viernes, 3 de junio de 2022

Resúmenes temas literarios de la EBAU 2021-2022

 

Resúmenes de los temas de literatura que entran este año en la EBAU  2021-2022 en la Comunidad Autónoma de Asturias

Novela

Ø  Novela española de preguerra. Pío Baroja.

Ø  La novela de Fin de Siglo

En los primeros años del siglo XX, la novela vive un proceso de ruptura, expresión de la crisis social, política e ideológica que sacude a la civilización burguesa. El modelo de la novela realista no parece adecuado para reflejar las convulsiones de la época. Así, en 1902 se publican en España cuatro novelas que certifican la superación del realismo y marcan el inicio de una renovación novelística: Amor y pedagogía de Miguel de Unamuno; Camino de perfección, de Pío Baroja; La voluntad, de Azorín; y Sonata de otoño cómo de Ramón María Del Valle-Inclán.

En estas obras están definidas las características de la nueva narrativa finisecular:

·         Introspección. Las novelas de fin de siglo están protagonizadas, con frecuencia, por seres abúlicos y desorientados, que experimentan una crisis vital y reflejan, en muchos casos, las propias inquietudes del autor. Estos relatos presentan, en general, protagonistas masculinos - Andrés Hurtado en El árbol de la ciencia, Augusto Pérez en Niebla-, cuyo conflicto interior constituye el eje del relato.

·         Simbolismo. Los personajes son expresión de la crisis de la sociedad burguesa y, en particular, de la decadencia de España.

En las novelas de Fin de Siglo, el elemento narrativo se debilita a favor de la reflexión, y los relatos resultan mucho más breves, fragmentarios y desestructurados. Esto va acompañado de un deseo de renovación estilística, que oscila entre las frases cortas y el estilo anti retórico de Baroja, y la prosa musical y preciosista De Valle-Inclán.

Ø  Autores y obras más destacadas

·         José Martínez Ruiz, Azorín (1873-1967). El tema fundamental en sus obras es el tiempo, con el que se relacionan otros: el tiempo como repetición, la literatura como fuente de inspiración, la reivindicación de los pequeños detalles y la ausencia de acción.

Destacan sus cuatro primeras novelas, caracterizadas por el uso de material autobiográfico (Diario de un enfermo y la trilogía protagonizada por Antonio Azorín -La voluntad, Azorín y Confesiones de un pequeño filósofo-), así como la colección de artículos, fusión de ensayo y cuento, Castilla.

·         Miguel de Unamuno (1864-1936). la novela es, para Unamuno, cauce de expresión de problemas filosóficos y existenciales. El eje de toda su producción literaria es el ansia de inmortalidad; en concreto, el conflicto entre el impulso religioso y la razón, que tiene como consecuencia una fe agónica. Otra constante temática, relacionada con la anterior, es la obsesión unamuniana por la paternidad y la maternidad como forma de sobrevivirse.

Entre sus novelas destacan Niebla, San Manuel Bueno, mártir, o Abel Sánchez, en las que predomina el conflicto interior de los personajes, la opción se vuelve esquemática y abundan los diálogos y los monólogos.

·         Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936). Su producción novelística se organiza en cuatro bloques: las Sonatas (máxima expresión de la prosa modernista), la trilogía sobre la guerra carlista, Tirano Banderas (que inaugura la novela de dictadores, de amplio desarrollo en la narrativa hispanoamericana del siglo XX) y la serie inconclusa El ruedo ibérico (en la que se proponía contar la historia de España desde la caída de Isabel II con una óptica esperpéntica).

·         Pío Baroja (1872-1956)

El tema principal de su obra es la protesta contra la sociedad, a la que critica por sus conductas hipócritas, sus injusticias y su aburguesamiento. Baroja manifiesta una actitud crítica y sincera en sus ideas, aunque también muestra compasión por lo marginal.  Frente al aburguesamiento, encuentra como única salida la acción. La consecuencia de esta actitud será la división de sus novelas en dos grupos:

·         Novelas de pensamiento: expresan su escepticismo absoluto por los aspectos religiosos y éticos del hombre, reflejado en unos personajes tristes, descontentos, sin esperanza en el futuro. Destacan Camino de perfección (1902), su protagonista, Fernando Ossorio, oscila entre los períodos de sufrimiento y los estados de abulia. Abrumado por obsesiones místicas y eróticas, dudas e inquietudes, decide huir del ambiente decadente e infernal en el que se desenvuelve. El viaje emprendido condiciona su evolución psicológica, y finalmente, alcanza la plenitud vital en tierras levantinas.

El árbol de la ciencia (1911) refleja la desesperanza moral y la desorientación de la España de la época. La novela narra la vida de Andrés Hurtado hasta su suicidio. Como otros personajes barojianos, Andrés Hurtado fracasa en la vida a causa de una voluntad desorientada. Posee un pesimismo implacable y es incapaz de adaptarse a las circunstancias pese a todos sus esfuerzos.

La busca (1904) forma parte de una trilogía titulada La lucha por la vida. La historia se centra en la caída del protagonista, Manuel en el mundo de la delincuencia y en sus andanzas por las afueras de la ciudad. En el mundo de Manuel, la ciudad se ve como lo ajeno. Los personajes entran cuando pueden, pero para volver a las barriadas. Al final, Manuel decide abandonar la golfería y entrar en la ciudad por el camino del trabajo.

·         Las novelas de acción. Muchas de sus novelas son un cúmulo de sucesos y episodios en los que la aventura constituye el argumento central. Las novelas de acción principales son Zalacaín el aventurero (1909), Las inquietudes de Shanti Andía (1911) y las novelas de Memorias de un hombre de acción.

Formalmente sus novelas se basan en la espontaneidad y el antirretoriciscmo. Nacen del rechazo de una estructura previamente definida. En su estilo predominan los párrafos cortos y el léxico claro y sencillo, con presencia de coloquialismos.

La sintaxis es sencilla, sobre todo en los diálogos, empleados con frecuencia, y en los que se reproduce con gran acierto la lengua convencional. Las descripciones son fugaces, nerviosas. Los personajes son descritos de un modo rápido pero expresivo, y reflejan las impresiones del autor.

·         La novela novecentista

Los novelistas más destacados de la generación del 14 son:

·         Ramón Pérez de Ayala (1880-1962). Su obra narrativa, contaminada por el ensayo y con constantes digresiones filosóficas, se considera un ejemplo de novela intelectual. Se organiza en tres grupos: la tetralogía autobiográfica protagonizada por Alberto Díaz de Guzmán (Tinieblas en las cumbres, AMDG, La pata de la raposa y Troteras y danzaderas); 3 novelas poemáticas que tienen como tema la educación o el caciquismo; y un último grupo de obras constituido por Belarmino y Apolonio, Tigre Juan y el Curandero de su honra.

·         Gabriel miró (1879-1930). Su narrativa constituye el paradigma de la novela descriptiva o formalista. Se caracteriza por la captación de atmósferas a través de descripciones minuciosas, llenas de referencias sensoriales. Destacan títulos como Las cerezas del cementerio o El obispo leproso.

·         Ramón Gómez de la Serna (1891-1963). Escribió varias novelas libres, en las que el argumento es sustituido por digresiones sobre cualquier tema. sus relatos no muestran interés por la psicología de los personajes y dejan paso a juegos, greguerías y exhibiciones de humor e ingenio. Destacan Cinelandia y El torero Caracho.

 

 Narrativa de posguerra: novela existencial, social y experimental. Miguel

Delibes y Camilo José Cela.

·         Novela existencial

Las dos corrientes principales en la novela de los años 40 son la novela existencial y la novela tremendista.

·         La novela existencial. Como respuesta al triunfalismo de los vencedores, en la primera posguerra algunas obras reflejan una realidad asfixiante, En la que se impone la sensación de fracaso. No hay en ellas crítica política ni social, sino más bien una desesperanza antropológica, una angustia individual, marcada por la experiencia de la muerte. Las novelas más destacadas de esta corriente son Nada (1944), de Carmen Laforet; y La sombra del ciprés es alargada (1948), de Miguel Delibes.

·         Novela tremendista. Se trata, en realidad, de una manifestación extrema de la novela existencial. Reflejo de la misma angustia y desolación, en él tremendismo se acentúan la atrocidad y la violencia. Son frecuentes los episodios brutales y truculentos, que remiten a elementos de la tradición literaria como la picaresca, el naturalismo o el esperpento de Valle Inclán. La novela paradigmática de esta tendencia es La familia de Pascual Duarte (1942), de Camilo José Cela.

·         Novela social

La novela en los años 50. Los autores de los cincuenta se sitúan en la tradición del realismo. Incorporan temas sociales, Superando el individualismo existencia lista de los 40. La novela pionera de esta tendencia es La colmena, de Camilo José Cela, retrato de la vida cotidiana En Madrid durante dos días de diciembre de 1942. En este relato destacan el protagonismo colectivo, el fragmentarismo y el contrapunto (el discurso está dividido en 215 fragmentos a lo largo de los cuales un narrador en tercera persona desarrolla varias líneas argumentales simultáneas).

·         Temas. Partiendo del compromiso, abordan las penosas condiciones de vida de la gente corriente en la España de la época, con voluntad de denuncia.

·         Técnicas narrativas. La técnica principal es el objetivismo (transcripción imparcial de los sucesos a la manera de una Cámara cinematográfica).

·         Principales autores. Los autores pueden agruparse en dos subconjuntos: los pertenecientes al realismo social, con un compromiso político explícito (La piqueta, de Antonio Ferres; La zanja, de Alfonso Grosso; Central eléctrica, de Jesús López Pacheco). Los neorrealistas, con un mayor interés por las cualidades estéticas de sus obras (Los Abel, De Ana María Matute; el fulgor y la sangre coma de Ignacio Aldecoa; entre visillos, de Carmen Martín Gaite). La obra fundamental es El Jarama, de Rafael Sánchez Ferlosio, máxima expresión del objetivismo punto y seguido cuenta la historia de un grupo de jóvenes qué pasa el día junto al río Jarama; la banalidad de sus vidas contrasta con el accidente mortal con el que se cierra el relato.

Ø  La novela experimental

A principios de los años 60 se produce un movimiento de renovación asentado sobre tres principios: el arte no debe estar supeditado a la política, la pretensión de objetividad debe superarse para reflejar la conciencia del sujeto y es preciso conferir un rango artístico a la prosa narrativa. En la novela experimental encontramos las siguientes características:

·         Subjetivismo. La indagación en la realidad española se realiza a través de personajes fuertemente individualizados, sumidos en una crisis de identidad; esto se traduce en el uso del monólogo interior o el tu autorreflexivo.

·         La sustitución del capítulo como unidad estructural por secuencias o párrafos.

·         La creación de espacios simbólicos o míticos.

·         La inclusión de materiales diversos (informes, rótulos, anuncios...), y técnicas como el desorden cronológico o las licencias ortográficas y tipográficas.

·         La voluntad de renovación estilística, que se manifiesta en el empleo de abundantes recursos expresivos (metáforas y símiles sorprendentes, hipérboles, hipérbatos...) o de un léxico inusual, cuajado de terminología científica, neologismos o cultismos.

Las obras fundamentales son Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, en la que un joven médico sumido en la desorientación existencial ve truncado su futuro por la penosa realidad del país; Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes, largo soliloquio de una mujer frente al cadáver de su marido; Volverás a región, De Juan Benet; Señas de identidad, De Juan Goytisolo; Antagonía, de Luis Goytisolo; La saga / fuga de J. B., de Torrente Ballester; o Si te dicen que caí, de Juan Marsé.

Ø  Camilo José Cela (1916-2002)

Con su novela La familia de Pascual Duarte (1942). Esta novela se relaciona con la novela picaresca, presenta la autobiografía de un condenado a muerte. El protagonista dirige su confesión a un amigo de su última víctima y le pide perdón. Al final de la obra se incluyen dos cartas en las que se informa de que Pascual fue ejecutado.

Pascual Duarte, de baja clase social y escasa cultura, selecciona de su vida los momentos que considera significativos de acuerdo con la finalidad que se ha propuesto: justificar su conducta explicando todas las desgracias que ha padecido en un destino marcado por la fatalidad.

El ambiente rural de la España anterior a la Guerra Civil y la circunstancia familiar en la que crece Pascual se caracterizan por la pobreza, la crueldad y la brutalidad. Su relato está presidido por la violencia: la de las escenas en su hogar y la de las acciones que él ha cometido: la muerte de dos animales y de varias personas, entre ellas su madre y su esposa.

Dentro del realismo social se encuadra su novela La colmena (1951). Destaca su carácter testimonial del Madrid de posguerra. En esta novela se describe la vida de unos personajes marcada por las privaciones, la miseria material, moral y social, la falta de ideales, el miedo y la impostura.

La novela se incluye dentro del objetivismo, aunque el narrador en tercera persona interviene de forma constante, opina y enjuicia con ironía y sarcasmo.

La obra destaca por su protagonista colectivo (más de doscientos personajes de distintos sectores sociales, sobre todo de la pequeña burguesía; por su estructura en secuencias de acciones, en las que predomina el diálogo y por el tiempo reducido de la historia, solo tres días.

En los diálogos, que reproducen el habla coloquial madrileña, caracterizan a los personajes, vulgares, conformistas y derrotados, bridan información sobre la vida cotidiana de la época.

Las secuencias se distribuyen en seis capítulos y un final y no siguen un orden cronológico. En las secuencias se relatan trozos de la vida de distintas personas relacionadas por el espacio (como el café de doña Rosa), por lazos familiares, por asociaciones temáticas o por el joven poeta Martín Marco.

Los temas más importantes de la obra son la pobreza y el sexo, constantemente presente porque es una salida de la miseria y además permite evadirse del aburrimiento en la gris, hambrienta, sórdida realidad del Madrid de la posguerra: “ese sepulcro, esa colmena…”.

También cultivó la novela experimental con títulos como San Camilo, 1936; Oficio de tinieblas, 5. En la última etapa de su vida obtuvo numerosos premios (el Príncipe de Asturias en 1987, el Nobel en 1989, el Cervantes en 1995), que refrendan el valor indiscutible de su obra.

Ø  Miguel Delibes (1920-2010)

Miguel Delibes se inicia en la novela existencial con obras como: La sombra del ciprés es alargada (1947). Es una novela primeriza, aun vacilante, pero en la que ya aparecen dos de los grandes temas de Delibes, la muerte y la infancia. Pedro es un niño huérfano que es acogido y educado por un maestro con una concepción muy pesimista de la vida. Pedro intentará escapar de ese pesimismo adquirido. Sin embargo, conoce una mujer de la que se enamora y termina abandonando, ya que no puede escapar ni cambiar las normas rígidas en las que ha sido educado.

En su segunda etapa, iniciada con su obra El camino (1950), se inicia la corriente del realismo social, desgarrado y amargo, en un ambiente rural que estará presente en muchas de sus obras (Diario de un cazador, 1955).

Mi idolatrado hijo Sisí (1953) y La hoja roja (1959) se desarrollan en espacios urbanos y en ellas critica a la burguesía provinciana y el aislamiento en el que vive.

En Las ratas (1962), el protagonista es Nini, un niño que caza ratas para sobrevivir, e intenta rebelarse contra el mundo sórdido en el que vive.

Su novela Cinco horas con Mario (1966) se incluye dentro de la novela experimental. En ella narra el largo monólogo de Carmen ante el cadáver de su marido, Mario. El fracaso matrimonial, las frustraciones personales, la religiosidad superficial, la defensa del orden establecido, los convencionalismos burgueses, la opresión o la discriminación de la mujer de la época son algunos de los temas tratados, todo ellos con un lenguaje directo, a veces coloquial y familiar, en ocasiones tópico y reiterativo, con abundantes frases hechas.

Parábola del náufrago (1969). La novela es una sátira contra la sociedad de consumo, el culto a la personalidad, la crueldad, la crisis de los derechos humanos, etc.

Otras obras suyas son El príncipe destronado (1973), rememoración de su infancia. Los santos inocentes (1981); de ambiente rural, supone una denuncia de las oligarquías terratenientes. Señora de rojo sobre fondo gris (1991); historia de un amor en carrera desenfrenada hacia la muerte. La novela se convierte en elegía con la sobrecogedora semblanza de una mujer. El hereje (1998): novela histórica, ambientada en el siglo XVI, en defensa de la libertad y la tolerancia religiosa.

En 1973 ingresó en la Real Academia Española y recibió Premios importantes como el Príncipe de Asturias en 1982, y el Cervantes, en 1993.

 

 

                                              

Ø  La novela del exilio: características, autores y obras. Ramón J. Sender y Max

Aub.

Ø  La novela del exilio: características, autores y obras.

La mayor parte de los narradores contemporáneos de la Generación del 27 parten al exilio tras la guerra civil. Es el caso de Arturo Barea, Rosa Chacel, Ramón J Sender coma Mas Aub Francisco Ayala. Dos son los ejes temáticos de su producción:

ü  las causas, el desarrollo y las secuelas de la Guerra Civil. La guerra será el asunto central de obras como Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender, la serie El laberinto mágico, de Mas Aub; o la colección de cuentos La cabeza del cordero, de Francisco Ayala.

ü  La reflexión autobiográfica. Enel desarraigo del exilio, los autores sienten la necesidad de dar testimonio de su propia vida. Abundan, así coma las autobiografías -Automoribundia (1948), de Ramón Gómez de la Serna; La arboleda perdida (en tres volúmenes; el primero, de 1959), De Rafael Alberti; Desde el amanecer (1972), de Rosa Chacel- y las novelas autobiográficas -la serie Crónica del Alba, de Ramón J. Sender; o la trilogía La forja de un rebelde, de Arturo Barea-.

Francisco Ayala. Su narrativa en el exilio se distingue por el tono reflexivo de su prosa, en la que prevalece una visión crítica, satírica y pesimista del ser humano. Destacan sus libros de relatos, entre los que sobresale La cabeza del cordero (1949), y las novelas Muertes de perro (1958), en la que critica los regímenes dictatoriales, y El fondo del vaso (1962), censura de la corrupción de la alta burguesía. A lo largo de toda su obra Ayala ha mostrado un especial cuidado por el estilo y el lenguaje.

Otras obras suyas son La calle de Valverde (1961), sobre el Madrid durante la dictadura de primo de Rivera, y La gallina ciega (1971), crónica de la realidad española en los últimos años del franquismo.

Por último, entre las novelas de tema americano destaca Epitalamio del Prieto Trinidad (1942), que narra con gran crudeza una sublevación de presos en una cárcel del Caribe.

Rosa Chacel (1898-1995). En el exilio publicó unas cuantas novelas realistas, de estilo muy cuidado y ritmo lento. No tratan temas sociales, ni siquiera la Guerra Civil, sino que se centran en el minucioso análisis psicológico de los personajes femeninos. Destacan Teresa (1941), basada en la vida de la amante de Espronceda, y Memorias de Leticia Valle (1946), que narra el despertar de amoroso de una adolescente.

Ø  Ramón J. Sender (1901-1982).

Este escritor aragonés cuenta con una producción novelística anterior a la Guerra, de denuncia social: Imán (1930), que cuenta la desastrosa intervención militar española en Marruecos. Siete domingos rojos (1932) novela documental que refleja la vida de los militantes anarquistas. MR Witt en el cantón (1935), novela histórica que se basa en la sublevación federalista de Cartagena durante la Primera República (1873).

Después de la contienda, escribe una extensa obra en la que se encuentran manifestaciones de variadas tendencias y temas: narraciones realistas, alegóricas, históricas, autobiográficas, misceláneas. Destacan tres grandes temas: la evocación autobiográfica, la Guerra Civil y la América española. Crónica del Alba (1942-1966). Esta serie está constituida por nueve novelas autobiográficas en las que se cuenta la historia de José Garcés desde su infancia y juventud inconformista hasta que, Recluido en un campo de concentración en el sur de Francia tras la derrota republicana en la guerra civil cómo decide escribir su historia. De este conjunto narrativo destaca la primera novela, cuyo título da nombre a la serie: un relato de aprendizaje en el que Garcés evoca lírica mente su primer amor.

Una de sus obras más célebres es Réquiem por un campesino español (publicada en 1953 con el título de Mosén Millán) es considerada su obra maestra. Mosén Millán, párroco de un pueblecito de Aragón, se dispone a celebrar una misa de réquiem en memoria de Paco el del Molino, asesinado por los fascistas un año antes, en los primeros días de la guerra. Mientras espera a los asistentes, recuerda lo sucedido, con una mezcla de culpa, resignación y necesidad de auto justificación: fue él quien reveló donde se escondía Paco, y quien convenció a este de que se entregara, con la promesa de que le harían un juicio justo. La novela -narrada en tercera persona, pero desde el punto de vista de Mosén Millán- reflexiona sobre la barbarie y el cainismo hispánico, así como sobre la actitud de la Iglesia durante el conflicto.

Ø  Max Aub (1903-1972)

Es considerado uno de los más importantes narradores españoles. Destaca por la extensión de su obra, que incluye novelas y relatos cortos, y por su diversidad estética: vanguardismo, realismo tradicional o testimonial, y experimentalismo.

Su producción más considerada es la serie sobre la Guerra Civil y sus consecuencias que lleva por título El laberinto mágico, formado por seis novelas -Campo cerrado (1943), Campo abierto (1951), Campo de sangre (1945), Campo francés (1965), Campo del Moro (1963) y, la más celebrada, Campo de los almendros (1968) -y más de veinticinco cuentos que conforman un ambicioso fresco de la Guerra Civil española. El relato de los sucesos de la guerra -el horror del frente, las atrocidades perpetradas sobre la población civil, el hambre, las delaciones- se combina con una indagación en las causas del conflicto: el radicalismo («este no es país de Salomones»), la falta de cultura cívica («el español es justiciero y enemigo de las leyes») o el peso del catolicismo («El catolicismo, he aquí el enemigo. No por el clero ni el lujo ni el arte: por tener al hombre en tan poco»).

Aub incorpora estrategias narrativas novedosas, en sintonía con la novela europea del primer tercio del siglo XX: el monólogo interior, los diálogos sin narrador (Campo francés presenta la estructura de un guion cinematográfico), la multiplicación de puntos de vista, el contrapunto o la inclusión metaliteraria de la voz del autor.

Ø  La narrativa española de la democracia: características, autores y obras. Juan Marsé y Antonio Muñoz Molina.

Entre finales de los 60 y la primera mitad de los 70, una serie de escritores, educados y formados durante el franquismo, comienza a escribir. Son la generación del 68 (El Mayo francés), del 66 (por la Ley de Prensa de dicho año) o del 75 (el fin de la dictadura).

Estos autores que comienzan a escribir en torno al final de la dictadura vuelven, en general, a cierto realismo, con un nuevo interés por la historia (aunque encontraremos algunos intentos de experimentación). La influencia de los medios de comunicación se puede rastrear en su obra. La variedad en estos autores abarca desde los temas, ala estilística y los géneros que frecuentaran. Los principales autores son:

ü  Manuel Vázquez Montalbán (1939- 2003). Reavivó el género policiaco al estilo americano con la serie dedicada al detective Pepe carvallo (Yo maté a Kennedy, 1972; Los mares del sur, 1979; La rosa de Alejandría, 1984).

ü  Eduardo Mendoza (1943). La verdad sobre el caso Savolta (1975) Continúa con el experimentalismo al unir la intriga tradicional con las técnicas experimentales, mezclando diversos géneros y estilos: folletín, parodias de diversos estilos (periodístico, judicial...), con recortes breves aparentemente inconexos... continuará con obras paródicas y humorísticas del género policiaco como El misterio de la cripta embrujada (1978) o El laberinto de las aceitunas (1982).

ü  Juan José Millás (1946). Hace su aparición en 1975 con una obra muy influenciada por Cortázar y el experimentalismo, Cerbero son las sombras, a la que siguen Visión del ahogado (1977), o El desorden de tu nombre (1988).

ü  José María Merino (1941). Conjuga en sus relatos el gusto por narrar con la experimentación técnica en Novela de Andrés Choz (1976) y El caldero de oro (1992), relato de un tiempo mítico que sirve de amarga denuncia del desarraigo de la España rural.

A partir de los años 80 y hasta la actualidad, Se acentúa el abandono del experimentalismo y el cultivo de una novela interesada por incluir preocupaciones culturales así como una reivindicación de las intriga, la historia, lo fantástico y lo psicológico.

Aunque ha predominado la variedad de formas narrativas, la crítica, en un intento de sistematizarlas, ha establecido los siguientes modelos:

ü  Novela especular o metanovela. La narración se convierte en una reflexión sobre el proceso de escritura de la propia novela. Destacan autores y obras como: Luis Landero (Juegos de la edad tardía, 1989), Juan José Millás (El desorden de tu nombre, 1988).

ü  Novela de intriga o policiaca. Se encuadran dentro de esta tendencia autores como Antonio Muñoz Molina (Beatus Ile, 1986; Beltenebros, 1989; El invierno en Lisboa, 1987); Arturo Pérez-Reverte (El maestro de esgrima, 1988; La tabla de Flandes, 1990; o La carta esférica, 2000); Lorenzo Silva (creador de la pareja de guardias civiles, el teniente Bevilacqua y la sargento Chamorro en El alquimista impaciente, 2000; La niebla y la doncella, 2002).

ü  Novela histórica. Se puede citar a autores como Arturo Pérez Reverte (Cabo Trafalgar, 2004; El asedio, 2010), Eduardo Alonso (Palos de ciego, 1997).

ü  Novela de autoficción. Se caracteriza por utilizar la vida real del escritor como materia novelable. En estos relatos autobiográficos se difumina la frontera entre realidad y ficción: Javier Cercas (Soldados de Salamina, 2001), Javier Marías (Negra espalda del tiempo, 1998).

ü  Novela lírica y estilística Existe una gran preocupación por la forma y el lenguaje sugerente, Julio Llamazares (La lluvia amarilla, 1988), Luis Mateo Díez (La fuente de la edad, 1986).

Las escritoras serán más visibles en esta época que en anteriores gracias al cambio operado en esta nueva sociedad, más aperturista. Algunas de ellas son, por ejemplo, Rosa Montero (Te trataré como a una reina, 1983; Bella y oscura, 1993), Soledad Puértolas (Queda la noche, 1989; Días del Arenal, 1992), Almudena grandes (Las edades de Lulú, 1989; Malena es un nombre de tango, 1998; El corazón helado, 2007).

Ø  Juan Marsé (1933- 2020)

Premio Cervantes (2008). Empezó su carrera dentro del realismo objetivo con Encerrados con un solo juguete (1960). Su novela Últimas tardes con Teresa (1966) se inscribe en la tendencia renovadora; la novela narra, entre varios sucesos, las relaciones sentimentales entre una joven de la alta burguesía catalana y un chico murciano, pobre y delincuente, a quien ella cree un obrero concienciado. La novela crítica el progresismo superficial y afectado de cierta juventud universitaria. Sobresalen el uso de la ironía, la parodia y la hipérbole, así como la variedad de registros.

La oscura historia de la prima Montse (1970), dentro de la misma tendencia, critica también la conducta de la burguesía; y con Si te dicen que caí (1973), la obra de mayor experimentación narrativa de Marsé, retrata la sociedad sórdida y miserable de la primera posguerra.

Otras obras suyas son un día volveré (1982), El amante bilingüe (1990), el embrujo de Shanghai (1993), o rabos de lagartija (2000).

Ø  Antonio Muñoz Molina (1956)

Beatus ille (1986), primera obra De Antonio Muñoz Molina, se sitúa en el territorio imaginario de Mágina, trasunto de su Úbeda natal, que vuelve a aparecer en El jinete polaco (1991), Sefarad (2001) o El viento de la luna (2006). En la narrativa del autor encontramos algunos temas y rasgos formales característicos.

ü  Preocupación ante el fanatismo y la injusticia. Esta dimensión ética se refleja especialmente en sus numerosos artículos periodísticos, en su ensayo Todo lo que era sólido (2013) y en novelas como Sefarad -sobre las diferentes formas de exilio y desarraigo en la Europa del siglo XX, devastada por los totalitarismos- o La noche de los tiempos (2009) -sobre el clima de radicalización que precedió a la guerra civil y la disyuntiva vital de quienes optaron por el exilio-.

ü  Reelaboración de sus géneros narrativos. Algunas de sus obras -El invierno en Lisboa (1987), Beltenebros (1989) o Plenilunio (1997)-presentan personajes o situaciones propios de la novela policiaca y del cine negro.

ü  Incorporación de elementos autoficcionales o autobiográficos. Así ocurre en El viento de la luna o Ardor Guerrero (1995) -en las que el autor evoca su adolescencia y el servicio militar- o en Como la sombra que se va (2015), donde reconstruye la vida de James Earl Ray, asesino de Martin Luther King, a la vez que rememora el viaje en busca de sí mismo que realizó a Lisboa en 1987 para terminar El invierno en Lisboa.

ü  Estilo minucioso y descriptivo, con amplios periodos oracionales, en el que se aprecia la influencia de Marcel Proust.

En el jinete polaco, el narrador, un traductor llamado Manuel, entabla una apasionada relación con Nadia, una neoyorquina de origen español. En el apartamento de esta, Manuel recupera la historia de sus antepasados y de los habitantes del entorno de Mágina, marcado por las heridas de la guerra, hasta desembocar en el relato de su infancia y adolescencia.

Ø  La novela y el cuento hispanoamericanos en la segunda mitad del siglo XX. Características, autores y obras. Julio Cortázar, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez.

A finales de los años cincuenta y durante la década de los sesenta se produce una eclosión de la narrativa hispanoamericana conocida como el boom. Aunque cada autor desarrolla un estilo personal e inconfundible, resumiremos a continuación algunas características compartidas.

  • La problemática existencial. La incomunicación, el desarraigo o la desazón metafísica avocan a personajes como Horacio Oliveira (Rayuela [1963], de Julio Cortázar) o Juan Pablo Castel (El túnel, [1948], de Ernesto Sábato) a una angustia permanente. Con frecuencia la indagación existencial se combina con la reflexión sobre la realidad sociopolítica (La región más transparente [1958], de Carlos Fuente; Sobre héroes y tumbas [1961], de Ernesto Sábato; o Conversación en La Catedral [1969], de Mario Vargas Llosa) es una exploración sobre las relaciones entre los procesos colectivos y las existencias individuales.
  • El predominio de la ambientación urbana. Frene a la omnipresencia de la naturaleza en la narrativa anterior, la mayor parte de estas novelas se desarrollan en la ciudad: Paris y Buenos Aires (Rayuela); Lima (La ciudad y los perros [1963], de Mario Vargas Llosa) y México D. F. (La región más trasparente).
  • La figura del dictador. Las dictaduras han sido una constante histórica de la realidad política hispanoamericana. Con el antecedente de Tirano Banderas, de Valle-Inclán, numerosas novelas de este período retratan críticamente la figura del dictador. Entre ellas podemos citar El señor presidente (1946), de Miguel Ángel Asturias; Yo, el Supremo (1974), de Augusto Roa Bastos, El recurso del método (1975), de Alejo Carpentier; El otoño del patriarca (1975), de García Márquez.
  • El realismo mágico. En estas novelas es frecuente la inserción de elementos fantásticos, legendarios o míticos en la vida cotidiana de los personajes, que asumen lo portentoso con naturalidad. Este particular tratamiento de los hechos, distinto de la mera inclusión de elementos irracionales propia de la literatura fantástica, recibe el nombre de realismo mágico. El reino de este mundo (1949) de Alejo Carpentier (en cuyo prólogo acuña la expresión «lo real maravilloso”) y, en general, la narrativa de García Márquez constituyen ejemplos de este enfoque.
  • El uso de técnicas narrativas propias de la novela experimental. La preocupación formal se traduce en la incorporación de las nuevas estrategias narrativas que venían desarrollándose en la novela occidental desde principios del siglo XX. Se aprecia, así, la influencia de los grandes renovadores de la narrativa europea (Proust, Joyce, Kafka) y, especialmente, del norteamericano William Faulkner.

Algunas de las estrategias narrativas empleadas por los autores del boom son las siguientes:

  • Alternancia de personas narrativas.
  • Desorden cronológico y multiplicación de puntos de vista.
  • Monólogo interior.
  • Solapamiento de diálogos que transcurren en espacios y tiempos diferentes.

Ø  Utilización del discurso ininterrumpido y el fragmento o secuencia de extensión variable en sustitución de unidades estructurales como el párrafo o el capítulo.

Ø  La narrativa posterior al boom

Las principales líneas de desarrollo son la fusión de géneros (muchos títulos se sitúan en la frontera entre la ficción, el ensayo, el libro de viajes y el reportaje), la literatura del yo (autobiografía coma diario, autoficción), la novela intimista, postmoderna (que incorpora elementos de la cultura popular o indaga en identidades marginales), policiaca y de contenido político-social.

Destaca la obra de Roberto Bolaño, autor de dos de las novelas más influyentes de la narrativa reciente: Los detectives salvajes y 2666, de estructura detectivesca, en las que son recurrentes motivos como el desierto, el viaje y la violencia.

 

Ø  Julio Cortázar (1914-1984)

La obra narrativa de Julio Cortázar (argentino, 1914-1984) se compone de relatos breves y de novelas. Sus cuentos son verdaderos juegos de ingenio y de imaginación; el autor nos sumerge en un mundo inquietante, en los que realidad y ficción se mezclan. El estilo de su prosa se caracteriza por la musicalidad, por el ritmo fluido de sus oraciones, por la originalidad de sus metáforas y por su transparencia. Entre los diversos títulos de relatos destacan Bestiario (1951), Las armas secretas (1958), Historias de cronopios y de famas (1962) o Queremos tanto a Glenda (1982).

 Entre sus novelas sobresale Rayuela (1963). Se trata de una novela que se organiza como un rompecabezas. El objetivo de Cortázar es describir el absurdo de la realidad que percibimos. En la novela se puede hacer una lectura lineal de los 56 capítulos que abarcan las dos primeras partes: Del lado de allá y del lado de acá, o se puede hacer una lectura desordenada siguiendo un el itinerario determinado por un tablero de dirección que figura al inicio de la obra. Esta lectura incluye una tercera parte, De otros lados, compuesta de otros noventa y nueve capítulos.

EL fragmentarismo, la despreocupación por la ortografía y la mezcla de formas de expresión de un modo paródico son sus principales recursos.

Ø  Gabriel García Márquez (1928-2014)

Premio Nobel de Literatura en el año 1982. Su obra transcurre en gran parte en el mundo de Macondo, un espacio geográfico inventado, inspirado en la realidad colombiana, en la cual se confunden los límites entre la realidad y la ficción. Los sucesos, los personajes y el universo literario en el que se mueven nacen de la experiencia vital del autor. Pero García Márquez los dota de una dimensión mítica y poética, mediante un complejo tratamiento del tiempo, un lenguaje de gran capacidad expresiva y un arte constructivo que fascina al lector.

 En su obra cumbre, Cien años de soledad (1967), García Márquez introduce la violencia humana, la naturaleza salvaje, las guerras y la explotación junto a las supersticiones, las hechicerías y los milagros con el fin de crear un marco mágico y humano para el tema de la obra: el destino del ser humano. A ello se han de unir los recursos de repetición de nombres, la narración desde una perspectiva histórica y la estructura circular.

En esta novela se presenta la historia de siete generaciones marcadas por una profecía, el último de los Buendía será un hombre con rabo de cerdo. Macondo, pueblo mítico situado fuera del tiempo y del espacio, es el lugar en el que se suceden los Aurelianos y José Arcadios Buendía, saga cíclica cuya desaparición, como la de Macondo, estaba anunciada por el destino.

En otras obras importantes continúa empleando elementos mágicos y fantásticos, aunque el tratamiento es más tradicional, como en Crónica de una muerte anunciada (1981) y El amor en los tiempos del cólera (1985). Entre sus últimos libros figuran novelas como Del amor y otros demonios (1994); cuentos, como Doce cuentos peregrinos, (1992); reportajes, Noticia de un secuestro (1996); y memorias, Vivir para contarla, 2002).

Ø  Mario Vargas Llosa (1936)

El novelista peruano toma la realidad como tema de sus narraciones y se introduce en mundos míticos sacados de su propia vida y del Perú. Estos temas aparecen en obras como La ciudad y los perros (1963), cuya acción se desarrolla en un colegio militar de Lima en el que el autor estuvo durante dos años. La casa verde (1966), ambientada en la selva amazónica y en un modesto prostíbulo que marcó su adolescencia, y Conversación en La Catedral (1969), novela que refleja la realidad peruana en toda su degradación moral y política. En la obra, Santiago y Ambrosio mantienen una conversación en un bar llamado La Catedral, que sirve de hilo para cuatro historias estilísticamente independientes. Santiago, hijo de un empresario colaboracionista con la dictadura del general Odría, decide estudiar en la universidad de San Marcos, donde comprueba la persecución y las represalias que sufren los opositores de la dictadura. Por otro lado, Ambrosio se gana la vida como puede y prueba suerte con un viejo conocido de sus años de infancia, Cayo Bermúdez, quien persigue cruelmente a los opositores y defiende los intereses del general Odría.

En títulos posteriores juega con diversos temas y modelos narrativos: la desmitificación de la utopía revolucionaria en Historia de Mayta (1984); la trama sentimental con elementos del folletín radiofónico en La tía Julia y el escribidor (1977); la novela erótica en Elogio de la madrastra (1988); la novela del dictador en La fiesta del Chivo (2000); el relato policíaco en ¿Quién mato a Palomino Molero? (1986). En algunas de estas obras se incorporan, así, rasgos propios de la novela posterior del boom.

Ø  El cuento hispanoamericano

Ø  El cuento en los años cuarenta y cincuenta

Destaca la aportación de Jorge Luis Borges. A partir de 1930, escribe narraciones breves a las que denomina genéricamente ficciones. Destacan sus libros de cuentos, como Historia universal de la infamia (1935), Ficciones (1944), El Aleph (1949) o El libro de arena (1975). Todas sus narraciones repiten una serie de temas obsesivos: el mundo caótico y sin sentido, el destino y la fatalidad, el mundo como laberinto, el paso inexorable del tiempo, el tiempo cíclico, la imposibilidad de conocer el mundo y el carácter artificial e ilusorio de la realidad.

Se caracterizan, además, por una gran originalidad estructural. En sus relatos es constante la presencia de mitos clásicos, símbolos, paradojas, juegos intelectuales y referencias literarias. La propia literatura es un tema narrativo: el libro es una metáfora del mundo, pues en él se encuentran las claves del universo. En lo formal, consigue una redacción muy cuidada, plagada de referencias culturales. Predomina el antirrealismo, no solo por la presencia de elementos fantásticos, sino porque no describe ambientes ni imita la realidad inmediata

Son importantes las narraciones de Juan Rulfo, autor de El llano en llamas (1953) colección de quince cuentos en los que trata la dureza de la vida rural mexicana en su primitivismo y su pobreza física y moral.

Alejo Carpentier con sus tres relatos recogidos en Guerra del tiempo, donde trata el problema de la imposibilidad de definir y dividir el tiempo.

Juan Carlos Onetti continúa en sus relatos los temas básicos de sus novelas: personajes angustiados y desesperanzados que deambulan en un mundo sórdido. Destaca Tan triste como ella (1963).

Ø  De los años sesenta a la actualidad

Los relatos cortos de los narradores del boom han pasado en algunos casos inadvertidos debido a la importancia de sus novelas.

·          Este es el caso de Gabriel García Márquez, que se inicia en la producción narrativa con diez cuentos reunidos con el título Ojos de perro azul. El coronel no tiene quien le escriba (1961) y La mala hora (1962) que narran las consecuencias de las guerras civiles; Los funerales de la Mamá grande (1962), sátira humorística del caciquismo; Relato de un náufrago (1970), y el muy valorado La increíble y triste historia de la cándida Eréndida y su abuela desalmada (1972), relato en el que prevalecen la soledad y el miedo.

·          Julio Cortázar es uno de los grandes conocedores y creadores del género. En sus relatos muestra, a veces bajo la influencia del surrealismo, una realidad compleja que suele aparecer parodiada. Destacan Historias de cronopios y de famas (1962) y Todos los fuegos el fuego (1966).

·         Mario Benedetti refleja en Montevideanos (1959) y La muerte y otras sorpresas (1968) las circunstancias políticas de su país desde una postura comprometida con un lenguaje sencillo coloquial.

·          Mención aparte merece el cuentista Augusto Monterroso. Sus cuentos, auténticos microrrelatos, tienden a la máxima condensación.  Se considera que ha escrito el relato más corto de la literatura universal: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. Destaca su colección de cuentos La oveja negra y demás fábulas (1969).

Desde los años setenta a la actualidad, el cuento ha sido parte importante en la obra narrativa de autores como Isabel Allende, Cuentos de Eva Luna (1989), o Alfredo Bryce Echenique, Cuentos completos (1995).

 

Poesía

 

Fin de siglo y Modernismo (características, temas y autores). La poesía de Antonio Machado (características, temas y obras).

Modernismo

El siglo XX comenzó con el modernismo, actitud general de los artistas que reaccionaron contra una civilización mercantilizada y vulgar.

Su iniciador en Hispanoamérica fue José Martí, pero el movimiento alcanzó su cumbre con Leopoldo Lugones y, sobre todo, con Rubén Darío, que se erigió en figura deslumbrante y cimera.

Influencias

·         Parnasianismo. Los parnasianos aspiraron a expresar la belleza, dejando al margen la intimidad del poeta y la crítica social. La perfección formal –el arte por el arte- constituye la finalidad del poema.

·         Simbolismo. Los poetas simbolistas creían que la palabra por sí misma no podía expresar el mundo. No se trataba, por tanto, de nombrar la realidad, sino de sugerir mediante símbolos.

Los modernistas reivindicaron la belleza frente a toda clase de vulgaridad:

·        Del romanticismo heredaron la expresión de la subjetividad del poeta y la proyección de su estado de ánimo en la naturaleza.

·        Su rebeldía se expresó mediante la evasión. Buscaron lo exótico y se inspiraron en mitos de la antigüedad y de la historia americana.

·        Los modernistas defendieron el cosmopolitismo; pero ante la amenaza estadounidense reafirmaron también sus raíces hispánicas.

·        La búsqueda de la belleza a través del arte condujo a la renovación del lenguaje poético y de la métrica.

Temas

·        La evasión de la realidad. El poeta modernista se refugia en mundos raros: lugares exóticos y épocas antiguas. Con su imaginación y su palabra construyen palacios, jardines o castillos, caballeros, princesas tristes, guerreros legendarios, ninfas, centauros. Y viajan a lugares como Japón, París, Grecia.

·        La expresión de la intimidad. Rechazan el Realismo. El mundo y el amor son vistos con ojos melancólicos. Hay un deseo de plenitud que resulta irrealizable. Esta nostalgia y desasosiego se enmarcan en paisajes otoñales o despoblados jardines crepusculares.

·        La musicalidad. Se traduce en el dominio en el uso de la métrica. Prefieren los versos alejandrinos, el dodecasílabo o el eneasílabo. En cuanto a las estrofas, buscan la variedad, modificando las estructuras tradicionales o introduciendo estrofas innovadoras.

·        Uso de un léxico muy rico y escogido: neologismos, voces desusadas, cultismos, para crear esa sonoridad. El color es un elemento fundamental. Son abundantes las aliteraciones (vino de la viña de la boca loca), sinestesias (caricia rosa, verso azul) e imágenes audaces (ir al sol por la escala luminosa del rayo).

Autores y obras más destacados

·        Ruben Darío (1867-1916). Azul (1888), Prosas profanas (1896), Cantos de vida y esperanza (1905)

·        Antonio Machado (1875-1939). Soledades, galerías y otros poemas (1917, Campos de Castilla (1912 y 1917),

·        Manuel Machado (1874-1937). Alma (1900), El mal poema (1909), Cante hondo (1912).

·        Miguel de Unamuno (1864-1936). El Cristo de Velázquez (1920). Poesías (1907),

·        Juan Ramón Jiménez (1950-1958). A su etapa modernista pertenecen obras como:  La soledad sonora, Sonetos espirituales, Estío y Platero y yo.

 

Antonio Machado (1875-1939)

Nació en Sevilla. En 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Al estallar la Guerra Civil, se alió con la causa republicana. Al final de la contienda, emprendió el éxodo de España que lo condujo al pueblo francés de Colliure, donde murió.

Creó una poesía de intensa emoción y gran introspección.

Machado definió la poesía como el “diálogo del hombre con su tiempo”. El pensamiento poético parte de la intuición vivida, temporal, a diferencia del pensamiento lógico, que se basa en conceptos.

El tiempo se erige en uno de los grandes temas machadianos: los otros –el sueño y el amor- tienen una raíz común: la preocupación por lo temporal.

El sueño es la única forma de conocimiento. En los sueños, el hastío es la nota emocional predominante. Además del hombre, también sueña la naturaleza como proyección del propio poeta.

El amor. En su obra hay poco erotismo. La mujer aparece de forma etérea, como pura ensoñación. En su poesía se incorporan amargas alusiones a la falta de amor, que se entrevé como causa de su tristeza, junto a la idea de que ha pasado ya su oportunidad.

Soledades, galerías y otros poemas (1903) Expresa sentimientos universales: la soledad, el anhelo de trascendencia, la angustia por el paso del tiempo y la muerte… por medio de elementos del paisaje que adquieren valor simbólico.

Los símbolos machadianos son:

·         La tarde, símbolo del declive, del decaimiento. Es la hora machadiana, triste, lenta, melancólica.

·         El agua y la fuente. El agua es símbolo de la vida; pero también canta la monotonía, el tedio de la ida, la eternidad del dolor. La fuente invita al recuerdo. Revela un pasado de tristeza y pena.

·         El huerto y el jardín. El huerto simboliza la ilusión asociada al recuerdo infantil. El jardín se vincula con la tarde y la fuente es un lugar húmedo, oscuro y triste. En la oposición naturaleza libre / naturaleza sometida a canon, Machado se inclinará por la libertad.

·         Los caminos. Son los caminos de la vida que conducen al ocaso. También representan las galerías del alma, que no se sabe adónde conducen.

Campos de Castilla (1912). Es un libro heterogéneo con distintas secciones:

·         El descubrimiento del paisaje castellano pone de relieve su belleza, pero también el atraso o la ignorancia de sus gentes.

·         El poema narrativo La tierra de Alvargonzález, plantea el tema de la envidia como problema del ser español.

·         Un conjunto de poemas breves de carácter sentencioso o filosófico, titulado Proverbios y cantares.

·         Una serie de poemas en los que el poeta recuerda emocionadamente a su esposa Leonor.

En este poemario aparecen los símbolos del río, que representa la vida, que se concibe como un camino en el que no cabe retroceso ni desviación.

El mar es símbolo de lo absoluto e ilimitado; Machado lo identifica con una nada activa que aniquila cualquier individualidad.

Sus preocupaciones filosóficas y estéticas se recogen en Nuevas canciones (1925) y Juan de Mairena (1936). Aquí Machado crea dos personajes, Abel Martín y Juan de Mairena quienes exponen sus puntos de vista sobre temas tan trascendentales como el ser, la crítica poética y las relaciones entre poesía y filosofía.

La generación del 27: vanguardia y rehumanización. Miguel Hernández: características, obras y temas.

Etapas

La Generación del 27 se ve fuertemente marcada por los avatares históricos de su tiempo. El bienestar económico de los años veinte, facilita la aparición de intelectuales consagrados a los estudios y a la creación poética. La Residencia de Estudiantes se convierta en el lugar de encuentro de jóvenes poetas venidos de diferentes puntos de España. Esa confluencia crea un grupo homogéneo que se disgrega a causa de la guerra civil y sus fatales consecuencias.

Los factores históricos y las influencias europeas permiten distinguir dos etapas:

1922-1928. Esta etapa está marcada por el predominio de la poesía pura y la admiración por Juan Ramón Jiménez. Se caracteriza por:

·         La supresión del sentimentalismo y la alabanza de la inteligencia.

·         La búsqueda absoluta de la belleza.

·         El rigor en la construcción poética y la depuración del lenguaje.

·         La tendencia a la creación de poemas breves.

Destacan dentro de esta tendencia los siguientes autores:

·         La voz a ti debida y Razón de amor, de Pedro Salinas. A través del amor, el yo poético descubre el “tu” esencial, verdadero, de la persona amada, oculto tras las apariencias.

·          Cántico, de Jorge Guillén. El poeta celebra jubilosamente la realidad (“el mundo está bien hecho”, dirá) y la plenitud del instante.

Al mismo tiempo se desarrolla la corriente llamada neopopularismo, que se caracteriza por la incorporación de recursos y formas métricas propias de la poesía popular española (soneto, décimas, romances). Dentro de esta tendencia destacan los siguientes autores:

·         Romancero gitano, de García Lorca. A los gitanos, encarnación de la libertad, la naturaleza y la pasión, se oponen los guardias civiles, que representan la civilización, la razón y el orden burgués.

·         Marinero en tierra, de Rafael Alberti. La contraposición entre el mar, símbolo del paraíso perdido de la infancia, y la ciudad, asociada al mundo adulto, frío y artificioso.

1928-1936. La cohesión del grupo empieza a resquebrajarse. Algunos de sus miembros (Cernuda, Alberti, Lorca, etc.,) buscan nuevas formas de expresión a través de las vanguardias.

En esta segunda etapa domina la influencia del surrealismo, con matizaciones. Del surrealismo aceptan la rebeldía, la antirreligiosidad, la libertad imaginativa, el mundo de los sueños, pero rechazan la escritura automática.

Esta influencia se manifiesta en los siguientes rasgos formales:

·         Utilización de imágenes o de metáforas irracionales: “la última fiesta de los taladros” (Lorca se refiere, probablemente, a la muerte).

·         Asociaciones libres de palabras que esconden, sin embargo, una coherencia profunda “las nubes no salen de tu cabeza, pero hay peces que no respiran” (Aleixandre).

·         Preferencia por el empleo del verso libre.

Esta nueva propuesta poética se rebela contra el magisterio y doctrina de Juan Ramón Jiménez y La deshumanización del arte de Ortega y Gasset.

Dentro de esta tendencia destacan los siguientes autores:

·         Sobre los ángeles, de Rafael Alberti. Los ángeles caídos que acosan al yo poético representan las incertidumbres y angustias del autor, sumido en una profunda crisis personal.

·         Poeta en Nueva York, de Federico García Lorca. Nueva York se presenta como símbolo de la deshumanización del mundo moderno.

·         La destrucción o el amor y Espadas como labios, de Vicente Aleixandre. Al fundirse con la persona amada, el amante sale de sí mismo y accede a una vida plena, en contacto con el cosmos.

La guerra civil (1936-39) supone el final de la Generación del 27. La mayoría de sus componentes ha de exiliarse: Salinas, Cernuda, Alberti…; otros, como Gerardo Diego, Aleixandre y Dámaso Alonso se quedan en España, y otros son víctimas del régimen franquista: García Lorca y Miguel Hernández.

Miguel Hernández: características, obras y temas

Miguel Hernández nació en Orihuela (1910), encuadrado en la generación del 36, grupo generacional roto por la Guerra Civil y que supone una transición entre la generación del 27 y los primeros poetas de posguerra. Participó activamente en la Guerra Civil dentro del bando republicano lo que supuso su detención y posterior muerte en la cárcel en 1942.

Su primera obra, Perito en Lunas, siguiendo el modelo de Góngora, trata de crear una poesía de gran belleza formal y se propone captar la belleza como el fin último de la poesía. Es su intento personal por implantar una poesía pura en España. El resultado es una creación conceptuosa y trabajada de la realidad con metáforas que, si bien arrancan de Góngora, tienen mucho de personales

Su obra El rayo que no cesa (1934). En esta obra se vuelve a cultivar una poesía del corazón, El rayo que no cesa es un libro de pasión e impulso. El tema principal es el amor y sus distintos estados de ánimo: el arrebato, el furor, la desesperación y el sufrimiento. Siente una atracción especial por el tema amoroso, incluso en su aspecto sexual, en su noble naturalidad, el choque de los cuerpos ante el común estremecimiento de tierra y firmamento. Predomina el uso del soneto.

EL amor humano se identifica con la destrucción; pero en El rayo que no cesa hay también consideraciones de orden sociológico. El poeta, además de amante, es un novio y el libro es también el poemario de un noviazgo provinciano. El poeta es un amante rebelde que desde la fuerza de su amor quiere quebrar sus reglas, pues no se resigna a la situación convencional de novio. La fuerza natural amorosa se opone a la moral al uso.

Literatura de urgencia (1935-1938). La poesía se vuelve un arma de combate, un instrumento útil para mantener la moral del soldado y adoctrinarlo sobre la causa por la que lucha. Sus rasgos más destacados son los siguientes:

·         Su intimidad cede a la identificación solidaria para adentrarse en la causa del pueblo.

·         El foco pasa del “yo” al “nosotros”.

·         Los contenidos temáticos se cargan de razón ideológica y presupuestos éticos.

·         El poema busca una practicidad, una función de propaganda, denuncia, etc.

Destacan obras como Viento del pueblo (1937), en que dominan los tonos épicos y elegíacos. El hombre acecha (1939), que se duele del odio, la crueldad, la opresión y la muerte que acarrea la guerra.

Cancionero y romancero de ausencia, escrito entre 1938 y 1949, corresponde a los poemas escritos en la cárcel. Sus temas principales son: las heridas de la vida, el amor y la muerte, la concepción trágica de la existencia.

La voz poética ha perdido todo, sufre de ausencia y falta de libertad: la guerra y la cárcel le han separado de sus seres queridos.

Aparece un mundo lleno de ira, acecho, rencor, del que solamente el amor puede liberarlo. Destaca la importancia del tema del hijo, fruto y culminación del amor a su mujer: la maternidad, el vientre de su mujer, es su único lazo con la vida. Hay alegría por el nacimiento del primer hijo y profundo dolor por su muerte; después, con su segundo hijo vuelve la esperanza, pero también el lamento por las privaciones que sufre, como se refleja en el célebre poema titulado Nanas de la cebolla.

La lírica de posguerra, poesía arraigada, existencial y social. Blas de Otero.

 

Años 40: poesía existencial

Se desarrolla en torno a tres revistas: Escorial, Garcilaso y Espadaña.

Escorial

Esta revista reunió a los poetas de la generación del 36, un grupo escindido entre España y el exilio. Luis Rosales, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo y Luis Felipe Vivanco se decantaron por una poesía intimista de temática tradicional: el amor, la muerte, la tierra y el paisaje. Su lenguaje es sencillo, cotidiano y cultivaron, sobre todo, el soneto. Destacan obras como: La casa encendida, de Luis Rosales; Escrito a cada instante, de Leopoldo Panero; y El descampado, de Luis Felipe Vivanco.

Garcilaso

Se fundó con apoyo oficial para crear una poesía favorable a los intereses del régimen. El poeta más destacado fue su director, José García Nieto.

Siguen interesándose por los temas religiosos, amorosos y por la contemplación del paisaje. Despliegan un estilo retórico –a veces neobarroco- y un admirable dominio de la técnica.

Frente a estas  revistas sufragadas por el régimen, aparecieron otras entre las que destaca Espadaña. Los escritores querían proclamar una poesía existencial, social, muy cercana a la de Hijos de la ira de Dámaso Alonso. Pretendían una lírica más apegada al mundo y a sus problemas. A los temas de la época, amor, naturaleza, Dios, se añade el de los problemas sociales, el de una poesía dirigida “a la inmensa mayoría”. Dámaso Alonso denominó a la primera de estas corrientes poesía arraigada y a la segunda poesía desarraigada. En realidad, esta última es producto claro del existencialismo tan dominante en la época.

Hijos de la ira, Sombra del Paraíso y Espadaña

La visión positiva del mundo de los poetas de Garcilaso contrastaba con la desgarrada realidad de la española de la época. La reacción contra esta poesía se concretó en el año 1944, con la publicación de Hijos de la Ira, de Dámaso Alonso; y de Sombra del Paraíso de Vicente Aleixandre, así como con la creación de la revista Espadaña.

 Hijos de la ira (1944) es un libro de protesta e indagación. Yo escribí Hijos de la ira lleno de de asco ante la estéril injusticia del mundo y la total desilusión de ser hombre”. Se emplea un lenguaje cotidiano y un léxico diverso, incluido el no poético; abundan las repeticiones (léxicas y morfosintácticas) y la acumulación de imágenes, expresión de la violencia. En la métrica, está presente el verso libre, con extensos versículos.

 Sombra del paraíso (1944). En este poemario se muestra el descontento ante el destino humano, desde un presente en que se añora el paraíso perdido.

La poesía existencialista se centra en el sufrimiento del ser humano; los poetas expresan su dolor existencial, su soledad y su indefensión. Así los temas son la búsqueda dolorosa de Dios o su silencio, las crisis religiosas, la angustia por la muerte inexorable. Muchos autores evolucionarán luego hacia la poesía social.

Otras autores existencialistas son: Carlos Bousoño, Raíz (1947); Vicente Gaos, Arcángel de mi noche (1942) y Sobre la tierra (1945); Carmen Conde, Mujer sin Edén (1947).

Años 50: poesía social

La poesía social, iniciada en la década anterior, triunfa a mediados de los cincuenta. Un grupo de poetas, entre los que sobresalen Gabriel Celaya, Blas de Otero, Victoriano Crémer, Eugenio de Nora y José Hierro concibieron la poesía como comunicación: como medio de denuncia del dolor y las injusticias sociales, y, en algunos, de lucha por el cambio social y político.

La poesía social se caracterizó por su preocupación por la realidad y la vida colectiva, su rechazo del formalismo anterior, el tono narrativo, un lenguaje cotidiano y cierta tendencia al prosaísmo, para llegar a un público amplio.

Autores más destacados de la poesía social:

·         Gabriel Celaya (1911-1991). Las cartas boca arriba (1951) y Cantos Íberos (1955).

·         José Hierro (1922-2002). Tierra sin nosotros (1947), Alegría (1947), Quinta del 42 (1952)

·         Angela Figuera de Aymerich (1902-1984). Mujer de barro (1948), Vencida por el ángel (1950) y Víspera de la vida (1953), El grito inútil (1952).

Blas de Otero(1916- 1979)

Nació en Bilbao. Estudió Derecho y Filosofía y Letras.  Desde joven tuvo que afrontar problemas por la ruina de su familia y sufrió períodos de crisis depresivas. Durante algún tiempo se dedicó a la enseñanza, actividad que abandonaría para entregarse totalmente a la poesía. Fue miembro del Partido Comunista de España, residió varios años en Cuba y viajó por Europa y Asia.

Escribe una poesía sincera, humana, dirigida a la “inmensa mayoría”, con el propósito de sacudir las conciencias y de compartir con el resto de la humanidad su “tragedia viva”, que puede residir en la propia existencia o en la vida en sociedad.

Etapas de su poesía

·         Poesía existencial. Blas de Otero publicó sus mejores obras a partir de 1950: Ángel fieramente humano (1950) y Redoble de conciencia (1951), reunidas con posterioridad en un solo volumen bajo el título de Ancia (1958), que incluía nuevos poemas.

Toda su obra está centrada en el tema del ser humano. En estos primeros títulos el enfoque es existencial. Como hombre, se plantea el problema de Dios y su ausencia; el poeta se siente solo, abandonado. Si Dios no existiera, la muerte se presentaría con la crudeza de la aniquilación total. De ahí la lucha desesperada del hombre por encontrarlo y poder sentido a su existencia.

·         Poesía social. Pido la paz y la palabra (1955) y Que trata de España (1964) pertenecen a esta segunda etapa. Descubre que su canto ha de ser para los que, como él, luchan en la carrera de ser hombre frente a Dios: Definitivamente cantaré para el hombre. En su nombre reclama la paz, la libertad y la justicia; pero también la palabra, única arma de que el poeta dispone para transmitir las ideas del pueblo, sus angustias y esperanzas.

 

En sus últimos años cultiva una poesía experimental, de influencia surrealista con imágenes irracionales y presencia del absurdo: Historias fingidas y verdaderas (1970). Hay un retorno a la intimidad de la voz poética (la infancia, la vida cotidiana) y mayor serenidad. Destacan, además, los poemas escritos en prosa.

La generación poética del 50. Características, autores y obras. Ángel González.

A mediados de los años 50 surge un grupo de poetas que, sin renunciar a la preocupación por los problemas humanos, vuelve a preocuparse por el carácter artístico de la poesía.

Machado se convierte en referente estético y ético. El acto fundacional del grupo será, así, el viaje que algunos de ellos (Goytisolo, Valente, Ángel González, Gil de Biedma o Caballero Bonald) realizan a Colliure para visitar la tumba del poeta.

A varios de ellos les une una estrecha de amistad, el hecho de haber sido niños de la guerra y haber vivido la etapa más dura de la posguerra.

Todos ellos conciben la poesía como experiencia, es decir, se defiende el carácter autónomo del poema y la no existencia de un conocimiento previo del material de la experiencia –de la realidad vivida- hasta que se va componiendo el poema. El acto poético hace conocer al poeta una experiencia que desconocía.

Su obra se consolidará en la década de los 60.

Estos creadores conciben la poesía como un proceso de conocimiento, de la realidad, de sí mismos, y también del lector.

Aunque la mayoría de estos escritores cultiva al principio la poesía social, con el tiempo evolucionan hacia una poética centrada en lo individual y lo subjetivo, con una mayor elaboración artística del lenguaje literario. En la literatura influyen poetas del 27, especialmente Guillén y Cernuda.

Entre los rasgos temáticos más importantes se pueden citar:

·         El análisis de la memoria personal y la experiencia individual e histórica, es frecuente el tema de la infancia y la juventud perdidas.

·         Los temas del paso del tiempo, vinculado con el anterior y con la concepción de la vida como teatro; el amor, ligado al erotismo, y la amistad.

·         Prefieren mostrar con bastante desnudez su intimidad y relatan sus amores reales o fingidos sin ningún pudor.

·         Valoran más la palabra y buscan conseguir efectos de ambigüedad de lectura, que pueden llegar al simbolismo y al irracionalismo. El lector intuye el poema. