan Marsé.
Ø Camilo José Cela (1916-2002)
Con su
novela La familia de
Pascual Duarte (1942). Esta novela se relaciona con la novela
picaresca, presenta la autobiografía de un condenado a muerte. El protagonista
dirige su confesión a un amigo de su última víctima y le pide perdón. Al final
de la obra se incluyen dos cartas en las que se informa de que Pascual fue
ejecutado.
Pascual Duarte, de baja
clase social y escasa cultura, selecciona de su vida los momentos que considera
significativos de acuerdo con la finalidad que se ha propuesto: justificar su
conducta explicando todas las desgracias que ha padecido en un destino marcado
por la fatalidad.
El ambiente rural de la
España anterior a la Guerra Civil y la circunstancia familiar en la que crece
Pascual se caracterizan por la pobreza, la crueldad y la brutalidad. Su relato
está presidido por la violencia: la de las escenas en su hogar y la de las
acciones que él ha cometido: la muerte de dos animales y de varias personas,
entre ellas su madre y su esposa.
Dentro del realismo
social se encuadra su novela La colmena (1951). Destaca su carácter
testimonial del Madrid de posguerra. En esta novela se describe la vida de unos
personajes marcada por las privaciones, la miseria material, moral y social, la
falta de ideales, el miedo y la impostura.
La novela se incluye
dentro del objetivismo, aunque el narrador en tercera persona interviene de
forma constante, opina y enjuicia con ironía y sarcasmo.
La obra destaca por su
protagonista colectivo (más de doscientos personajes de distintos sectores
sociales, sobre todo de la pequeña burguesía; por su estructura en secuencias
de acciones, en las que predomina el diálogo y por el tiempo reducido de la
historia, solo tres días.
En los diálogos, que
reproducen el habla coloquial madrileña, caracterizan a los personajes,
vulgares, conformistas y derrotados, bridan información sobre la vida cotidiana
de la época.
Las secuencias se distribuyen
en seis capítulos y un final y no siguen un orden cronológico. En las
secuencias se relatan trozos de la vida de distintas personas relacionadas por
el espacio (como el café de doña Rosa), por lazos familiares, por asociaciones
temáticas o por el joven poeta Martín Marco.
Los temas más importantes
de la obra son la pobreza y el sexo, constantemente presente porque es una
salida de la miseria y además permite evadirse del aburrimiento en la gris,
hambrienta, sórdida realidad del Madrid de la posguerra: “ese sepulcro, esa
colmena…”.
También cultivó la novela
experimental con títulos como San Camilo, 1936; Oficio de tinieblas, 5.
En la última etapa de su vida obtuvo numerosos premios (el Príncipe de Asturias
en 1987, el Nobel en 1989, el Cervantes en 1995), que refrendan el valor
indiscutible de su obra.
Ø Miguel Delibes (1920-2010)
Miguel Delibes se inicia
en la novela existencial con obras como: La sombra del ciprés es alargada (1947).
Es una novela primeriza, aun vacilante, pero en la que ya aparecen dos de los
grandes temas de Delibes, la muerte y la infancia. Pedro es un niño huérfano
que es acogido y educado por un maestro con una concepción muy pesimista de la
vida. Pedro intentará escapar de ese pesimismo adquirido. Sin embargo, conoce
una mujer de la que se enamora y termina abandonando, ya que no puede escapar
ni cambiar las normas rígidas en las que ha sido educado.
En su segunda etapa, iniciada
con su obra El camino (1950), se inicia la corriente del realismo
social, desgarrado y amargo, en un ambiente rural que estará presente en muchas
de sus obras (Diario de un cazador, 1955).
Mi idolatrado hijo Sisí (1953) y
La hoja roja (1959) se desarrollan en espacios urbanos y en ellas
critica a la burguesía provinciana y el aislamiento en el que vive.
En Las ratas (1962),
el protagonista es Nini, un niño que caza ratas para sobrevivir, e intenta
rebelarse contra el mundo sórdido en el que vive.
Su novela Cinco horas
con Mario (1966) se incluye dentro de la novela experimental. En ella narra
el largo monólogo de Carmen ante el cadáver de su marido, Mario. El fracaso
matrimonial, las frustraciones personales, la religiosidad superficial, la
defensa del orden establecido, los convencionalismos burgueses, la opresión o
la discriminación de la mujer de la época son algunos de los temas tratados,
todo ellos con un lenguaje directo, a veces coloquial y familiar, en ocasiones
tópico y reiterativo, con abundantes frases hechas.
Parábola del náufrago (1969).
La novela es una sátira contra la sociedad de consumo, el culto a la
personalidad, la crueldad, la crisis de los derechos humanos, etc.
Otras obras suyas son El
príncipe destronado (1973), rememoración de su infancia. Los santos
inocentes (1981); de ambiente rural, supone una denuncia de las oligarquías
terratenientes. Señora de rojo sobre fondo gris (1991); historia de un
amor en carrera desenfrenada hacia la muerte. La novela se convierte en elegía
con la sobrecogedora semblanza de una mujer. El hereje (1998): novela
histórica, ambientada en el siglo XVI, en defensa de la libertad y la tolerancia
religiosa.
En 1973 ingresó en la
Real Academia Española y recibió Premios importantes como el Príncipe de
Asturias en 1982, y el Cervantes, en 1993.
Ø La novela del exilio: características, autores y obras. Ramón J. Sender
y Max
Aub.
Ø La novela del exilio: características, autores y obras.
La mayor parte de los
narradores contemporáneos de la Generación del 27 parten al exilio tras la
guerra civil. Es el caso de Arturo Barea, Rosa Chacel, Ramón J Sender coma Mas Aub
Francisco Ayala. Dos son los ejes temáticos de su producción:
ü las causas, el desarrollo y las secuelas de la Guerra Civil. La guerra
será el asunto central de obras como Réquiem por un campesino español,
de Ramón J. Sender, la serie El laberinto mágico, de Mas Aub; o la
colección de cuentos La cabeza del cordero, de Francisco Ayala.
ü La reflexión autobiográfica. Enel desarraigo del exilio, los autores
sienten la necesidad de dar testimonio de su propia vida. Abundan, así coma las
autobiografías -Automoribundia (1948), de Ramón Gómez de la Serna; La
arboleda perdida (en tres volúmenes; el primero, de 1959), De Rafael
Alberti; Desde el amanecer (1972), de Rosa Chacel- y las novelas
autobiográficas -la serie Crónica del Alba, de Ramón J. Sender; o la
trilogía La forja de un rebelde, de Arturo Barea-.
ü Francisco Ayala. Su narrativa en el exilio se distingue por
el tono reflexivo de su prosa, en la que prevalece una visión crítica, satírica
y pesimista del ser humano. Destacan sus libros de relatos, entre los que sobresale
La cabeza del cordero (1949), y las novelas Muertes de perro (1958),
en la que critica los regímenes dictatoriales, y El fondo del vaso (1962),
censura de la corrupción de la alta burguesía. A lo largo de toda su obra Ayala
ha mostrado un especial cuidado por el estilo y el lenguaje.
Otras obras suyas son La
calle de Valverde (1961), sobre el Madrid durante la dictadura de primo de
Rivera, y La gallina ciega (1971), crónica de la realidad española en
los últimos años del franquismo.
Por último, entre las novelas
de tema americano destaca Epitalamio del Prieto Trinidad (1942), que
narra con gran crudeza una sublevación de presos en una cárcel del Caribe.
ü Rosa Chacel (1898-1995). En el exilio
publicó unas cuantas novelas realistas, de estilo muy cuidado y ritmo lento. No
tratan temas sociales, ni siquiera la Guerra Civil, sino que se centran en el
minucioso análisis psicológico de los personajes femeninos. Destacan Teresa
(1941), basada en la vida de la amante de Espronceda, y Memorias de Leticia
Valle (1946), que narra el despertar de amoroso de una adolescente.
ü Max Aub (1903-1972)
Es considerado uno de los
más importantes narradores españoles. Destaca por la extensión de su obra, que
incluye novelas y relatos cortos, y por su diversidad estética: vanguardismo,
realismo tradicional o testimonial, y experimentalismo.
Su producción más
considerada es la serie sobre la Guerra Civil y sus consecuencias que lleva por
título El laberinto mágico, formado por seis novelas, y más de veinticinco
cuentos que conforman un ambicioso fresco de la Guerra Civil española. El
relato de los sucesos de la guerra -el horror del frente, las atrocidades
perpetradas sobre la población civil, el hambre, las delaciones- se combina con
una indagación en las causas del conflicto: el radicalismo («este no es país de
Salomones»), la falta de cultura cívica («el español es justiciero y enemigo de
las leyes») o el peso del catolicismo («El catolicismo, he aquí el enemigo. No
por el clero ni el lujo ni el arte: por tener al hombre en tan poco»).
Ø Ramón J. Sender (1901-1982).
Este escritor aragonés
cuenta con una producción novelística anterior a la Guerra, de denuncia social:
Imán (1930), que cuenta la desastrosa intervención militar española en
Marruecos. Siete domingos rojos (1932) novela documental que refleja la vida
de los militantes anarquistas. MR Witt en el cantón (1935), novela
histórica que se basa en la sublevación federalista de Cartagena durante la
Primera República (1873).
Después de la contienda,
escribe una extensa obra en la que se encuentran manifestaciones de variadas
tendencias y temas: narraciones realistas, alegóricas, históricas,
autobiográficas, misceláneas. Destacan tres grandes temas: la evocación
autobiográfica, la Guerra Civil y la América española. Crónica del Alba (1942-1966).
Esta serie está constituida por nueve novelas autobiográficas en las que se
cuenta la historia de José Garcés desde su infancia y juventud inconformista
hasta que, Recluido en un campo de concentración en el sur de Francia tras la
derrota republicana en la guerra civil cómo decide escribir su historia. De
este conjunto narrativo destaca la primera novela, cuyo título da nombre a la
serie: un relato de aprendizaje en el que Garcés evoca lírica mente su primer
amor.
Una de sus obras más célebres
es Réquiem por un campesino
español (publicada en 1953
con el título de Mosén Millán) es considerada su obra maestra.
Mosén Millán, párroco de un pueblecito de Aragón, se dispone a celebrar una
misa de réquiem en memoria de Paco el del Molino, asesinado por los fascistas
un año antes, en los primeros días de la guerra. Mientras espera a los
asistentes, recuerda lo sucedido, con una mezcla de culpa, resignación y necesidad
de auto justificación: fue él quien reveló donde se escondía Paco, y quien
convenció a este de que se entregara, con la promesa de que le harían un juicio
justo. La novela -narrada en tercera persona, pero desde el punto de vista de Mosén
Millán- reflexiona sobre la barbarie y el cainismo hispánico, así como sobre la
actitud de la Iglesia durante el conflicto.
Ø
La
narrativa española de la democracia: características, autores y obras. Juan
Marsé y Antonio Muñoz Molina.
Entre finales de los 60 y
la primera mitad de los 70, una serie de escritores, educados y formados
durante el franquismo, comienza a escribir. Son la generación del 68 (El Mayo
francés), del 66 (por la Ley de Prensa de dicho año) o del 75 (el fin de la
dictadura).
Estos autores que comienzan
a escribir en torno al final de la dictadura vuelven, en general, a cierto
realismo, con un nuevo interés por la historia (aunque encontraremos algunos
intentos de experimentación). La influencia de los medios de comunicación se
puede rastrear en su obra. La variedad en estos autores abarca desde los temas,
ala estilística y los géneros que frecuentaran. Los principales autores son:
ü Manuel Vázquez Montalbán (1939- 2003). Reavivó el género policiaco al
estilo americano con la serie dedicada al detective Pepe carvallo (Yo maté a
Kennedy, 1972; Los mares del sur, 1979; La rosa de Alejandría,
1984).
ü Eduardo Mendoza (1943). La verdad sobre el caso Savolta (1975)
Continúa con el experimentalismo al unir la intriga tradicional con las
técnicas experimentales, mezclando diversos géneros y estilos: folletín,
parodias de diversos estilos (periodístico, judicial...), con recortes breves
aparentemente inconexos... continuará con obras paródicas y humorísticas del
género policiaco como El misterio de la cripta embrujada (1978) o El laberinto
de las aceitunas (1982).
ü Juan José Millás (1946). Hace su aparición en 1975 con una obra muy
influenciada por Cortázar y el experimentalismo, Cerbero son las sombras,
a la que siguen Visión del ahogado (1977), o El desorden de tu nombre
(1988).
ü José María Merino (1941). Conjuga en sus relatos el gusto por narrar
con la experimentación técnica en Novela de Andrés Choz (1976) y El
caldero de oro (1992), relato de un tiempo mítico que sirve de amarga
denuncia del desarraigo de la España rural.
A partir de los años 80 y
hasta la actualidad, Se acentúa el abandono del experimentalismo y el cultivo
de una novela interesada por incluir preocupaciones culturales así como una
reivindicación de las intriga, la historia, lo fantástico y lo psicológico.
Aunque ha predominado la
variedad de formas narrativas, la crítica, en un intento de sistematizarlas, ha
establecido los siguientes modelos:
ü Novela especular o metanovela. La narración se convierte en una
reflexión sobre el proceso de escritura de la propia novela. Destacan autores y
obras como: Luis Landero (Juegos de la edad tardía, 1989), Juan José Millás
(El desorden de tu nombre, 1988).
ü Novela de intriga o policiaca. Se encuadran dentro de esta tendencia
autores como Antonio Muñoz Molina (Beatus Ile, 1986; Beltenebros,
1989; El invierno en Lisboa, 1987); Arturo Pérez-Reverte (El maestro
de esgrima, 1988; La tabla de Flandes, 1990; o La carta esférica,
2000); Lorenzo Silva (creador de la pareja de guardias civiles, el teniente Bevilacqua
y la sargento Chamorro en El alquimista impaciente, 2000; La niebla y
la doncella, 2002).
ü Novela histórica. Se puede citar a autores como Arturo Pérez Reverte (Cabo
Trafalgar, 2004; El asedio, 2010), Eduardo Alonso (Palos de ciego,
1997).
ü Novela de autoficción. Se caracteriza por utilizar la vida real del
escritor como materia novelable. En estos relatos autobiográficos se difumina
la frontera entre realidad y ficción: Javier Cercas (Soldados de Salamina,
2001), Javier Marías (Negra espalda del tiempo, 1998).
ü Novela lírica y estilística Existe una gran preocupación por la forma
y el lenguaje sugerente, Julio Llamazares (La lluvia amarilla, 1988),
Luis Mateo Díez (La fuente de la edad, 1986).
Las escritoras serán más
visibles en esta época que en anteriores gracias al cambio operado en esta
nueva sociedad, más aperturista. Algunas de ellas son, por ejemplo, Rosa
Montero (Te trataré como a una reina, 1983; Bella y oscura, 1993),
Soledad Puértolas (Queda la noche, 1989; Días del Arenal, 1992), Almudena
grandes (Las edades de Lulú, 1989; Malena es un nombre de tango,
1998; El corazón helado, 2007).
