sábado, 14 de noviembre de 2020

"Personajes fuera de los libros", artículo de Sergio Ramírez

En el  siguiente enlace de El País se puede leer el artículo completo de Sergio Ramírez.

Personajes fuera de los libros

En un reciente taller de creación literaria, uno de mis alumnos planteaba la pregunta siempre constante de la importancia, o necesidad, de la escritura y de los escritores, en un mundo en crisis, como si la magnitud de esa crisis volviera banal el acto de escribir.

Mi repuesta a este joven aspirante a escritor, que cuestiona la utilidad de su propio oficio, comienza por afirmar que, precisamente, los fenómenos sociales son el caldo de cultivo de la literatura, pestes, guerras, enfrentamientos, en la medida en que afectan a los seres humanos porque provocan muerte y desgracias, ausencias, encuentros fortuitos, y son capaces de crear pathos, drama. Cuando dejamos de mirar el todo, y entramos en las vidas de los individuos, es que surge la literatura.

Por tanto, la literatura no es prescindible, como algo que se puede abandonar porque la colocamos en un platillo de la balanza, y en el otro ponemos todo el peso desalentador de las crisis sociales. La literatura está para convertir esos hechos en historias donde encarnen personajes capaces de salirse de las páginas de los libros.

Y es hacia donde se dirigió la discusión entonces en el taller, hacia los arquetipos literarios, que llegan a tener su propia andadura ya no como personajes de ficción, lejos de lo ficticio, sino como sujetos reales en el mundo real.

Pasan a ser un punto de referencia común porque representan nuestras propias percepciones del mundo, y se vuelven una síntesis de lo que en determinado momento no podemos expresar de otra manera. Son en sí mismos una idea, una imagen. Y se convierten en arquetipos aún para quienes nunca han leído los libros de donde salieron.

El proceso de creación literaria lleva a convertir a las personas en personajes, que es cuando adquieren ese relieve singular que los aparta del común. Pero cuando el personaje se sale del libro vuelve a convertirse en persona, y goza entonces de esa naturalidad que le da la vida real, viviendo entre los demás.

Ulises es un nombre común aún para los que nunca han leído La Odisea, y cuando queremos significar todo lo que es difícil, o azaroso, decimos simplemente que es una odisea. ¿Y la guerra de Troya? Los grandes fracasos, las grandes derrotas son siempre Troya incendiada y desolada. Aquí fue Troya.

Homero, a través de milenios, es el gran dispensador de arquetipos, y aún de nombres de pila. En mi infancia, su elenco completo andaba por las calles de Masatepe, panaderos, agricultores o albañiles, jugadores empedernidos de gallos, bordadoras y costureras, y maestras de escuela: Héctor, Ulises, Telémaco, Aquiles, Ifigenia, Casandra, y una Helena que de verdad era bella. Era un pueblo homérico.

Pero esta es una expresión que va más allá. Homérico es lo portentoso, lo extraordinario. Como América Latina misma, que es homérica porque su historia ha representado tantas veces la epopeya, que tiene siempre mucho de heroísmo pero también de injusticia y de crueldad. Homérica Latina, como llamó la escritora argentina Marta Traba a un libro de crónicas suyo.

El personaje que ha sabido ganar más realidad fuera de la página escrita, es, por supuesto, don Quijote. Si una agencia de viajes anunciara en un tour guiado por La Mancha una visita a su tumba, donde descansa al lado de Sancho, ningún turista lo creería una tomadura de pelo.

Y tampoco es necesario haber leído a ser Cervantes para creer en la existencia real de estos dos personajes que han llegado a representar, más allá de cualquier intención de quien los creó, los dos polos entre los cuales siempre creemos movernos, idealismo y materialismo, la elevación de miras y la bajeza, o, si se quiere, locura frente a cordura; y es por eso que ambos son tan populares, porque se les suele contraponer en la vida común, y es de allí que resulta lo quijotesco.

Quijote se vuelve quien quiera alcanzar lo que está demasiado distante, o no es posible, y lejos de tener un sentido real de la vida, que quiere decir tener un sentido práctico, termina convirtiéndose en un bueno para nada. Un quijote al que se termina viendo con ojos de desdén, o de misericordia.

Mefistófeles no sería tan popular si no hubiera pasado por las páginas del doctor Fausto. El diablo que nos tienta con librarnos de la pobreza y de la vejez, es mucho más conocido entre quienes nunca han leído a Goethe que el propio sabio alquimista dispuesto a entregar su alma. No todo el mundo dice faustiano, como dice homérico, o dice quijotesco. O dice donjuanesco.

Don Juan, el mujeriego dueño de todos los excesos y de todas las alcobas, que desafía altanero a la muerte y a los muertos, es más popular que el autor, o los autores que lo inventaron, porque ha sido inventado en el alma de cada quien. Y popular, sin duda, la Celestina, en la vida y en la lengua de todos los días.

Pero a cuántos que ni siquiera saben de la existencia de Kafka, ni menos lo han leído, he oído decir kafkiano cuando se ven atrapados en situaciones que no comprenden, o cuando son víctimas de lo absurdo a que el destino los somete. O de la burocracia, o del poder, que son formas del destino

 

 Resumen

Ante la pregunta de si la literatura resulta necesaria en períodos de crisis se afirma que sí, ya que los diferentes sucesos sociales son la materia prima de la literatura, puesto que estos procesos generan variedad de acontecimientos luctuosos y desdichados generan sentimientos dolorosos en los hombres. Y es que la finalidad de la literatura es transformar esos acontecimientos en historias cuyos personajes llegan a trascender el propio libro, convirtiéndose en personas reales de la vida real, ya que se convierten en nuestras formas de interpretar el mundo incluso para quienes no hayan leído la obra, tal como demuestran expresiones o nombres propios utilizadas en el lenguaje cotidiano como esto es una odisea, homérico, Kafkiano, Quijote, don Juan o Celestina.

1.       Contesta las siguientes cuestiones sobre el sentido del texto:

·         ¿Qué quiere decir el autor cuando dice “por tanto, la literatura no es prescindible, como algo que se puede abandonar porque la colocamos en un platillo de la balanza, y en el otro ponemos todo el peso desalentador de las crisis sociales”?

·         ¿Qué quiere decir el autor cuando dice “El proceso de creación literaria lleva a convertir a las personas en personajes, que es cuando adquieren ese relieve singular que los aparta del común?

2.       Reformulación léxica de los siguientes enunciados:

·         Y es hacia donde se dirigió la discusión entonces en el taller, hacia los arquetipos literarios.

Además fue al tema al que nos llevo el debate en la clase de creación literaria, hacia los personajes modelo.

·         El proceso de creación literaria lleva a convertir a las personas en personajes, que es cuando adquieren ese relieve singular que los aparta del común.

La actividad de creación novelística conduce a transformar a los seres humanos en actantes, lo que les dota de esa originalidad que los separa de lo ordinario.

3.       Análisis morfológico de los siguientes enunciados:

·         Ulises es un nombre común aún para los que nunca han leído La Odisea.

·         He oído decir Kafkiano cuando se ven atrapados en situaciones que no comprenden.

4.       Análisis sintáctico de los siguientes enunciados:

·         El personaje que ha sabido ganar más realidad fuera de la página escrita es, por supuesto, don Quijote.

·         El diablo que nos tienta con librarnos de la pobreza y de la vejez, es mucho más conocido entre quienes nunca han leído a Goethe.

 

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