Ø Juan Marsé (1933- 2020)
Premio Cervantes (2008). Empezó
su carrera dentro del realismo objetivo con Encerrados con un solo juguete
(1960). Su novela Últimas tardes con Teresa (1966) se inscribe en la
tendencia renovadora; la novela narra, entre varios sucesos, las relaciones
sentimentales entre una joven de la alta burguesía catalana y un chico
murciano, pobre y delincuente, a quien ella cree un obrero concienciado. La
novela crítica el progresismo superficial y afectado de cierta juventud
universitaria. Sobresalen el uso de la ironía, la parodia y la hipérbole, así
como la variedad de registros.
La oscura historia de la
prima Montse (1970), dentro de la misma tendencia, critica
también la conducta de la burguesía; y con Si te dicen que caí (1973),
la obra de mayor experimentación narrativa de Marsé, retrata la sociedad
sórdida y miserable de la primera posguerra.
Otras obras suyas son un
día volveré (1982), El amante bilingüe (1990), el embrujo de Shanghai (1993), o
rabos de lagartija (2000).
Ø Antonio Muñoz Molina (1956)
Beatus ille (1986),
primera obra De Antonio Muñoz Molina, se sitúa en el territorio imaginario de Mágina,
trasunto de su Úbeda natal, que vuelve a aparecer en El jinete polaco (1991),
Sefarad (2001) o El viento de la luna (2006). En la narrativa del
autor encontramos algunos temas y rasgos formales característicos.
ü Preocupación ante el fanatismo y la injusticia. Esta dimensión ética
se refleja especialmente en sus numerosos artículos periodísticos, en su ensayo
Todo lo que era sólido (2013) y en novelas como Sefarad -sobre
las diferentes formas de exilio y desarraigo en la Europa del siglo XX,
devastada por los totalitarismos- o La noche de los tiempos (2009) -sobre
el clima de radicalización que precedió a la guerra civil y la disyuntiva vital
de quienes optaron por el exilio-.
ü Reelaboración de sus géneros narrativos. Algunas de sus obras -El
invierno en Lisboa (1987), Beltenebros (1989) o Plenilunio (1997)-presentan
personajes o situaciones propios de la novela policiaca y del cine negro.
ü Incorporación de elementos autoficcionales o autobiográficos. Así
ocurre en El viento de la luna o Ardor Guerrero (1995) -en las
que el autor evoca su adolescencia y el servicio militar- o en Como la
sombra que se va (2015), donde reconstruye la vida de James Earl Ray,
asesino de Martin Luther King, a la vez que rememora el viaje en busca de sí
mismo que realizó a Lisboa en 1987 para terminar El invierno en Lisboa.
ü Estilo minucioso y descriptivo, con amplios periodos oracionales, en
el que se aprecia la influencia de Marcel Proust.
En el jinete polaco, el
narrador, un traductor llamado Manuel, entabla una apasionada relación con
Nadia, una neoyorquina de origen español. En el apartamento de esta, Manuel
recupera la historia de sus antepasados y de los habitantes del entorno de Mágina,
marcado por las heridas de la guerra, hasta desembocar en el relato de su
infancia y adolescencia.
Ø La novela y el cuento hispanoamericanos en la segunda mitad del siglo
XX. Características, autores y obras. Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y
Gabriel García Márquez.
Entre los autores que protagonizan
un primer distanciamiento del paradigma realista destacan:
ü Jorge Luis Borges. Sus principales colecciones de cuentos (Ficciones,
El Aleph) se caracterizan por el antirrealismo, el antipsicologismo y la
reflexión metafísica, y por el uso de símbolos reiterados (el laberinto, la
biblioteca o el espejo).
ü Juan Rulfo. Su novela Pedro Páramo certifica la ruptura con el
realismo. Se caracteriza por la estructura fragmentaria, la alternancia de
voces narrativas y la configuración de un espacio imaginario, Comala, en la
frontera de la vida y la muerte.
ü Alejo Carpentier. Autor de Los pasos perdidos, El siglo de
las luces o El reino de este mundo. En esta última obra acuña la
denominación «lo real maravilloso».
Ø La novela del boom
La eclosión narrativa de
los años sesenta se caracteriza por la problemática existencial que atormenta a
los personajes, desarraigados y solitarios, fusionada con la reflexión
sociopolítica, el predominio de la ambientación urbana, la figura del dictador;
el realismo mágico (la inserción de elementos fantásticos, legendarios o
míticos en la vida cotidiana) o el uso de técnicas de la novela experimental
(desorden cronológico, monólogo interior, multiplicidad de puntos de vista…),
por influencia de escritores norteamericanos como Joyce o Faulkner.
ü Julio Cortázar. Autor también de varias colecciones de cuentos, su
novela Rayuela (1963) es una de las obras esenciales del boom. Narra la
estancia en París y Buenos Aires de Horacio Oliveira, portavoz de las
reflexiones metafísicas y literarias que constituyen el eje temático del texto.
Organizada en tres partes («Del lado de allá», «Del lado de acá», «De otros
lados»), su estructura abierta permite al lector escoger entre dos posibles
órdenes de lectura.
Sus novelas se
caracterizan por su radical experimentalismo formal y por su análisis del
hombre contemporáneo, con sus preocupaciones existenciales y sociopolíticas.
ü Carlos Fuentes. Entre sus obras destacan La muerte de Artemio Cruz
(1962) y Cambio de Piel (1966). Es el más experimentalista, junto con
Julio Cortázar: entrecruza planos temporales y experimenta con el lenguaje sin
olvidar las preocupaciones sociales de
su país.
ü Juan Carlos Onetti. Ambienta algunos de sus relatos (La vida breve,
El astillero) en Santa María, lugar ficticio habitado por personajes
solitarios y desesperanzados.
Ø La narrativa posterior al boom
Las principales líneas de desarrollo son la
fusión de géneros (muchos títulos se sitúan en la frontera entre la ficción, el
ensayo, el libro de viajes y el reportaje), la literatura del yo (autobiografía
coma diario, autoficción), la novela intimista, postmoderna (que incorpora
elementos de la cultura popular o indaga en identidades marginales), policiaca
y de contenido político-social.
Destaca la obra de Roberto Bolaño, autor de dos
de las novelas más influyentes de la narrativa reciente: Los detectives salvajes
y 2666, de estructura detectivesca, en las que son recurrentes motivos
como el desierto, el viaje y la violencia.
Ø Gabriel García Márquez (1927-2014)
Nació en el municipio de Aracataca
(Colombia) Como relata en su autobiografía Vivir para contarla, de su infancia
tomará el material básico que le permitirá construir su mundo narrativo, desde La
hojarasca o El coronel no tiene quien le escriba hasta los relatos
de La increíble y triste historia de la cándida Eréndira y de su abuela
desalmada. Antes de su consagración como novelista, trabajó como periodista
en diversos periódicos de Colombia. Obtuvo el Premio Nobel de Literatura en el
año 1982. Su obra transcurre en gran parte en el mundo de Macondo, un espacio
geográfico inventado, inspirado en la realidad colombiana, en la cual se confunden
los límites entre la realidad y la ficción. Los sucesos, los personajes y el
universo literario en el que se mueven nacen de la experiencia vital del autor.
Pero García Márquez los dota de una dimensión mítica y poética, mediante un
complejo tratamiento del tiempo, un lenguaje de gran capacidad expresiva y un
arte constructivo que fascina al lector.
En su obra cumbre, Cien años de soledad
(1967), García Márquez introduce la violencia humana, la naturaleza salvaje,
las guerras y la explotación junto a las supersticiones, las hechicerías y los
milagros con el fin de crear un marco mágico y humano para el tema de la obra:
el destino del ser humano. A ello se han de unir los recursos de repetición de
nombres, la narración desde una perspectiva histórica y la estructura circular.
En esta novela se
presenta la historia de siete generaciones marcadas por una profecía, el último
de los Buendía será un hombre con rabo de cerdo. Macondo, pueblo mítico situado
fuera del tiempo y del espacio, es el lugar en el que se suceden los Aurelianos
y José Arcadios Buendía, saga cíclica cuya desaparición, como la de Macondo,
estaba anunciada por el destino.
En otras obras
importantes continúa empleando elementos mágicos y fantásticos, aunque el
tratamiento es más tradicional, como en Crónica de una muerte anunciada
(1981) y El amor en los tiempos del cólera (1985). Entre sus últimos
libros figuran novelas como Del amor y otros demonios (1994); cuentos,
como Doce cuentos peregrinos, (1992); reportajes, Noticia de un secuestro
(1996); y memorias, Vivir para contarla, 2002).
Ø Mario Vargas Llosa (1936)
Nació en Arequipa (Perú). Además de su
trayectoria como escritor (reconocida con el Premio Cervantes en 1994) y el
Premio Nobel en 2010), participó activamente en la vida política de su país
como candidato a las elecciones presidenciales en 1990. Además de novelista, es
autor de estudios de crítica literaria (sobre Flaubert -La orgía perpetua-
o García Márquez -Historia de un deicidio-) y de reflexiones sobre la
sociedad actual, en sus frecuentes artículos de prensa o en La civilización del
espectáculo, que lo han convertido en uno de los intelectuales más reconocidos
de nuestro tiempo.
El novelista peruano toma
la realidad como tema de sus narraciones y se introduce en mundos míticos
sacados de su propia vida y del Perú. Estos temas aparecen en obras como La ciudad
y los perros (1963), cuya acción se desarrolla en un colegio militar de
Lima en el que el autor estuvo durante dos años. La casa verde (1966),
ambientada en la selva amazónica y en un modesto prostíbulo que marcó su
adolescencia, y Conversación en La Catedral (1969), novela que refleja
la realidad peruana en toda su degradación moral y política. En la obra,
Santiago y Ambrosio mantienen una conversación en un bar llamado La Catedral,
que sirve de hilo para cuatro historias estilísticamente independientes.
Santiago, hijo de un empresario colaboracionista con la dictadura del general Odría,
decide estudiar en la universidad de San Marcos, donde comprueba la persecución
y las represalias que sufren los opositores de la dictadura. Por otro lado, Ambrosio
se gana la vida como puede y prueba suerte con un viejo conocido de sus años de
infancia, Cayo Bermúdez, quien persigue cruelmente a los opositores y defiende
los intereses del general Odría.
En títulos posteriores
juega con diversos temas y modelos narrativos: la desmitificación de la utopía
revolucionaria en Historia de Mayta (1984); la trama sentimental con
elementos del folletín radiofónico en La tía Julia y el escribidor (1977);
la novela erótica en Elogio de la madrastra (1988); la novela del dictador
en La fiesta del Chivo (2000); el relato policíaco en ¿Quién mato a
Palomino Molero? (1986). En algunas de estas obras se incorporan, así,
rasgos propios de la novela posterior del boom.
Ø El cuento hispanoamericano
Ø El cuento en los años cuarenta y cincuenta
Destaca la aportación de
Jorge Luis Borges. A partir de 1930, escribe narraciones breves a las que denomina
genéricamente ficciones. Destacan sus libros de cuentos, como Historia
universal de la infamia (1935), Ficciones (1944), El Aleph
(1949) o El libro de arena (1975). Todas sus narraciones
repiten una serie de temas obsesivos: el mundo caótico y sin sentido, el
destino y la fatalidad, el mundo como laberinto, el paso inexorable del tiempo,
el tiempo cíclico, la imposibilidad de conocer el mundo y el carácter artificial
e ilusorio de la realidad.
Se caracterizan, además,
por una gran originalidad estructural. En sus relatos es constante la presencia
de mitos clásicos, símbolos, paradojas, juegos intelectuales y referencias
literarias. La propia literatura es un tema narrativo: el libro es una metáfora
del mundo, pues en él se encuentran las claves del universo. En lo formal,
consigue una redacción muy cuidada, plagada de referencias culturales.
Predomina el antirrealismo, no solo por la presencia de elementos fantásticos,
sino porque no describe ambientes ni imita la realidad inmediata
Son importantes las
narraciones de Juan Rulfo, autor de El llano en llamas (1953)
colección de quince cuentos en los que trata la dureza de la vida rural
mexicana en su primitivismo y su pobreza física y moral.
Alejo Carpentier con sus
tres relatos recogidos en Guerra del tiempo, donde trata el problema de
la imposibilidad de definir y dividir el tiempo.
Juan Carlos Onetti continúa
en sus relatos los temas básicos de sus novelas: personajes angustiados y
desesperanzados que deambulan en un mundo sórdido. Destaca Tan triste como
ella (1963).
Ø De los años sesenta a la actualidad
Los relatos cortos de los
narradores del boom han pasado en algunos casos inadvertidos debido a la importancia
de sus novelas.
·
Este es el caso de Gabriel García Márquez,
que se inicia en la producción narrativa con diez cuentos reunidos con el
título Ojos de perro azul. El coronel no tiene quien le escriba (1961)
y La mala hora (1962) que narran las consecuencias de las guerras
civiles; Los funerales de la Mamá grande (1962), sátira humorística del
caciquismo; Relato de un náufrago (1970), y el muy valorado La increíble y
triste historia de la cándida Eréndida y su abuela desalmada (1972), relato
en el que prevalecen la soledad y el miedo.
·
Julio Cortázar es uno de los grandes conocedores
y creadores del género. En sus relatos muestra, a veces bajo la influencia del
surrealismo, una realidad compleja que suele aparecer parodiada. Destacan Historias de cronopios y de famas (1962) y Todos los fuegos el fuego (1966).
·
Mario Benedetti refleja
en Montevideanos (1959) y La muerte y otras sorpresas (1968) las
circunstancias políticas de su país desde una postura comprometida con un lenguaje
sencillo coloquial.
·
Mención aparte merece el cuentista Augusto
Monterroso. Sus cuentos, auténticos microrrelatos, tienden a la máxima
condensación. Se considera que ha
escrito el relato más corto de la literatura universal: “Cuando despertó, el
dinosaurio todavía estaba allí”. Destaca su colección de cuentos La oveja
negra y demás fábulas (1969).
Desde los años setenta a
la actualidad, el cuento ha sido parte importante en la obra narrativa de
autores como Isabel Allende, Cuentos de Eva Luna (1989), o Alfredo
Bryce Echenique, Cuentos completos (1995).
Poesía
Fin de siglo y Modernismo (características, temas y autores). La
poesía de Antonio Machado (características, temas y obras).
Modernismo
El siglo XX comenzó con
el modernismo, actitud general de los artistas que reaccionaron contra una civilización
mercantilizada y vulgar.
Su iniciador en
Hispanoamérica fue José Martí, pero el movimiento alcanzó su cumbre con
Leopoldo Lugones y, sobre todo, con Rubén Darío, que se erigió en figura
deslumbrante y cimera.
Influencias
·
Parnasianismo. Los parnasianos aspiraron a
expresar la belleza, dejando al margen la intimidad del poeta y la crítica social.
La perfección formal –el arte por el arte- constituye la finalidad del poema.
·
Simbolismo. Los poetas simbolistas creían
que la palabra por sí misma no podía expresar el mundo. No se trataba, por
tanto, de nombrar la realidad, sino de sugerir mediante símbolos.
Los modernistas
reivindicaron la belleza frente a toda clase de vulgaridad:
·
Del romanticismo heredaron la expresión de
la subjetividad del poeta y la proyección de su estado de ánimo en la
naturaleza.
·
Su rebeldía se expresó mediante la
evasión. Buscaron lo exótico y se inspiraron en mitos de la antigüedad y de la
historia americana.
·
Los modernistas defendieron el
cosmopolitismo; pero ante la amenaza estadounidense reafirmaron también sus
raíces hispánicas.
·
La búsqueda de la belleza a través del arte
condujo a la renovación del lenguaje poético y de la métrica.
Temas
·
La evasión de la realidad. El poeta
modernista se refugia en mundos raros: lugares exóticos y épocas antiguas. Con
su imaginación y su palabra construyen palacios, jardines o castillos,
caballeros, princesas tristes, guerreros legendarios, ninfas, centauros. Y
viajan a lugares como Japón, París, Grecia.
·
La expresión de la intimidad. Rechazan el
Realismo. El mundo y el amor son vistos con ojos melancólicos. Hay un deseo de
plenitud que resulta irrealizable. Esta nostalgia y desasosiego se enmarcan en
paisajes otoñales o despoblados jardines crepusculares.
·
La musicalidad. Se traduce en el dominio
en el uso de la métrica. Prefieren los versos alejandrinos, el dodecasílabo o
el eneasílabo. En cuanto a las estrofas, buscan la variedad, modificando las
estructuras tradicionales o introduciendo estrofas innovadoras.
·
Uso de un léxico muy rico y escogido:
neologismos, voces desusadas, cultismos, para crear esa sonoridad. El color es
un elemento fundamental. Son abundantes las aliteraciones (vino de la viña de
la boca loca), sinestesias (caricia rosa, verso azul) e imágenes audaces (ir al
sol por la escala luminosa del rayo).
Autores y obras más destacados
·
Ruben Darío (1867-1916). Azul (1888), Prosas profanas (1896), Cantos
de vida y esperanza (1905)
·
Antonio Machado (1875-1939). Soledades, galerías y otros poemas (1917,
Campos de Castilla (1912 y 1917),
·
Manuel Machado (1874-1937). Alma (1900), El mal poema (1909), Cante
hondo (1912).
·
Miguel de Unamuno (1864-1936). El Cristo
de Velázquez (1920). Poesías (1907),
·
Juan Ramón Jiménez (1950-1958). A su etapa
modernista pertenecen obras como: La soledad sonora, Sonetos espirituales, Estío y
Platero y yo.
Antonio Machado (1875-1939)
Nació en Sevilla. En 1927
fue elegido miembro de la Real Academia Española. Al estallar la Guerra Civil,
se alió con la causa republicana. Al final de la contienda, emprendió el éxodo
de España que lo condujo al pueblo francés de Colliure, donde murió.
Creó una poesía de intensa
emoción y gran introspección.
Machado definió la poesía
como el “diálogo del hombre con su tiempo”. El pensamiento poético parte de la
intuición vivida, temporal, a diferencia del pensamiento lógico, que se basa en
conceptos.
El tiempo se erige en uno
de los grandes temas machadianos: los otros –el sueño y el amor- tienen una
raíz común: la preocupación por lo temporal.
El sueño es la única
forma de conocimiento. En los sueños, el hastío es la nota emocional
predominante. Además del hombre, también sueña la naturaleza como proyección
del propio poeta.
El amor. En su obra hay
poco erotismo. La mujer aparece de forma etérea, como pura ensoñación. En su
poesía se incorporan amargas alusiones a la falta de amor, que se entrevé como
causa de su tristeza, junto a la idea de que ha pasado ya su oportunidad.
Soledades, galerías y otros poemas (1903) Expresa sentimientos universales:
la soledad, el anhelo de trascendencia, la angustia por el paso del tiempo y la
muerte… por medio de elementos del paisaje que adquieren valor simbólico.
Los
símbolos machadianos son:
·
La tarde, símbolo del declive, del
decaimiento. Es la hora machadiana, triste, lenta, melancólica.
·
El agua y la fuente. El agua es símbolo de
la vida; pero también canta la monotonía, el tedio de la ida, la eternidad del
dolor. La fuente invita al recuerdo. Revela un pasado de tristeza y pena.
·
El huerto y el jardín. El huerto simboliza
la ilusión asociada al recuerdo infantil. El jardín se vincula con la tarde y
la fuente es un lugar húmedo, oscuro y triste. En la oposición naturaleza libre
/ naturaleza sometida a canon, Machado se inclinará por la libertad.
·
Los caminos. Son los caminos de la vida
que conducen al ocaso. También representan las galerías del alma, que no se
sabe adónde conducen.
Campos de Castilla (1912). Es un libro heterogéneo con distintas secciones:
·
El descubrimiento del paisaje castellano
pone de relieve su belleza, pero también el atraso o la ignorancia de sus
gentes.
·
El poema narrativo La tierra de
Alvargonzález, plantea el tema de la envidia como problema del ser español.
·
Un conjunto de poemas breves de carácter
sentencioso o filosófico, titulado Proverbios y cantares.
·
Una serie de poemas en los que el poeta
recuerda emocionadamente a su esposa Leonor.
En
este poemario aparecen los símbolos del río, que representa la vida, que se
concibe como un camino en el que no cabe retroceso ni desviación.
El mar es símbolo de lo
absoluto e ilimitado; Machado lo identifica con una nada activa que aniquila
cualquier individualidad.
Sus preocupaciones filosóficas
y estéticas se recogen en Nuevas
canciones (1925) y Juan de Mairena
(1936). Aquí Machado crea dos personajes, Abel Martín y Juan de Mairena quienes
exponen sus puntos de vista sobre temas tan trascendentales como el ser, la crítica
poética y las relaciones entre poesía y filosofía.
La generación del 27: vanguardia y rehumanización. Miguel Hernández:
características, obras y temas.
Etapas
La Generación del 27 se
ve fuertemente marcada por los avatares históricos de su tiempo. El bienestar
económico de los años veinte, facilita la aparición de intelectuales
consagrados a los estudios y a la creación poética. La Residencia de
Estudiantes se convierta en el lugar de encuentro de jóvenes poetas venidos de
diferentes puntos de España. Esa confluencia crea un grupo homogéneo que se
disgrega a causa de la guerra civil y sus fatales consecuencias.
Los factores históricos y
las influencias europeas permiten distinguir dos etapas:
1922-1928. Esta etapa
está marcada por el predominio de la poesía pura y la admiración por Juan Ramón
Jiménez. Se caracteriza por:
·
La supresión del sentimentalismo y la
alabanza de la inteligencia.
·
La búsqueda absoluta de la belleza.
·
El rigor en la construcción poética y la
depuración del lenguaje.
·
La tendencia a la creación de poemas
breves.
Destacan dentro de esta
tendencia los siguientes autores:
·
La voz a ti debida y Razón de amor,
de Pedro Salinas. A través del amor, el yo poético descubre el “tu” esencial,
verdadero, de la persona amada, oculto tras las apariencias.
·
Cántico, de Jorge
Guillén. El poeta celebra jubilosamente la realidad (“el mundo está bien
hecho”, dirá) y la plenitud del instante.
Al mismo tiempo se
desarrolla la corriente llamada neopopularismo, que se caracteriza por la
incorporación de recursos y formas métricas propias de la poesía popular
española (soneto, décimas, romances). Dentro de esta tendencia destacan los
siguientes autores:
·
Romancero gitano, de García Lorca. A los
gitanos, encarnación de la libertad, la naturaleza y la pasión, se oponen los
guardias civiles, que representan la civilización, la razón y el orden burgués.
·
Marinero en tierra, de Rafael Alberti. La
contraposición entre el mar, símbolo del paraíso perdido de la infancia, y la
ciudad, asociada al mundo adulto, frío y artificioso.
1928-1936. La cohesión
del grupo empieza a resquebrajarse. Algunos de sus miembros (Cernuda, Alberti,
Lorca, etc.,) buscan nuevas formas de expresión a través de las vanguardias.
En esta segunda etapa
domina la influencia del surrealismo, con matizaciones. Del surrealismo aceptan
la rebeldía, la antirreligiosidad, la libertad imaginativa, el mundo de los
sueños, pero rechazan la escritura automática.
Esta influencia se
manifiesta en los siguientes rasgos formales:
·
Utilización de imágenes o de metáforas
irracionales: “la última fiesta de los taladros” (Lorca se refiere,
probablemente, a la muerte).
·
Asociaciones libres de palabras que
esconden, sin embargo, una coherencia profunda “las nubes no salen de tu
cabeza, pero hay peces que no respiran” (Aleixandre).
·
Preferencia por el empleo del verso libre.
Esta nueva propuesta
poética se rebela contra el magisterio y doctrina de Juan Ramón Jiménez y La
deshumanización del arte de Ortega y Gasset.
Dentro de esta tendencia
destacan los siguientes autores:
·
Sobre los
ángeles,
de Rafael Alberti. Los ángeles caídos que acosan al yo poético representan las
incertidumbres y angustias del autor, sumido en una profunda crisis personal.
·
Poeta
en Nueva York, de Federico García Lorca. Nueva York se
presenta como símbolo de la deshumanización del mundo moderno.
·
La
destrucción o el amor y Espadas como labios, de
Vicente Aleixandre. Al fundirse con la persona amada, el amante sale de sí
mismo y accede a una vida plena, en contacto con el cosmos.
La guerra civil (1936-39)
supone el final de
Miguel Hernández: características, obras y temas
Miguel Hernández nació en
Orihuela (1910), encuadrado en la generación del 36, grupo generacional roto
por
Su primera obra, Perito en Lunas, siguiendo el modelo de Góngora,
trata de crear una poesía de gran belleza formal y se propone captar la belleza
como el fin último de la poesía. Es su intento personal por implantar una
poesía pura en España. El resultado es una creación conceptuosa y trabajada de
la realidad con metáforas que, si bien arrancan de Góngora, tienen mucho de
personales
Su obra El rayo que no cesa (1934). En esta obra
se vuelve a cultivar una poesía del corazón, El rayo que no cesa es un libro de pasión e impulso. El tema
principal es el amor y sus distintos estados de ánimo: el arrebato, el furor,
la desesperación y el sufrimiento. Siente una atracción especial por el tema
amoroso, incluso en su aspecto sexual, en su noble naturalidad, el choque de
los cuerpos ante el común estremecimiento de tierra y firmamento. Predomina el
uso del soneto.
EL amor humano se
identifica con la destrucción; pero en El rayo que no cesa hay también
consideraciones de orden sociológico. El poeta, además de amante, es un novio y
el libro es también el poemario de un noviazgo provinciano. El poeta es un
amante rebelde que desde la fuerza de su amor quiere quebrar sus reglas, pues
no se resigna a la situación convencional de novio. La fuerza natural amorosa
se opone a la moral al uso.
Literatura de urgencia
(1935-1938). La poesía se vuelve un arma de combate, un instrumento útil para
mantener la moral del soldado y adoctrinarlo sobre la causa por la que lucha.
Sus rasgos más destacados son los siguientes:
·
Su intimidad cede a la
identificación solidaria para adentrarse en la causa del pueblo.
·
El foco pasa del “yo” al
“nosotros”.
·
Los contenidos temáticos
se cargan de razón ideológica y presupuestos éticos.
·
El poema busca una
practicidad, una función de propaganda, denuncia, etc.
Destacan obras como Viento del pueblo (1937), en que dominan
los tonos épicos y elegíacos. El hombre
acecha (1939), que se duele del odio, la crueldad, la opresión y la muerte
que acarrea la guerra.
Cancionero y romancero de ausencia, escrito entre 1938 y 1949, corresponde a
los poemas escritos en la cárcel. Sus temas principales son: las heridas de la
vida, el amor y la muerte, la concepción trágica de la existencia.
La voz poética ha perdido
todo, sufre de ausencia y falta de libertad: la guerra y la cárcel le han
separado de sus seres queridos.
Aparece un mundo lleno de
ira, acecho, rencor, del que solamente el amor puede liberarlo. Destaca la
importancia del tema del hijo, fruto y culminación del amor a su mujer: la
maternidad, el vientre de su mujer, es su único lazo con la vida. Hay alegría
por el nacimiento del primer hijo y profundo dolor por su muerte; después, con
su segundo hijo vuelve la esperanza, pero también el lamento por las
privaciones que sufre, como se refleja en el célebre poema titulado Nanas de la cebolla.
La lírica de posguerra, poesía
arraigada, existencial y social. Blas de Otero.
Años 40: poesía
existencial
Se desarrolla en torno a
tres revistas: Escorial, Garcilaso y Espadaña.
Escorial
Esta
revista reunió a los poetas de la generación del 36, un grupo escindido entre
España y el exilio. Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Luis
Felipe Vivanco se decantaron por una poesía intimista de temática tradicional:
el amor, la muerte, la tierra y el paisaje. Su lenguaje es sencillo, cotidiano
y cultivaron, sobre todo, el soneto. Destacan obras como: La casa encendida, de Luis Rosales; Escrito a cada instante, de Leopoldo Panero; y El descampado, de Luis Felipe Vivanco.
Garcilaso
Se
fundó con apoyo oficial para crear una poesía favorable a los intereses del
régimen. El poeta más destacado fue su director, José García Nieto.
Siguen interesándose por
los temas religiosos, amorosos y por la contemplación del paisaje. Despliegan
un estilo retórico –a veces neobarroco- y un admirable dominio de la técnica.
Frente a estas revistas sufragadas por el régimen,
aparecieron otras entre las que destaca Espadaña.
Los escritores querían proclamar una poesía existencial, social, muy cercana a
la de Hijos de la ira de Dámaso
Alonso. Pretendían una lírica más apegada al mundo y a sus problemas. A los
temas de la época, amor, naturaleza, Dios, se añade el de los problemas
sociales, el de una poesía dirigida “a la inmensa mayoría”. Dámaso Alonso
denominó a la primera de estas corrientes poesía arraigada y a la segunda
poesía desarraigada. En realidad, esta última es producto claro del
existencialismo tan dominante en la época.
Hijos de la ira, Sombra del Paraíso y Espadaña
La
visión positiva del mundo de los poetas de Garcilaso contrastaba con la
desgarrada realidad de la española de la época. La reacción contra esta poesía
se concretó en el año 1944, con la publicación de Hijos de la Ira, de Dámaso Alonso; y de Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre, así como con la creación
de la revista Espadaña.
Hijos de la ira (1944) es un libro de protesta
e indagación. Yo escribí Hijos de la ira lleno de de asco ante la estéril
injusticia del mundo y la total desilusión de ser hombre”. Se emplea un
lenguaje cotidiano y un léxico diverso, incluido el no poético; abundan las
repeticiones (léxicas y morfosintácticas) y la acumulación de imágenes,
expresión de la violencia. En la métrica, está presente el verso libre, con
extensos versículos.
Sombra del paraíso (1944). En este poemario se
muestra el descontento ante el destino humano, desde un presente en que se añora
el paraíso perdido.
La
poesía existencialista se centra en el sufrimiento del ser humano; los poetas
expresan su dolor existencial, su soledad y su indefensión. Así los temas son
la búsqueda dolorosa de Dios o su silencio, las crisis religiosas, la angustia
por la muerte inexorable. Muchos autores evolucionarán luego hacia la poesía
social.
Otras autores
existencialistas son: Carlos Bousoño, Raíz
(1947); Vicente Gaos, Arcángel de mi
noche (1942) y Sobre la tierra
(1945); Carmen Conde, Mujer sin Edén
(1947).
Años 50: poesía social
La
poesía social, iniciada en la década anterior, triunfa a mediados de los
cincuenta. Un grupo de poetas, entre los que sobresalen Gabriel Celaya, Blas de
Otero, Victoriano Crémer, Eugenio de Nora y José Hierro concibieron la poesía
como comunicación: como medio de denuncia del dolor y las injusticias sociales,
y, en algunos, de lucha por el cambio social y político.
La poesía social se
caracterizó por su preocupación por la realidad y la vida colectiva, su rechazo
del formalismo anterior, el tono narrativo, un lenguaje cotidiano y cierta
tendencia al prosaísmo, para llegar a un público amplio.
Autores
más destacados de la poesía social:
·
Gabriel Celaya (1911-1991). Las cartas boca arriba (1951) y Cantos Íberos (1955).
·
José Hierro (1922-2002). Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947), Quinta del 42 (1952)
·
Angela Figuera de Aymerich (1902-1984). Mujer de barro (1948), Vencida por el ángel (1950) y Víspera de la vida (1953), El grito inútil (1952).
Blas de Otero(1916- 1979)
Nació en Bilbao. Estudió
Derecho y Filosofía y Letras. Desde
joven tuvo que afrontar problemas por la ruina de su familia y sufrió períodos
de crisis depresivas. Durante algún tiempo se dedicó a la enseñanza, actividad
que abandonaría para entregarse totalmente a la poesía. Fue miembro del Partido
Comunista de España, residió varios años en Cuba y viajó por Europa y Asia.
Escribe
una poesía sincera, humana, dirigida a la “inmensa mayoría”, con el propósito
de sacudir las conciencias y de compartir con el resto de la humanidad su
“tragedia viva”, que puede residir en la propia existencia o en la vida en
sociedad.
Etapas de su poesía
·
Poesía existencial. Blas de Otero publicó
sus mejores obras a partir de 1950: Ángel
fieramente humano (1950) y Redoble de
conciencia (1951), reunidas con posterioridad en un solo volumen bajo el
título de Ancia (1958), que incluía
nuevos poemas.
Toda
su obra está centrada en el tema del ser humano. En estos primeros títulos el
enfoque es existencial. Como hombre, se plantea el problema de Dios y su ausencia;
el poeta se siente solo, abandonado. Si Dios no existiera, la muerte se
presentaría con la crudeza de la aniquilación total. De ahí la lucha
desesperada del hombre por encontrarlo y poder sentido a su existencia.
·
Poesía social. Pido la paz y la palabra (1955) y Que trata de España (1964) pertenecen a esta segunda etapa.
Descubre que su canto ha de ser para los que, como él, luchan en la carrera de
ser hombre frente a Dios: Definitivamente cantaré para el hombre. En su nombre
reclama la paz, la libertad y la justicia; pero también la palabra, única arma
de que el poeta dispone para transmitir las ideas del pueblo, sus angustias y
esperanzas.
En sus últimos años
cultiva una poesía experimental, de influencia surrealista con imágenes irracionales
y presencia del absurdo: Historias fingidas y verdaderas (1970). Hay un retorno
a la intimidad de la voz poética (la infancia, la vida cotidiana) y mayor
serenidad. Destacan, además, los poemas escritos en prosa.
La generación poética del 50. Características, autores y obras. Ángel
González.
A
mediados de los años 50 surge un grupo de poetas que, sin renunciar a la
preocupación por los problemas humanos, vuelve a preocuparse por el carácter
artístico de la poesía.
Machado
se convierte en referente estético y ético. El acto fundacional del grupo será,
así, el viaje que algunos de ellos (Goytisolo, Valente, Ángel González, Gil de
Biedma o Caballero Bonald) realizan a Colliure para visitar la tumba del poeta.
A
varios de ellos les une una estrecha de amistad, el hecho de haber sido niños
de la guerra y haber vivido la etapa más dura de la posguerra.
Todos
ellos conciben la poesía como experiencia, es decir, se defiende el carácter
autónomo del poema y la no existencia de un conocimiento previo del material de
la experiencia –de la realidad vivida- hasta que se va componiendo el poema. El
acto poético hace conocer al poeta una experiencia que desconocía.
Su obra se consolidará en
la década de los 60.
Estos
creadores conciben la poesía como un proceso de conocimiento, de la realidad, de
sí mismos, y también del lector.
Aunque
la mayoría de estos escritores cultiva al principio la poesía social, con el
tiempo evolucionan hacia una poética centrada en lo individual y lo subjetivo,
con una mayor elaboración artística del lenguaje literario. En la literatura
influyen poetas del 27, especialmente Guillén y Cernuda.
Entre
los rasgos temáticos más importantes se pueden citar:
·
El análisis de la memoria personal y la
experiencia individual e histórica, es frecuente el tema de la infancia y la
juventud perdidas.
·
Los temas del paso del tiempo, vinculado
con el anterior y con la concepción de la vida como teatro; el amor, ligado al
erotismo, y la amistad.
·
Prefieren mostrar con bastante desnudez su
intimidad y relatan sus amores reales o fingidos sin ningún pudor.
·
Valoran más la palabra y buscan conseguir
efectos de ambigüedad de lectura, que pueden llegar al simbolismo y al
irracionalismo. El lector intuye el poema. Comenta Bousoño: “Yo diría que se
busca la comprensión, pero las de aquellas personas que sean sensibles al arte
(y que no nos engañemos, resultan las únicas que se acercan a una librería para
comprar un libro de versos)”.
·
Concentración y tensión expresiva. Se
busca a través de la naturalidad crear un poema construido como un todo y que
se mantenga una tensión desde el principio al fin para lo que la rima
desaparece y el ritmo del verso se hace más libre. La estrofa casi se abandona.
·
Se sirven de la anécdota para que el poeta
pueda exponer su subjetividad. Son frecuentísimos los poemas en que se parte de
las anécdotas, la experiencia de la niñez y de la adolescencia.
·
Hacen poesía ética o crítica, que gusta muchas
veces de la sátira y la autoironía.
·
La presencia de lo religioso, relacionado
con la literatura mística española o con la oriental (en poetas como Claudio
Rodríguez y José Ángel Valente).
·
La metapoesía: algunos poemas reflexionan
sobre la poesía o sobre las características, capacidades o insuficiencia del
lenguaje literario.
En lo estilístico predomina
un tono reflexivo o meditativo, un estilo conversacional, un lenguaje coloquial
y son frecuentes el uso de la ironía y la intertextualidad (citas, autocitas,
paráfrasis o parodias de otros textos).
Nómina de poetas de la
generación del 50 y obras destacadas:
Ángel
González (Tratado de urbanismo, 1967)
Jaime
Gil de Biedma (Poemas póstumos, 1968;
Compañeros de viaje, 1959)
Carlos
Barral (Las aguas reiteradas, 1952; Diecinueve figuras de mi historia civil,
1961)
Claudio
Rodríguez (Don de la ebriedad, 1953; Desde mis poemas, 1963)
José
Agustín Goytisolo (Salmos al viento,
1958; Claridad, 1961)
Jose
Ángel Valente (Poemas de Lázaro,
1960; La memoria y los signos, 1966)
Francisco
Brines (Las brasas, 1960; El santo inocente, 1965)
Alfonso
Costafreda (Nuestra elegía, 1949; Ocho poemas, 1951)
José Manuel Caballero
Bonald (Memorias de poco tiempo, 1954;
Las horas muertas, 1959).
Ángel González
(1925-2008)
Nació
en Oviedo. Ejerció un tiempo como maestro y luego se graduó en Derecho en la
Universidad de Oviedo. Vivió en Madrid, Sevilla, Barcelona y Estados Unidos,
donde trabajó como profesor en distintas universidades.
Obtuvo el Premio Príncipe
de Asturias (1985) y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1996). En 1996
ingresó en la RAE. Murió en Madrid.
Obra poética
En
la producción poética de Ángel González se aprecian tres etapas:
·
Primera etapa. Desde Áspero mundo (1956)
hasta Tratado de urbanismo (1967), la decepción y el pesimismo existencial se
aúnan con una dura crítica al mundo circundante. La poesía se convierte en un
instrumento clarificador tanto de la experiencia del poeta como de la sociedad
que lo condiciona. El tema vertebrador es el paso del tiempo, al que se
supeditan una serie de subtemas, como el amor, el desengaño, el absurdo de la
vida, la infancia como paraíso perdido y el transcurrir histórico. En Grado
elemental (1962), la ironía es central y sirve para parodiar el entorno
político y social de la época.
·
Segunda etapa. Abarca desde Breves
canciones para una biografía (1971) hasta Prosemas o menos (1985). Se incorpora
en los textos lo lúdico: la ironía deriva hacia el humor y abundan las
inversiones y distorsiones semánticas, la ruptura de frases hechas, los
neologismos y los juegos de palabras.
·
Tercera etapa. Se abre con Deixis en
fantasma (1992) y continúa con Otoños y otras luces (2000). Comienza ahora una
meditación de carácter elegíaco. Continúa en su obra la obsesión por el paso
del tiempo y el testimonio del tiempo histórico.
Los novísimos y la poesía de la experiencia. Luis García Montero
Nómina de los novísimos
En
1970 el crítico José María Castellet publicó una antología titulada Nueve
novísimos poetas españoles que incluía composiciones de los siguientes poetas:
Pere
Gimferrer (Arde el mar y La muerte en Beverly Hills).
Guillermo
Carnero (El sueño de Escipión).
Félix
de Azúa (El velo en el rostro de Agamenón).
Antonio
Martínez Sarrión (Una tromba mortal para
balleneros).
Manuel
Vázquez Montalbán (Una educación sentimental)
Leopoldo
Mª Panero (Así se fundó Carnaby Street)
Ana
María Moix (Call me Stone)
Vicente
Molina Foix y José Mª Álvarez.
Se
suelen añadir otros que, inicialmente, comparten algunas características con
ellos, como Luis Antonio de Villena o Luis Alberto de Cuenca.
También se les conoce con
el nombre de generación del 68, ya que la labor de estos poetas coincide con
los años 60 en España, la década de la europeización del país. Otro nombre es
el de Los venecianos, porque escribieron con cierta frecuencia sobre Venecia.
Como
en el Modernismo el poeta se considera un ser perteneciente a una aristocracia
intelectual, cuya manifestación es la exhibición cultural en el poema. Por otro
lado, también hay una tendencia a la evasión, al refugio en una época, lugares
o personajes del pasado. Un modo de expresión generalizado es el monólogo dramático:
el poema se pone en boca de un personaje histórico, conocido o no, como emisor
y responsable de los versos.
Estos
poetas acentúan el aspecto verbal y la huida de la realidad, aunque no rompen
del todo con la generación anterior. Pero, sí es verdad, suponen un cambio
perceptible y muy fértil.
En su mayoría son poetas
filólogos. Casi todos ellos han estudiado Filología románica, hispánica y
clásica, lo que explica ciertos temas y ciertos modelos. En general, son
profesores en las escalas más altas y algunos han llegado a ser académicos y
directores de la Biblioteca Nacional.
·
En su formación cultural y en los temas se
mitifica la cultura de los medios de comunicación, radio, cine, tebeos o
canciones. Demasiados tebeos, Marilyn Bogart, posters, mucho Che Guevara,
Kennedy, Klimt, novela negra. Conocen la poesía extranjera: autores como Eliot,
Cavafis, el Surrealismo, y en ellos influyen Cernuda, Gil de Biedma y autores
hispanoamericanos como Octavio Paz o César Vallejo.
·
Su poesía se aleja del realismo y regresa
a los experimentos relacionados con la vanguardia (escritura automática y uso
del collage) o con el Modernismo (gusto por lo exótico, por el ritmo del
lenguaje, por el léxico culto, etc. Defienden la autonomía del arte y
manifiestan una extrema preocupación por el lenguaje.
·
Consideran que el “yo” del poeta está tan
dicho que es imposible y resulta estúpido presentarlo en escena. Se sirven de
recursos como el prosaísmo y la ironía. El existencialismo negativo se
manifiesta en la incapacidad de creer en la poesía como un acto de
conocimiento. El mundo no se conoce a través de la palabra. Prefieren el verso
largo y sujeto a unos ritmos muy marcados, con base endecasílaba y, con más
frecuencia alejandrina.
·
Durante los años setenta, la influencia de
la poesía novísima se ramifica en distintas tendencias que desarrollan algunas
de sus características. Las principales son:
ü
La corriente culturalista. El poema se centra en algún suceso o en algún
personaje de la historia cultural y se construye sobre él, muchas veces en
forma de monólogo dramático. El poeta exhibe sus conocimientos y su
sensibilidad hacia la cultura.
ü La
corriente clasicista. Se inspira en las formas métricas y el estilo literario
de los clásicos.
ü La
corriente experimental. Se profundiza en la vinculación con las vanguardias del
período de entreguerras, mediante la creación de poesías visuales y collages.
ü
La corriente metapoética. Predomina la
indagación sobre la naturaleza de la poesía. Suele manifestarse por medio de
una poesía minimalista, cercana a la poesía pura e influida por la poesía
oriental.
La poesía de la experiencia
Desde
1975 hasta principios de la década de los 80 prevalece la estética de la
promoción de los 70 o del 68. Al mismo tiempo, continúan su labor los poetas de
la promoción de los 60, que viven una etapa de plenitud artística, en la que
publican libros fundamentales.
Progresivamente
se van desarrollando distintas tendencias, alejadas del culturalismo, entre las
que destaca la poesía de carácter realista. En los años ochenta se recobra la importancia
del yo poético y del compromiso (en un sentido amplio, distinto del de la
poesía social), aparecen el humor, los asuntos intrascendentes de la vida cotidiana,
las realidades contemporáneas y urbanas.
La combinación de cotidianidad,
intimidad y voluntad de incardinarse en el presente que remite a los autores
del Medio Siglo, en particular, a Ángel González y Gil de Biedma- y, a través
de ellos, a Antonio Machado. Pretenden recuperar el vínculo con el lector, tal
como ocurre en la narrativa –los nuevos realismos y la revalorización del gusto
por contar historias- y el teatro
La
poesía de la experiencia es la corriente dominante hasta mediados de la década
de los 90. Podemos citar las siguientes características generales:
ü Insistencia
en el carácter ficticio del poema y, en consecuencia, del yo poético y en las
experiencias individuales, a partir de las cuales surgen las reflexiones y las
visiones del mundo: relaciones amorosas, desengaño y fracaso, conciencia del
paso del tiempo. Predomina la reflexión de la voz poética o el monólogo
dramático y cierto carácter narrativo.
ü Estética
verosímil y realista, que lleva a la preferencia por una representación
literaria de una realidad que pueda ser identificada y fácilmente por los lectores;
en este aspecto es central el ámbito de la ciudad y la cotidianidad (tráfico,
vehículos, bares…)
ü Estilo
cuidado pero sencillo, con rasgos conversacionales y prosaicos, y léxico propio
de la cultura urbana (de jergas, anuncios, espacios, vehículos, profesiones) y
ambientes como bares, taxis, teléfonos, cines, hoteles o ascensores que sitúan
en el contexto de la España de la época; empleo de citas y alusiones, y también
humorismo.
ü Función
civil de la poesía temática amorosa. Aunque no existe un compromiso político y
explícito, la poesía debe enraizarse en la realidad histórica y servir como
reducto de los valores éticos esenciales (dignidad, solidaridad…) frente a una
sociedad deshumanizada. El amor, es uno de los temas fundamentales.
ü Recuperación
de formas métricas tradicionales. Frente a la tendencia al verso libre de los
Novísimos, se vuelve al verso medio (heptasílabos, endecasílabos y
alejandrinos), y son frecuentes las silvas y los sonetos.
ü Antivanguardismo
y anticulturalismo. El poeta no es (como en el simbolismo o las vanguardias) un
ser marginal, un genio o visionario que realiza una actividad sublime, sino
alguien normal, que habla de las vivencias y emociones de las personas normales.
Pertenecen a esta
corriente poética autores como:
ü Luis García Montero, Tristia,
(1982 y 1989)
ü Felipe Benítez Reyes, Paraíso
manuscrito (1982)
ü Carlos Marzal, El último de
la fiesta (1987)
ü Luis Alberto de Cuenca, La
caja de plata (1985)
ü Miguel d’Ors, Curso superior de ignorancia (1987), La música
extremada (1991)
ü Jon Juaristi, Diario de un
poeta recién cansado y Viento sobre las lóbregas colinas
ü Almudena Guzmán, Usted
(1989) y El libro de Tamar (1989)
Luis
García Montero (1958)
Nació en
Granada. Profesor de literatura española en la universidad de esta misma ciudad
ha publicado varios poemarios: Y ahora que ya eres dueño del puente de
Brooklyn (1980), Tristia (1982, 1989), Las flores del frío (1991),
Habitaciones separadas (1994), Vista cansada (2008), Balada de
la muerte de la poesía (2016), A puerta cerrada (2017)… Ha recibido
los premios Federico García Lorca (1979), Adonais (1982), Loewe (1993) y
Nacional de Poesía (1995), estos dos últimos por Habitaciones separadas, El Premio Nacional de la Crítica en el
2003. En Casi cien poemas (1997) se recoge una antología de su obra.
Desde 2018 es director del Instituto Cervantes.
Incluido
dentro de la poesía de la experiencia busca relacionarse con la poesía de Luis
Cernunda y Jaime Gil de Biedma y trata de unir la estética de Antonio Machado y
el pensamiento de la generación del 50, así como el Surrealismo y las imágenes
impactantes de los poetas del Barroco español o de Juan Ramón Jiménez.
La
característica más destacable de Luis García Montero es el narrativismo
histórico-biográfico de sus poemas, de una estructura casi teatral o novelística
con un personaje protagonista que cuenta o vive su historia a través de la
memoria, del recuerdo o del deseo. Su poesía se caracteriza por un lenguaje
coloquial y por la reflexión a partir de acontecimientos o situaciones
cotidianas.
Uno de
los ejes fundamentales de su obra es la memoria, no solo la individual sino la
colectiva, ambas fusionadas, permitiendo los versos más espeluznantes, directos
y precisos, sin permitir que todo esto impida la utilización de los recursos y
el jugar con lsa palabras.
Para
este poeta la poesía no es un momento para volverse sentimentales y acercarse a
las cursilerías, como lo cree una gran cantidad de gente, sino más bien, una
forma de adquirir conocimiento, de acercarse a la realidad y ajustar cuentas
con ella.
Por otro
lado, para él la originalidad en la poesía es fundamental, pero solo es posible
alcanzarla si se tienen influencias lo suficientemente fuertes que Ayuden a formar un estilo característico; así es posible fundar el
propio y mundo y a partir de él surgirán poemas originales y un estilo único.
Habitaciones
separadas (1994), el poeta utiliza un tono sostenido, poderosa nostalgia,
emoción delicada que no alza la voz, poesía escueta, ceñida, es la obra de un
poeta joven pero ya importante. La poesía de Luis García Montero indica una de
las tendencias más valiosas de la lírica española contemporánea, esa línea que
se ha llamado “poesía de la experiencia”. Podríamos llamarla también poesía de
la vida, poesía que trata de explorar la realidad de todos los días, que colindan
por una parte con lo maravilloso y por otra con lo cotidiano. Es un libro lleno
de emociones en el cual los jóvenes van a reconocerse. Pero no solo ellos, todos
nosotros podemos reconocernos en muchos momentos de este libro escrito con
versos diáfanos y al mismo tiempo inteligentes.
El ensayo características generales. El ensayo
desde la democracia hasta hoy en día
El término ensayo fue
usado por Montaigne en 1580 en sus conocidos Essais. Ortega y Gasset lo definió
como “disertación científica sin prueba explicita. Contiene reflexiones sobre
temas diversos, comentarios de experiencias personales, opiniones críticas… Es
un género en prosa y de carácter divulgativo. Abierto a cualquier tema y
tratamiento.
El ensayista pretende mostrar
un conocimiento intuitivo. Sabe que no puede convencer aplicando el método
científico, por eso elige el ensayo
Características
generales del ensayo
El término ensayo procede de Montaigne, que lo utilizó en sus
conocidos Essais (1580). Ortega y Gasset
lo definió como “disertación científica sin prueba explicita”. Contiene desde
reflexiones sobre temas diversos hasta comentarios de experiencias personales,
opiniones críticas… Por esto el ensayo puede tratar temas de literatura,
filosofía, arte, ciencias experimentales, política.
El ensayo es un género en prosa y de carácter divulgativo.
Abierto a cualquier tema y tratamiento. Conviene al uso periodístico,
científico y humanístico. A veces el
ensayo especializado se aleja algo de la prosa de divulgación, pero la ausencia
de prueba y la subjetividad lo diferencian del texto científico.
El ensayo subjetivo se acerca al texto argumentativo y solo
se diferencia de él en la intencionalidad del emisor. El texto argumentativo
pretende convencer mediante argumentos, hipótesis o incluso falacias. El
ensayista sabe que no cuenta con elementos de prueba, pretende mostrar un conocimiento
intuitivo. Desde el principio sabe que no puede convencer aplicando el método
científico, por esa razón elige el ensayo y no la prosa científica.
Características del
ensayo
Resulta difícil delimitar las
características que definen el ensayo como género literario, ya que presenta
similitudes con otras manifestaciones no solo literarias, sino también científicas.
He aquí los aspectos más relevantes del género.
ü Tiene un carácter didáctico y divulgativo y suele
estar dirigido a un lector no especializado. Su extensión es variable.
ü Posee gran amplitud temática, por lo
que pueden aparecer temas variados, de carácter desenfadado o de contenido
trascendente.
ü El desarrollo es asistemático. El ensayo
no presenta una ordenación rigurosa y el pensamiento fluye sin un orden lineal.
ü La estructura es abierta, tanto el
plano formal como en el conceptual. El discurso suele progresar mediante asociaciones de ideas y digresiones sobre conceptos que son de
interés para el autor y que le desvían del asunto central.
ü Las referencias y citas no son tratadas con el rigor de los textos
científicos y el proceso de citación suele ser memorístico.
ü Es subjetivo. El subjetivismo queda patente en
el uso de digresiones, asociaciones de ideas, anécdotas y ejemplos. Muchas
veces el ensayo refleja el mundo que rodea al autor sus circunstancias
históricas y vitales.
ü El ensayo es un género literario y, por ello, suele presentar intencionalidad estética, es decir una voluntad de estilo
por parte del autor, quien, con frecuencia, adopta recursos estéticos propios
de la lengua literaria (metáforas, antítesis, ironía, interrogaciones
retóricas, etc.).
ü La exposición y la argumentación son las
formas de elocución que con mayor frecuencia se utilizan.
ü El ensayo va
dirigido a un lector medio, culto e
interesado en el tema, pero no necesariamente especialista.
EL ensayo a principios
del siglo XX
El ensayo español alcanza durante el siglo XX su máximo
florecimiento, cobrando una gran importancia en la transmisión de contenidos
científicos, ideológicos y del pensamiento en general. Adquiere importancia en
los autores de la Generación del 98, entre los que destaca Unamuno; en los
novecentistas, con Ortega y Gasset a la cabeza; en la gran labor crítica de los
escritores de la generación del 27, como Salinas o Dámaso Alonso, o en el
interés del pensamiento filosófico y de la erudición tras la Guerra Civil.
Evolución del ensayo
hasta el siglo XX
El ensayo en la
Generación del 98
Los temas más tratados por los autores pertenecientes a esta
generación son el problema de España
y el sentido de la vida. En cuanto
al tema de España, buscan un cambio en la consideración del espíritu y del
carácter español que se aleje de los tópicos. En cuanto al tema existencial,
dirigen sus planteamientos desde perspectivas variadas: la religión, la ética o
la filosofía.
Como antecedente ideológico de este grupo generacional
sobresale Ángel Ganivet con Idearium español (1897), donde pretende
desentrañar la esencia de lo español y propugna la necesidad de una renovación
espiritual establecida sobre la tradición nacional.
El cultivador más importante del ensayo en la Generación del
98 es Miguel de Unamuno. Sus ensayos
constituyen una verdadera confesión de su intimidad. Su personalidad fue
compleja y llena de permanentes contradicciones. Su dos grandes núcleos
temáticos son: el sentido de la vida
y su profunda preocupación por España.
En la producción ensayística de Unamuno podemos establecer
dos etapas: la primera, hasta 1905, se centra en el intento de europeizar España siguiendo la teoría
del Regeneracionismo; y la segunda, a partir de 1905, se estructura en torno a
la idea de españolizar Europa.
Entre sus obras destacan En
torno al casticismo (1895-1916) en la que se expresa su honda preocupación
por el tema de España y expone el concepto de intrahistoria, mediante el cual opone la vida cotidiana del pueblo
a la historiografía oficial con sus grandes fechas y nombres. Son también
importantes Vida de Don Quijote y Sancho
(1905), en la que se exalta la figura del personaje cervantino. La agonía del cristianismo (1924) y Del sentimiento trágico de la vida
(1913), en la que se plantea la cuestión de la inmortalidad.
Los rasgos característicos de sus ensayos son: una estructura
de diálogo mediante preguntas y respuestas, la presencia de metáforas,
parábolas y paradojas, la utilización de interrogaciones retóricas y la
búsqueda de un lenguaje preciso y antirretórico.
José Martínez Ruiz,
Azorín, cultivó el
ensayo en obras como: los pueblos
(1905), La ruta de Don Quijote
(1905), Castilla (1912) o Al margen de los clásicos (1915). En
ellas pone de manifiesto su estilo personal, caracterizado por la sencillez y
la precisión, junto con el empleo de frases breves y de una gran riqueza
léxica. Sus tres temas fundamentales son:
el tiempo y las meditaciones acerca de la fugacidad de las cosas, el paisaje de España, descrito con gran
lirismo y emotividad y la literatura.
Pío Baroja criticó de forma constante la crueldad, la estupidez y la maldad de la
sociedad del momento. De carácter ensayístico son sus libros de memorias
Juventud, egolatría (1917) y Desde la última vuelta del camino (1943-1949), en
el que se incluye ensayos, biografías y diferentes artículos periodísticos.
Antonio Machado sobresale como ensayista con su obra Juan de Mairena, donde expone sus ideas estéticas, religiosas y filosóficas.
El Novecentismo. Ortega
y Gasset
Los autores de este grupo presentan una sólida formación
intelectual como consecuencia del interés que despiertan en ellos las
aportaciones europeas concernientes a todos los ámbitos del saber. Durante los
años previos a la Guerra Civil, el ensayo mantiene el esplendor alcanzado en la
etapa anterior, incluso, experimenta un aumento cuantitativo y cualitativo.
Consideran que el intelectual ha de adoptar una postura comprometida con la
sociedad interviniendo de forma constante mediante artículos, conferencias,
etc., por lo que el ensayo constituye el cauce óptimo para la transmisión
ideológica.
José Ortega y Gasset (1883-1955). Nació en Madrid y se educó
con los jesuitas, licenciándose en Filosofía y Letras. Se doctoró en 1904 y al
año siguiente marcha a Alemania a estudiar. De regreso a España, gana la cátedra
de Metafísica en al Universidad de Madrid, donde enseña hasta el estallido de
la Guerra Civil. Tras un período de exilio, vuelve al país, donde sigue ejerciendo
su magisterio intelectual hasta su muerte. Es una de las figuras más relevantes
de la filosofía y del pensamiento español del siglo XX. Con él, el ensayo
alcanza en España su máxima expresión. Ortega fue un profundo conocedor de las
culturas francesa y alemana y poseía una sólida formación clásica. Los textos
orteguianos se diseminan en múltiples publicaciones de carácter periódico,
tales como El Sol o la Revista de Occidente, fundadas y
dirigidas por él.
Dentro de su producción ensayística cabe distinguir dos
etapas: en la primera, hasta 1915, muestra una clara intención literaria en su
estilo, y en la segunda, presenta mayor contención en la forma.
Dentro de su filosofía, cabe señalar el interés que
adquieren la idea de circunstancia,
expuesta desde su primera obra Meditaciones
del Quijote (1914), (Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a
ella no me salvo yo) y el concepto de perspectivismo,
según el cual las concepciones del mundo varían en función del punto de vista
empleado.
La preocupación por
España constituye
uno de los móviles de su pensamiento, tema que se remonta al Regeneracionismo
del siglo XIX. Para Ortega el problema de España se basa en la inexistencia de
minorías selectas y en la rebeldía anárquica de las masas. Se muestra
partidario de la integración de España en Europa. Este tema lo desarrolla en
obras como España invertebrada (1921) y La rebelión de las masas
(1930)
En cuanto a la Estética, en su ensayo La
deshumanización del arte (1925) analiza el nuevo arte de vanguardias, que se
caracteriza por los siguientes rasgos: deshumanización, la obra de arte no es
más que una obra de arte, el arte se considera como un juego, y nada más, predominio
de la ironía, eliminación de toda falsedad, la intrascendencia y, finalmente,
un estilo artificioso (no es más que un juego intrascendente). Todas estas características
provocan que sea un arte impopular, dirigido por una selecta minoría capaz de
entenderlo y explotarlo; mientras que la masa lo desprecia porque es incapaz de
acceder a él. En Idea sobre la novela, estudia la decadencia del género por su
falta de temas nuevos y el excesivo realismo; el novelista debe dar prioridad a
lo imaginativo, lo intelectual y un estilo más elaborado.
Su prosa es de gran belleza y suele introducir abundantes
figuras retóricas. Sus escritos se caracterizan por un estilo oratorio en el
que predominan las construcciones paralelísticas, las frases melódicas y el
lenguaje metafórico. En el léxico, combina la presencia de cultismos,
tecnicismos y préstamos de otras lenguas con expresiones coloquiales.
Entre sus obras más importantes destacan: La España invertebrada (1921), en la que
expone sus teorías sobre la decadencia española; La deshumanización del arte (1925), libro que se convirtió en uno
de los más importantes e influyentes del momento; Ideas sobre la novela (1925), la
rebelión de las masas (1930); y Estudio
sobre el amor (1940). Merece especial mención la recopilación de los ocho
volúmenes de El espectador
(1916-1934) en los que introduce temas diversos caracterizados por su
actualidad.
Otro ensayista significativo fue Eugenio D´Ors (1882-1954). Cultivo, fundamentalmente, la glosa, esbozo de un pequeño ensayo que
surge a raíz de alguna anécdota o hecho de tema literario, artístico o
político.
Su primera obra, el Glosari (1906), constituye una
recopilación de glosas publicadas en periódicos. Otros títulos significativos
son: Tres horas en el Museo del Prado (1912) y Estudios sobre morfología cultural (1928).
Gregorio Marañón (1877-1960), además de eminente
médico, fue uno de los ensayistas españoles más destacados. En su estilo se
entremezclan la prosa de erudición, la exposición científica y la prosa
literaria. Son importantes sus interpretaciones de la Historia y los mitos
literarios. Destacamos entre otros títulos Tres
ensayos sobre la vida sexual (1926) y Don
Juan. Ensayo sobre el origen de su leyenda (1940), curiosa interpretación
del personaje al que considera poco masculino.
El ensayo y la crítica en la Generación del 27
El ensayismo de carácter literario adquiere especial
relevancia en la Generación de 1927, ya que casi todos los integrantes de este
grupo colaboraron en diferentes revistas. En el período anterior a la Guerra
Civil adquieren gran importancia tres revistas que sirven de vehículo del
pensamiento de la época, y, por tanto, del ensayismo:
·
La Revista de Occidente (1923-1936) fundada por
Ortega, que tiene un marcado carácter europeísta.
·
Cruz y Raya (1933-1936), que reflexiona sobre diversas
cuestiones de carácter nacional. Sus temas son el arte, la política, la
literatura y la religión. Entre las figuras vinculadas a ella encontramos a
José Bergamín, su fundador.
·
La Gaceta Literaria (1927-1931), que presenta un
marcado carácter informativo. En ella se aúnan las novedades de carácter
europeísta con la tradición española. Destaca la figura de su fundador, Ernesto
Giménez Caballero.
El ensayo desde mediados del Siglo XX
La Guerra Civil supuso para muchos
intelectuales cercanos a la República el exilio. Esto provocó un gran vacío en
el género ensayístico de posguerra. En los años cuarenta apena existen más que
aquellas obras de autores afines a las doctrinas del régimen franquista. Tan
solo se perciben ligeros intentos por reanudar una labor intelectual de
carácter liberal y europeísta en algunos pensadores que creían en la necesidad de
un contacto con el pensamiento y la cultura europeos.
María Zambrano (Vélez-Málaga, Málaga,
1904- Madrid, 1991) fue discípula de Ortega y Gasset y de Xavier Zubiri,
profesora auxiliar de la cátedra de metafísica de La Universidad de Madrid,
colaboró en las revistas Cruz y Raya y la Revista de Occidente, y
durante la guerra en Hora de España. En 1939 salió para el exilio y vive
sucesivamente en París, Chile, La Habana, México, Puerto Rico, Roma y Ginebra.
Desde 1984 vivió en Madrid. Su denso pensamiento filosófico lo expresa mediante
una prosa de extraordinaria calidad en la que destaca su precisión.
Uno de los ejes centrales de la
poesía de la filosofía de María Zambrano es el estudio de las relaciones entre
filosofía y poesía, lo que llama la “razón poética”. Analiza también el valor
de lo vital fuera de los esquemas racionales. Se interesó por el mundo del
sueño, pero fuera de los presupuestos freudianos. Además, está presente en su
obra la preocupación por España. Para la pensadora, el verdadero ser de España
se muestra a través de la literatura. Reflexionó también sobre el destino de
Europa reflexionando sobre el renacimiento del humanismo en medio de la dominación
nazi. Entre sus escritos relevantes están Filosofía y poesía (1939), La
agonía de Europa (1945), La España de Galdós (1960), Deliro y
desino (1989) y Notas de un método (1989). Su estilo literario se
halla a medio camino de lo lírico y lo ensayístico.
El ensayo desde los años cincuenta
hasta la democracia
Durante estos años el ensayo deriva
hacía unas formas que han difuminado aún más las características específicas
del género. Este hecho se produce como consecuencia de la publicación de
numerosos ensayos relacionados con muy diversos campos del conocimiento. De ahí
que los límites entre el ensayo, la investigación científica, la erudición y la
crítica sean muy indefinidos.
TEMAS Y OBRAS ENSAYÍSTICAS |
|
El pensamiento filosófico |
X. Zubiri, Naturaleza, Historia, Dios (1942); Pedro Laín Entralgo, España como problema (1949); J. Luis
López Aranguren, Ética (1958), Moral y
sociedad (1965); Julián Marías, Ensayos de convivencia (1955), Los españoles (1962) |
La Historia y la Sociología |
José Antonio Maravall, Teoría del saber histórico (1958);
Julio Caro Baroja, Los vascos
(1949), Las brujas y su mundo
(1961), Vidas mágicas e Inquisición (1967) |
La crítica y la historia literaria |
Rafael Lapesa, Guillermo Díaz
Plaja, Martín de RIquer, Alonso Zamora Vicente, E. Alarcos Llorach,F. Lázaro
Carreter, Carlos Bousoño. |
Entre los autores mencionados
destacan:
- Pedro Laín Entralgo (1908-2001). Evolucionó ideológicamente desde
posturas falangistas hasta la defensa de un liberalismo de raíz humanista.
Su preocupación por el perfeccionamiento del ser humano y sus estudios sobre
la relación entre el conocimiento científico y humanístico constituyen los
temas predominantes de muchos de sus libros. Asimismo, la preocupación por
España y sus análisis literarios forman parte de su amplia obra, entre la que
se encuentran títulos como La
generación del 98 (1945), España
como problema (1957) y Descargo
de conciencia (1976), memorias que analizan su pasado de modo crítico.
- Julián Marías (1914-2005), discípulo de Ortega y Gasset, y abanderado
del liberalismo incluso en los tiempos más duros del franquismo, divulgó
al obra de su maestro en libros como Ortega
y la idea de la razón vital (1949). Especial difusión han tenido las
sucesivas ediciones de su Historia
de la filosofía (1940) y otros libros de filosofía como Antropología metafísica (1970). El
tema de España también ocupa muchas de sus páginas (La España inteligible,
1985), pero en sus libros y en sus artículos periodísticos también se
pueden rastrear sus opiniones políticas, sus gustos literarios y cinematográficos
y sus análisis sociológicos: La educación sentimental (1992), Tratado de
lo mejor. La moral y las formas de la vida (1995).
- José Luis López Aranguren (1909-1996) fue también un
ensayista de amplia temática y de gran repercusión en el período que nos
ocupa. Sus ideas sobre religión y moral, recogidas en títulos como Catolicismo día a día (1955) y Ética (1958), se caracterizan por
su espíritu abierto y tolerante. En los últimos años, sin embargo, su
inmersión en los problemas más contemporáneos (la ecología, el marxismo,
el feminismo, etc.), realizada con
ese mismo talante, le convirtió en una referencia incuestionable
del progresismo social y político.
También son relevantes sus estudios literarios, dedicados a San
Juan de la Cruz o a La Regenta. Algunos de sus análisis se recogen en Crítica y meditación (1957) o Estudios literarios (1976).
- Enrique Tierno Galván (1918-1986), intelectual prestigioso y
comprometido, destacó por su labor científica y académica. Su gran
formación humanística le encaminó al campo de la sociología (Introducción
a la Sociología, 1960), pero también al análisis cultural y literario,
recogido en libros como Humanismo y sociedad (1964) y La novela picaresca
(1970). En sus últimos años de vida, su dedicación a la política hizo de
él una figura polémica y popular, sobre todo en su período como alcalde de
Madrid.
Por lo que se refiere al ensayo
hispanoamericano, se desarrolla una actitud antinorteamericana, que trata de
buscar lo autóctono apoyado por la actitud y la cultura españolizante. Se
produce un acercamiento ideológico y temático entre los escritores españoles y
los hispanoamericanos, gracias, sobre todo, a los exiliados españoles, que
llevan una cultura más desarrollada a países como Cuba, Argentina, Chile…
Destaca Alfonso Reyes, mexicano, es
el ensayista moderno hispanoamericano que primero destacó la importancia de los
pueblos en relación con sus propias culturas indígenas. Octavio Paz, mexicano,
es otro de los ensayistas hispanoamericanos, en temas muy diversos: la poesía,
la prosa, la soledad, el amor…
El ensayo desde la democracia
Tras el apogeo del ensayismo político y social del período de la
transición, son varias las tendencias temáticas dominantes:
·
La reflexión ética continúa siendo constante en los
grandes ensayistas. La desideologización de la sociedad, la pérdida de
influencia de la religión sobre el comportamiento moral, los desafíos de los
nuevos modos de vida derivados de la tecnificación y la fragilidad de las
relaciones humanas han causado una transformación ética tan grande que el lector
requiere guías, fórmulas e ideas nuevas con las que enfrentarse a esos
problemas.
·
El poder de los medios de comunicación y su influencia sobre la formación
han creado en la práctica un género ensayístico propio que analiza
continuamente el papel de los medios en la vida humana.
·
La sociedad de consumo,
las nuevas formas de
ocio, la mercantilización de la cultura, el sometimiento de esta a las
directrices ideológicas y económicas de las grandes empresas y el análisis de
los fenómenos de masas ocupan también un lugar importante en el ensayo contemporáneo.
En cuanto al estilo, el ensayismo
moderno se ha decantado, en general, por un lenguaje sencillo y comprensible
para el lector común. En esta adopción ha influido el hecho de que buena parte
del ensayo nace en el medio periodístico, que es el vehículo más inmediato,
rápido y eficaz para la transmisión de ideas.
Algunos autores y títulos de ensayos
actuales son: Eugenio Trías, Tratado de
la pasión (1980); Salvador Pániker, Aproximación
al origen (1982); I. Gómez de Liaño, El
idioma de la imaginación (1983); Fernando Savater, La tarea del héroe (1982) y Ética
para Amador (1991); Carmen Martín Gaite, Usos amorosos de la postguerra española (1987); Félix de Azúa, Diccionario del aire (1995); José
Antonio Marina, La inteligencia fracasada:
teoría y práctica de la estupidez (2004);
y Luis Rojas Marcos, Las semillas de la
violencia (1995).
Además, aparecen casi diariamente en
diversos periódicos y suplementos semanales autores como: Juan José Millás,
Soledad Puértolas, Lindo, Javier Marías, Manuel Viçent, Julio Llamazares,
Antonio Muñoz Molina, Arturo Pérez Reverte…
Entre los autores actuales cabe
destacar los siguientes:
·
Antonio Muñoz Molina. Ensayista y novelista que muy
pronto entró en la Real Academia Española, con solo 40 años de edad. Reivindica
sobre todo el papel del escritor comprometido con los problemas de su tiempo,
expresando sus opiniones sobre diversos temas actuales, al margen de cualquier
ideología política dominante. La realidad
de la ficción (1993) son cuatro ensayos sobre el oficio de contar. ¿Por qué no es útil la literatura? (1994)
escrito junto al poeta García Montero, constituye una diatriba contra la
ignorancia y en defensa de la literatura y de la instrucción pública. Todo lo que era sólido (2013) análisis
de la actual crisis a través de lo ocurrido en el terreno político y económico
en España desde la llegada de la democracia.
·
José Antonio Marina (1939) destacan sus ensayos
relacionados con la enseñanza en nuestro país. Su objetivo es conseguir una
“movilización educativa” cuyo propósito es involucrar a toda la sociedad
española en la tarea de mejorar la educación mediante un cambio cultural que
aproveche la preocupación, la generosidad, la energía y el talento de miles de
personas dispuestas a colaborar. Así ha creado la Universidad de padres on line, cuyo lema es “para educar a un
niño hace falta la tribu entera”. La
educación del talento (2010), El
cerebro infantil. La gran oportunidad
(2011), Los secretos de la motivación (2011),
Despertad al diplodocus (2015)
·
Elvira Lindo (1962) En el año 2000 comenzó a colaborar
en el periódico El País con su columna veraniega titulada Tintos de verano en
la que caracterizó su vida de intelectual progre, crónicas que después han sido
publicadas en forma de libros (Tinto de verano, El mundo es un pañuelo —Tinto
de verano II— y Otro verano contigo). En la actualidad, Elvira Lindo sigue
publicando una columna dominical titulada Don de gentes y que se empezó a
publicar en 2001. En noviembre de 2011 publicó Lugares que no quiero compartir
con nadie, un libro en el que relata sus reflexiones y vivencias en Nueva York.
Entre 2010 y 2012 se unió al equipo de Asuntos Propios, programa radiofónico
diario dirigido por Toni Garrido. Cada miércoles la escritora "elegía su
propia aventura" comentando noticias curiosas y de poca repercusión pero
de gran relevancia. Actualmente colabora en la Cadena SER en el programa La
Ventana dirigido por Carles Francino.
·
Juan José Millás (1946) Al principio de los años 90
comenzó su labor periodística en El País y en otros medios de comunicación.
Juan José Millás es el creador de los «articuentos». El nombre pretende
subrayar su peculiaridad principal: se trata de artículos de opinión porque
aparecen como tales en la prensa, no en balde se ocupan de lo que ocurre en
España y en el mundo. Pero, por sus características, están más cerca de los
textos de ficción, de la fábula o del microrrelato fantástico. Su objetivo es
siempre mostrar el revés de la trama, lo verdadero y lo falso. El pensamiento,
presentado a través del humor, la paradoja o la ironía, acaba por engullir la
noticia, de modo que en su destilación final sólo queda una lúcida visión
crítica de la realidad.
1.
El teatro
anterior a 1939
El
teatro español del primer tercio del siglo XX está marcado por la gran cantidad
de obras representadas y la coexistencia de varias generaciones de dramaturgos:
autores realistas como Galdós, dramaturgos de Fin de Siglo, de la Generación
del 14 y de la Generación del 27 escriben y representan sus obras
durante este período. Se distinguen dos grandes grupos:
ü Teatro comercial. Se trata de obras convencionales, que
responden a los gustos del público y a los dictados de empresarios y
grandes actores.
ü Teatro anticomercial. Los autores representativos de esta
corriente se mantienen al margen de los gustos del público y escriben obras
con escasa repercusión en la época, pero, en general, más sugerentes e
innovadoras.
2.
El teatro
comercial
Conviven
distintas líneas: las comedias de Jacinto Benavente, el teatro
poético de Francisco Villaespesa o Eduardo Marquina, las obras de Manuel y
Antonio Machado o las diferentes manifestaciones del teatro cómico: el astracán
de Pedro Muñoz Seca, la tragicomedia grotesca y los sainetes de
ambientación madrileña de Carlos Arniches, o las comedias costumbristas
y los de ambientación andaluza de Serafín y Joaquín Álvarez Quintero.
ü Carlos Arniches. Crea la tragicomedia grotesca, en la que se combinan
elementos trágicos y cómicos, mostrando los vicios de la sociedad por medio de
personajes caricaturescos. Destaca su obra La señorita de Trevélez
(1916), cuya acción se centra en la cruel broma de que es objeto una ingenua y
poco agraciada solterona, Flora de Trevélez, a quien unos señoritos
provincianos le hacen creer, a través de una falsa carta de amor, que un apuesto
joven se ha enamorado de ella. Otras obras del mismo autor son ¡Qué viene mi
marido! (1918) y Los caciques (1920).
ü Jacinto Benavente. Entre sus obras destacan comedias de ambientación
burguesa (Rosas de otoño) y melodramas rurales (La malquerida),
aunque la más original es Los intereses creados, en la que recrea los
personajes de la commedia dell’arte italiana. La acción transcurre a principios
del siglo XVII en una ciudad italiana, a la que llegan dos pícaros, Leandro y
Crispín, con la intención de medrar socialmente. Crispín se hace pasar por
criado de Leandro y urde la relación de este y Silvia, hija del rico
Polichinela. Surge entre los jóvenes un amor verdadero y, aunque Polichinela
descubre el engaño, la boda se celebra, en beneficio de todos.
ü La obra critica amablemente la hipocresía de la sociedad burguesa,
regida por la conveniencia y el dinero («Mejor que crear afectos es crear
intereses»).
3.
El teatro
anticomercial
Las
obras pertenecientes al teatro anticomercial, renovador o experimental presentan
algunas características comunes:
ü El abandono del realismo. Ejemplo de ello es El señor
de Pigmalión, de Jacinto Grau, sobre el tema del creador y de sus
criaturas. Pigmalión, propietario de una compañía teatral formada por muñecos
que él construye, está enamorado de una de sus creaciones: Pomponina. Cuando el
duque, a quien Pigmalión muestra sus muñecos, rapta a Pomponina, los demás
aprovechan para escapar. Pigmalión les da alcance, y uno de ellos (Pedro de
Urdemalas) le dispara, y otro (Juan el Tonto) lo golpea hasta que muere.
ü La reflexión filosófica. La acción es deliberadamente
esquemática y cargada de valor simbólico (La venda, de Unamuno). En esta
obra, María, ciega de nacimiento ha recobrado la vista tras una operación.
Acostumbrada, sin embargo, a vivir sin ver, prefiere seguir llevando una venda
en los ojos. En el lecho de muerte de su padre, no se atreve a quitársela. Su
hermana Marta se la arranca; María ve entonces a su padre, ya muerto: «¡Padre!...
¡La venda, la venda otra vez! ¡No quiero volver a ver!» exclama.
La obra permite una interpretación en clave religiosa. La venda representa la
fe; los ojos, la razón. Con los ojos de la razón, Dios (el padre) está muerto;
la única manera de volver a verlo es con la venda en los ojos.
ü La recuperación de formas primitivas de teatralidad. Como una
expresión más del primitivismo propio de la época, vuelven a cultivarse géneros
arcaicos como la tragedia (Fedra, de Unamuno), el auto sacramental (Angelita,
de Azorín) o la farsa (cultivada por Valle-Inclán y García Lorca).
Las
obras encuadradas dentro del teatro anticomercial, renovador o experimental
comparten algunas características:
4.
El teatro
de Valle-Inclán
La
obra dramática de Valle-Inclán constituye, junto con la de García Lorca, la
principal aportación de la literatura española al teatro occidental del siglo
XX. La producción de Valle puede organizarse en tres ciclos: el ciclo mítico,
el de la farsa y el del esperpento.
4.1. El ciclo mítico
Las
obras de este ciclo (Comedias bárbaras y Divinas palabras) se ambientan en una Galicia
arcaica, violenta y patriarcal. Se trata, en realidad, de un espacio
mítico, primigenio, en el que el ser humano se muestra tal como es:
cruel, codicioso, lascivo, sin las capas de racionalidad o artificio que la
civilización ha depositado sobre él.
Ø Comedias bárbaras
La
trilogía Comedias bárbaras presenta en conjunto una absoluta unidad dramática.
Así, Cara de Plata se abre con una maldición, que vaticina la decadencia del
linaje de los Montenegro (¡«A esta casta de renegados la hemos de ver sin
pan y sin tejas!»), y Romance termina, en efecto, con el asesinato
de don Juan Manuel a manos de sus hijos.
La
obra presenta una agria visión del ser humano, cuyo comportamiento se rige por
la lujuria y la avaricia. Sin embargo, la conversación final de
don Juan Manuel y el contraste entre este (demoniaco, pero con sentimientos
nobles) y sus hijos (degenerados, obsesionados por la herencia) dotan a aquel
de grandeza. Las Comedias bárbaras resultan, así, expresión de una nostalgia
por el mundo primitivo, en cierto modo idealizado, que desparece con el
protagonista, en sintonía con él irracionalismo, el rechazo del mundo
burgués o el primitivismo de la época.
Ø Divinas palabras
Tras
la muerte de su madre, el hidrocefálico Laureaniño se convierte en objeto de
codicia de los dos hermanos de la difunta: Pedro Gailo (instigado por su
esposa, Mari Gaila) y Marica del Reino, que pretenden explotarlo exhibiéndolo
en ferias y caminos. Mientras Mari Gaila fornica con su amante Séptimo Miau,
emborrachan a Laureaniño, que muere. Una multitud la pasea desnuda sobre un
carretón con intención de lapidarla. Pedro Gailo se planta ante ellos y pronuncia
en latín un pasaje del Evangelio. La turba se apacigua, como expresión, tal
vez, de la irracionalidad de los comportamientos humanos.
4.2. El ciclo de la farsa
Pertenecen
al ciclo de la farsa las siguientes obras, todas ellas en verso:
ü La marquesa Rosalinda (1912). La protagonista, casada
con el marqués d’Albray, es seducida por Arlequín. El marido la encierra en un
convento, y Arlequín intenta, en vano, rescatarla. El autor se sirve de personajes
dieciochescos y de la commedia dell´arte para construir una parodia
del modernismo de signo escapista.
ü Tablado de marionetas para la educación de príncipes
(1910-1920). Incluye Farsa infantil de la cabeza del dragón, Farsa
italiana de la enamorada del rey, y Farsa y licencia de la reina castiza.
La tercera, una caricatura de la España de Isabel II, anticipa la
estética del esperpento y supone la irrupción del tema de España en el
teatro del autor.
4.3. El ciclo del esperpento
Valle-Inclán
es el creador del esperpento, una nueva formula teatral que
ofrece su cristalización más perfecta en Luces de bohemia. Se
inscriben también en este ciclo Martes de carnaval (sátira del
militarismo constituida por Las galas del difunto, Los cuernos de don Friolera
y la hija del capitán) y, aunque su autor no las denominara «esperpentos», las
piezas que conforman el Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte.
El
esperpento consiste en una deformación caricaturesca de la realidad
para poner de relieve lo absurdo y miserable de la existencia.
Los procedimientos de los que se sirve Valle para lograr en ese efecto deformante son la animalización y cosificación de los personajes -subrayando su aspecto grotesco o risible- y la preferencia por ambientes sórdidos y degradados. El esperpento encuentra sus antecedentes en los Sueños y poemas satíricos y burlescos de Quevedo o en las pinturas negras de Goya, y puede vincularse con las manifestaciones artísticas y literarias del expresionismo europeo.
Ø Luces de bohemia
Luces
de bohemia presenta, en quince escenas, la última noche de la vida de Max
Estrella, un poeta ciego y fracasado de la bohemia madrileña. La acción se
estructura en tres partes:
ü Escena I. En casa de Max, dialogan este, su esposa madama
Collet y su hija Claudinita. El protagonista de cuyos servicios acaba de
prescindir el periódico gracias al cual malviviá , propone: «podíamos
suicidarnos colectivamente».
ü Escenas II-XII. Max y su amigo don Latino de Hispalis inician un
recorrido nocturno por Madrid, en el que se suceden diversos escenarios: la
librería de Zaratustra, la taberna de Pica Lagartos, la Buñolería Modernista,
un calabozo en el Ministerio de Gobernación, el despacho del ministro, un café,
las calles del centro de la ciudad… Cuando empieza a amanecer, Máx y Latino,
beodos, se sientan en un portal. Max muere de una apoplejía y don Latino le
roba la cartera, donde aquel guardaba un billete de lotería.
ü Escenas XIII-XV. La obra acaba con el entierro de Max (al que
solo acuden el marqués de Bradomín y Rubén Darío), el suicidio de madama Collet
y Claudinita (que dota a la obra de una estructura circular) y la noticia de
que a Don Latino le ha tocado la lotería.
La
obra puede interpretarse como una crítica feroz de la realidad política y
social de España. Max, en su ceguera, es el único capaz de ver los males de su
país: la miseria, la corrupción, la ignorancia y el desdén por la cultura, la
insensibilidad burguesa hacia el sufrimiento de los desfavorecidos, la represión
policial… Solo dos personajes, el anarquista catalán, con el que Max coincide
en el calabozo (escena VI) y al que se le aplica la ley de fugas, y la madre
cuyo hijo pequeño muere de un disparo policial (escena XI) son retratados con
compasión y solidaridad.
En
el estilo de Luces de bohemia, destacan las acotaciones complejas y elaboradas
(pensadas más para ser leídas que para la puesta en escena), o la diversidad de
registros lingüísticos en los diálogos, donde se insertan madrileñismos,
términos de argot, arcaísmos o citas literarias.
5.
El teatro
de Lorca
En
su obra dramática se pueden distinguir cuatro bloques: las primeras obras, las
farsas, el teatro de vanguardia y el teatro mayor.
ü Primeras obras. El maleficio de la mariposa (1921). A una
comunidad de cucarachas llega una mariposa con el ala rota, de la que
Curianito, el protagonista, se enamora perdidamente. Mariana Pineda
(1927). Se inspira en el personaje histórico de Mariana Pineda, heroína liberal
ejecutada por el monarca absolutista Fernando VII.
ü Farsas. Obras para guiñoles: Tragicomedia de don
Cristóbal y la señá Rosita (1922) y Retablillo de don Cristóbal
(1928). Son, en realidad, dos versiones de la misma historia, en la que la
madre de Rosita vende a su hija a don Cristóbal, un hombre adinerado y
lujurioso.
Obras para
personas: La zapatera prodigiosa (1930) y Amor de don Perlimplín con
Belisa en su jardín (1933). En ambas, los maridos (el zapatero y don
Perlimplín) se disfrazan de hombres más jóvenes para despertar el amor de sus infelices
esposas.
ü Teatro de vanguardia, experimental o simbólico. Así que
pasen cinco años (1931). Un joven ha de esperar cinco años para
casarse con su novia; mientras, desdeña el amor de una mecanógrafa. Llegado el
momento, la novia lo abandona por un jugador de rugby. El protagonista vuelve
los ojos a la mecanógrafa, que lo emplaza para dentro de cinco años.
ü Teatro mayor. Incluye Doña Rosita la soltera o el lenguaje
de las flores (1935), recreación del tema de la solterona.
Bodas de
sangre (1933). Leonardo huye con la Novia recién casada. Perseguidos por el
Novio, los dos hombres mueren al enfrentarse en una reyerta.
Yerma (1934).
La protagonista, Yerma, no consigue quedarse embarazada. Desesperada y llena de
resentimiento hacia su marido, termina matándolo.
ü La casa de Bernarda Alba (1936). Tras la muerte de su
esposo, Bernarda, encarnación de la intransigencia, la hipocresía y el
conservadurismo moral, decreta un luto de ocho años en los que sus cinco hijas
no podrán salir de casa.
En
la producción dramática de Lorca se reconocen algunas características comunes:
ü El tema fundamental es la frustración o insatisfacción
que nace del choque entre dos fuerzas: el deseo de libertad, de
plenitud erótica y vital, encarnado casi siempre por personajes
femeninos (Adela en La casa de Bernarda Alba, La Novia en Bodas
de sangre, Rosita en Doña Rosita la soltera, la protagonista de
Yerma…) Y la realidad (la sociedad, la tradición, el destino…) que se
opone a su cumplimiento.
ü El empleo del verso y la prosa. Algunas obras (Mariana
Pineda) están íntegramente en verso; en otras (Bodas de sangre, Yerma…)
se alternan prosa y verso. El verso permite condensar el tema de la obra o
subrayar los instantes de mayor intensidad emotiva.
ü La importancia de los signos no verbales (música, danza,
vestuario, iluminación…), desde una concepción del teatro como espectáculo total.
ü El uso del lenguaje intensamente poético, saturado de símiles,
metáforas y símbolos (caballo, aljibes, luna…) habituales también en su obra
lírica.
6.
El teatro
posterior a 1936
6.1. El teatro en los años cuarenta
La
situación del teatro en España en la década de los cuarenta está condicionada
por distintas circunstancias:
ü El asesinato de Federico García Lorca, la muerte de Valle-Inclán y
Unamuno, y la marcha al exilio de Rafael Alberti, Max Aub o Alejandro Casona,
que dejan a los nuevos autores desprovistos de figuras de referencia
capaces de impulsar un teatro innovador o de mayor ambición estética.
ü EL férreo control de la creación escénica ejercido por la censura
franquista, que hace imposible la aparición de un teatro que refleja con
fidelidad la realidad del país o reflexione críticamente sobre ella.
Como
consecuencia, el teatro de la primera posguerra tiene como rasgos compartidos
la preferencia por la comedia y su carácter evasivo o escapista.
6.2. La comedia burguesa
Durante
los años cuarenta se desarrolla un teatro amable e intrascendente, dirigido a
un público burgués, que toma como modelo las obras de Benavente. Sus
principales representantes serán el propio Jacinto Benavente (1866-1954), Juan
Ignacio de Luca Tena (1897-1975), Joaquín Calvo Sotelo (1905-1993), o Edgar
Neville (1899-1967).
Es
un teatro estéticamente convencional e ideológicamente conservador,
que pretende entretener al espectador y en el que apenas hay menciones ni a la
Guerra Civil ni a las circunstancias sociales o políticas de la época. Presenta
algunas cualidades formales (la calidad literaria de los diálogos, la perfecta
construcción dramática) por las que ha merecido la denominación de teatro
bien hecho.
EL
tema principal es la búsqueda de la felicidad. Otros motivos recurrentes son la
infidelidad y los celos -Celos al aire (1950), de López Rubio-, la
oposición entre lo español y lo extranjero -Dos mujeres a las nueve
(1949), de Luca de Tena-, el triunfo de los buenos sentimientos -La visita
que no llamó al timbre (1949), Milagro en la plaza del Progreso
(1953), de Calvo Sotelo- o el autoengaño como forma de evitar el sufrimiento -La
venda en los ojos (1954), de López Rubio-. El baile (1952), de Edgar
Neville, es, por la combinación de ternura y humor, una de las obras más
representativas de la comedia burguesa.
Algunos
de estos autores escriben también dramas morales o de tesis, como La muralla
(1954), de Calvo Sotelo, que despertó gran polémica y superó las cinco mil
representaciones. El protagonista, Jorge Hontanar, es una militar franquista
que se aprovechó de su situación para apoderarse de una hacienda tras la Guerra
Civil. Al final de su vida, se arrepiente y pretende devolver la finca al hijo
del legítimo propietario. Sus familiares se oponen y Jorge muere sin poder
llevarla a cabo.
6.3. La comedia del disparate
Sus
principales representantes son Miguel Mihura (Tres sombreros de copa, escrita
en 1932, pero que no fue estrenada hasta 1952). Esta protagonizada por
Dionisio, un joven pusilánime, que pasa la noche previa a su boda en un hotel
de provincias. Allí se enamora de Paula, que trabaja en un circo. Por un
momento, duda entre el mundo respetable y burgués, encarnado en don Sacramento
(padre de su novia) y el mundo errante y libre del circo. Al final, el
protagonista será incapaz de saltar el muro infranqueable entre ambos. Otra
obra destacada suya es Maribel y la extraña familia (1959).
Enrique
Jardiel Poncela (Eloísa está debajo de un almendro -1940-, Un marido
de ida y vuelta -1939-) y que se caracteriza por el humor absurdo de raíz
vanguardista.
6.4. El teatro en el exilio
Paralelamente,
siguen escribiendo teatro los grandes dramaturgos españoles en el exilio:
ü Rafael Alberti (El adefesio -1944, Noche de guerra en el museo del Prado
-1956-). El adefesio es una tragedia con elementos simbólicos y esperpénticos.
Su protagonista, Gorgo, es una mujer que, tras la muerte de su hermano Don Dino
y ataviada con sus barbas y bastón, toma el mado de la casa donde viven su sobrina
Altea, una criada y las ancianas Uva y Auluaga. En un cruel juicio, las viejas
condenan a Alta a vivir encerrada y vestida de negro. Altea confiesa su amor
por Castor, que es, en realidad, su hermano. Cuando Gorgo hace creer a la chica
que Castor se ha suicidado, esta se arroja desde la ventana. Gorgo -símbolo de
la autoridad ciega y tiránica- proclama: «No soy más que un monstruo,
una pobre furia caída, un adefesio».
ü Max Aub (San Juan -1943-), su obra teatral más famosa, transcurre
durante poco más de un día en un carguero en el que viaja un contingente de
judíos que huyen de los nazis en busca de un puerto donde desembarcar. No
reciben autorización en ningún lado y, finalmente, el barco naufraga en alta
mar. La obra denuncia la pasividad y la inhibición de las potencias
occidentales ante la tragedia de los desterrados.
6.5. Alejandro Casona
Durante
la República, el dramaturgo asturiano Alejandro Casona (1903-1965) dirigió el
Teatro del Pueblo, compañía que, como La Barraca de Lorca, tenía el
propósito de difundir el teatro clásico. Cuando en 1937 marcha al exilio, ya
había estrenado con éxito obras como La sirena varada (1934) o Nuestra
Natacha (1936).
Fuera
de España (regresó en 1962) escribió sus mejores dramas: Prohibido suicidarse
en primavera (1937), La dama del alba (1944), La barca sin pescador
(1945) o La casa de los siete balcones (1957). A diferencia de otros
escritores, la guerra y el exilio no alteran los planteamientos estéticos o
temáticos de sus obras de preguerra. Su teatro, cargado de poesía y misterio
-aunque ajeno, como la comedia burguesa o la del disparate, a la realidad de la
época -presenta los siguientes rasgos:
ü Conflicto entre fantasía y realidad. En algunas de sus obras (La
sirena varada, Prohibido suicidarse en primavera, Los árboles
mueren de pie), los personajes intentan vivir en un ámbito de ilusión o
ensueño para defenderse de la amargura de la existencia; al final, aceptarán
que es preciso zambullirse en la realidad para alcanzar la felicidad.
ü Presencia de personajes alegóricos, como el Diablo (La
barca sin pescador) o la muerte (La dama del alba). En la
primera, Ricardo Jordán se salva de la ruina firmando un pacto con el Diablo,
que consiste en desear que muera un desconocido pescador escandinavo. La
segunda, considerada su obra maestra, se ambienta en un pueblo de Asturias.
Hace tiempo, Angélica abandonó a su esposo Martín, que hizo creer a todos que
se había ahogado. Llega a la casa la Peregrina. Mientras ella conversa con el
Abuelo -que reconoce en ella a la Muerte- aparece Martín con una mujer en
brazos, Adela, que ha intentado suicidarse arrojándose al río. Meses después,
Adela ha ocupado el lugar de Angélica, que regresa para pedir perdón.
6.6. Los años cincuenta: el teatro comprometido
En
los años cincuenta surge en España un teatro comprometido con la realidad
social y política del país, que oscila entre dos polos:
ü El posibilismo de Antonio Buero Vallejo, en el que se
inscriben tragedias caracterizadas por el uso de personajes
históricos para reflexionar sobre el presente (El sueño de la razón),
la presencia de elementos simbólicos (la ceguera, en El concierto de
San Ovidio o En la ardiente oscuridad) y efectos de inmersión
(La Fundación), que pretenden que el espectador tome conciencia de la
trágica condición del ser humano, así como de la realidad de la época,
marcada por la miseria, la ignorancia, la corrupción moral y la falta de
libertad.
ü El teatro de agitación política y social de Alfonso Sastre,
cuyos dramas (La taberna fantástica) contienen, de manera más explícita,
una denuncia de las injusticias sociales y de la situación política
de España. En La taberna fantástica (1966, estrenada en 1985), ejemplo
de lo que el autor denomina tragedia compleja, denuncia el abandono social en
el que viven los jóvenes de los arrabales de Madrid, empujado al alcoholismo y
la delincuencia. Rogelio, apodado el Rojo, en busca y captura por un delito que
no cometió, se reúne en una taberna con sus amigos del lumpen. Beben, discuten
acaloradamente y terminan por enzarzarse en una reyerta que acaba con la muerte
del protagonista.
Otros
dramaturgos optan por una estética realista para retratar críticamente la
realidad del país. Destacan Lauro Olmo (La camisa), José Martín Recuerda
(Los salvajes de Puente Genil), José María Rodríguez Méndez (Los
inocentes de La Moncloa) o Ricardo Rodríguez Buded (La madriguera).
El drama La camisa (1960, estrenada en 1962), indaga en cuestiones como
la marginalidad, la miseria o la emigración -del campo a
la ciudad, y de España a Europa- a través de la pareja formada por Juan y Lola,
que viven con su familia en una chabola en las afueras de la capital. Juan no
encuentra trabajo, pero se resiste a emigrar; Lola, sin embargo, acepta su
derrota y, ante la impotencia de su marido, se dispone a abandonar España.
6.7. Antonio Buero Vallejo
El
dramaturgo Antonio Buero Vallejo (1916-2000, premio Cervantes 1986) es
considerado el autor más destacado de la segunda mitad del siglo XX en España.
El
teatro de Buero pretende que el espectador tome conciencia, sin autoengaños, de
la trágica condición del ser humano, arrojado a una existencia presidida por el
dolor y la incertidumbre.
Sus
obras (tragedias con elementos simbólicos, construidas sobre una base
realista) admiten una lectura en clave social. En ellas se lleva a
cabo una crítica de la realidad española, marcada por la miseria, la ignorancia
y la falta de libertad.
Buero,
excombatiente republicano, condenado a muerte tras la guerra (la pena le fue
conmutada por treinta años de prisión, de los que cumplió casi siete) y
compañero de presidio de Miguel Hernández, estrenó su primera obra, Historia
de una escalera, en 1949. Comenzó así una dilatada carrera que incluye casi
treinta obras, en las que emplea, entre otras, las siguientes estrategias
teatrales:
ü El uso de personajes históricos que fracasan en su empeño por
alcanzar una sociedad más justa y libre, para reflexionar sobre el presente:
Esquilache, en Un soñador para un pueblo (1958); Velázquez, en Las
Meninas (1960); o Goya, en El sueño de la razón (1970).
ü La presencia de elementos simbólicos, como en el drama En la
ardiente oscuridad. Ambientada en una moderna institución para invidentes,
la ceguera de los personajes es, en esta obra, expresión de la dolorosa
condición del ser humano, que uno de los protagonistas, Carlos, prefiere
ignorar, mientras que el otro, Ignacio, opta, con lucidez, por asumir.
ü Los efectos de inmersión, que sitúan al espectador en la conciencia de
los personajes. En El concierto de San Ovidio (1962) y En la ardiente
oscuridad, protagonizadas por ciegos, la escena queda a oscuras en algunos
momentos; en El sueño de la razón, los espectadores, como el pintor
protagonista, no oyen, en ocasiones, lo que dicen los demás personajes. La
Fundación (1974) está protagonizada por cinco condenados a muerte que esperan su
ejecución. Uno de ellos, Tomás, incapaz de afrontarlo, imagina que está en una
lujosa fundación. El espectador ve, al principio, una habitación luminosa y
confortable, que se va transformando en una sórdida celda a medida que el
personaje toma conciencia de dónde se encuentra y de qué le va a ocurrir.
La
acción de Historia de una escalera transcurre en la escalera de una
comunidad de vecinos. Dos jóvenes enamorados, Carmina y Fernando, sueñan con
una vida mejor, lejos de la miseria y la mediocridad que los aplasta. Cuando se
inicia el segundo acto, han transcurrido diez años. Fernando se ha casado con
Elvira, y Carmina, con Urbano. Todos siguen viviendo en el mismo inmueble. El
tercer acto se desarrolla veinte años después. Carmina y Fernando, que no pudieron
cumplir sus sueños, escuchan, con infinita melancolía, la conversación que sus
hijos -también llamados Carmina y Fernando- mantienen en el rellano, semejante
a la que tuvieron ellos treinta años antes. La circularidad de la acción y la
presencia simbólica de la escalera -expresión de la imposibilidad de las clases
humildes de alcanzar sus ideales -subraya el carácter trágico de la obra.
6.8. EL teatro experimental
Influidos
por el surrealismo, el teatro del absurdo y el teatro de la crueldad, Fernando
Arrabal y Francisco Nieva son los dos autores fundamentales del teatro
experimental o vanguardista, que reacciona contra el teatro realista y de
contenido social predominante en los años cincuenta.
ü EL teatro de Fernando Arrabal (El cementerio de automóviles,
Pic-nic), fundador del Movimiento Pánico, tiene carácter
simbólico o alegórico, y aspira a sobrecoger o escandalizar al espectador
mediante la violencia, el sexo o la locura.
Pic-nic. Los
padres de Zapo acuden al frente con una cesta de alimentos para celebrar con su
hijo un picnic, al que se sume Zepo, el enemigo. Al final, una bomba mata a los
cuatro personajes, convirtiendo la obra en un alegato antimilitarista.
ü EL tema del teatro furioso de Francisco Nieva (Pelo de
tormenta) es la crítica de la España tradicional, a través de un
lenguaje dramático caracterizado por el erotismo y la desinhibición verbal, con
elementos de carnaval y el esperpento.
Pelo de
tormenta. En el Madrid del siglo XVIII, el Mal-Rodrigo, un dragón lujurioso que
vive en un pozo, exige cada semana como tributo que le entreguen una muchacha.
Puntualmente, el pueblo conduce a la joven elegida, en medio de un gran
jolgorio. En una ocasión, el Mal-Rodrigo, que desea a la Duquesa, rechaza a la
maja Ceferina, para disgusto de esta. La Duquesa se refugia en el convento de
las Sublimitas, donde es acogida por la Abadesa. Al final, Ceferina, la Duquesa
y la Abadesa son arrastradas al pozo. Poco después retornan, con la noticia de
que el Mal-Rodrigo ha desaparecido. El pueblo, apesadumbrado, se prepara para
un tiempo de continencia y aburrimiento.
6.9. El teatro de la democracia
Está
condicionado por dos factores: el apoyo institucional y la pérdida de importancia
del dramaturgo y del texto dramático. Este último tiene dos consecuencias: la
importancia del director de escena y la aparición de grupos de teatro
independiente (Els Joglars, La Fura dels Baus, Tábano…), con tendencia a la
creación colectiva y al teatro no verbal. Pervive, no obstante, un teatro de
texto, con un renovado vigor en los últimos años.
ü En el teatro de los ochenta destacan José Luis Alonso de Santos, con su
obra Bajarse al moro, donde se reflexiona sobre las circunstancias sociales, en
esta obra, en concreto, se trata el tema de la droga. José Sanchis Sinisterra,
en su obra ¡Ay, Carmela!, evoca La Guerra Civil, desde el punto de vista de los
perdedores. En general, estos autores evitan el experimentalismo extremo, para
recuperar la conexión con el público.
ü En los últimos años estrenan sus obras los autores de la llamada
Generación Bradomín, con dos tendencias fundamentales: un teatro de palabra,
representado por Juan Mayorga, cuyas obras – Cartas de amor a Stalin, Hamelin-
reflexionan sobre las distintas formas de opresión o dominación; y un teatro de
experimentación radical, con autores como Angélica Liddell y Rodrigo García.
6.10.
Juan
Mayorga
El
madrileño Juan Mayorga (1965) es uno de los autores españoles con más repercusión
internacional, escribe un teatro de la palabra, cuyo tema central es la
reflexión sobre las distintas formas de opresión o dominación, y la indefensión
de las víctimas ante el abuso y la violencia ejercida por los otros.
En
su amplia producción (más de treinta obras estrenadas o publicadas desde 1990)
encontramos dos vertientes fundamentales:
ü Dramas sobre los grandes hechos de la historia del siglo XX: la Guerra
Civil española (El jardín quemado), el exilio republicano (Siete
hombres buenos), el Holocausto (Himmelweg), el estalinismo (Cartas
de amor a Stalin), la Guerra Fría (Reikiavik)…, muchos de ellos
basados en personajes históricos.
ü Dramas ambientados en el presente, en los que reflexiona sobre temas
como la pederastia (Hamelín), la corrupción y las relaciones de poder en
las altas esferas políticas y económicas (Alejandro y Ana, en
colaboración con Juan Cavestany) o la fascinación por las vidas ajenas (El
chico de la última fila).
Destacamos
tres obras de la extensa producción dramática de Juan Mayorga:
Hamelín.
Un juez investiga a un pederasta cercano a la familia de una de sus víctimas.
Descubre entonces que los padres, que tienen otros cinco hijos y viven en la
indigencia, han consentido los abusos a cambio de un beneficio económico.
Reikiavik es un combate en toda regla que recrea el duelo
que se desarrolló en el verano frío y lluvioso de 1972 de la capital islandesa
entre el entonces campeón del mundo de ajedrez, el soviético Borís Spassky y el
retador norteamericano, Bobby Fischer.
Más
allá de un combate de piezas blancas contra negras, Reikiavik es la historia de
dos genios que ponen en juego muchas partidas, no solo la suya, sino también la
de las dos potencias enfrentadas, Estados Unidos contra la Unión Soviética, la
libertad frente a la dictadura, que van tensando la cuerda en torno a ese
tablero de un juego que quieren ganar a toda costa.
La lengua en pedazos es un combate entre un guardián de la iglesia
y una monja desobediente llamada Teresa de Jesús. La pelea tiene lugar en la
cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios. Se basa en el personaje
de Santa Teresa de Jesús, monja descendiente de cristianos nuevos, lo que unido
al hecho de que resultaba sospechoso que una mujer escribiese, y más si
escribía con la imaginación y la inteligencia de Teresa, la convierten en uno de
los personajes más fascinantes y complejos del siglo XVI español. Nuestra lengua
española le debe mucho a Teresa de Jesús, dueña de una palabra igual de
poderosa cuando pinta las criaturas celestiales que cuando habla de las gentes.
Ø Piezas breves
Con
el título de Teatro para minutos, Mayorga ha reunido 29 piezas breves.
Sobre estas obras el propio Mayorga opina: “… Tampoco el valor de una obra
teatral depende de su extensión, sino de su intensidad. Depende de su capacidad
para recoger y transmitir experiencia. De la generosidad con que enriquezca en
experiencia a sus espectadores.
Cada
una de estas piezas quiere ser leída como una obra completa. Ello no excluye
que un lector o una puesta en escena descubran pasadizos que comuniquen unas
piezas con otras. Quizá algunos de esos pasadizos entre textos sean menos
secretos para el lector que para quien los ha escrito. Al fin y al cabo, un
texto siempre sabe cosas que su autor desconoce
Algunos
de los títulos de estas piezas breves son: El hombre de oro, Legión,
El Guardián, Candidatos, Manifiesto comunista, Una carta de Sarajevo, Tres
Anillos, La biblioteca del diablo, 581 mapas.
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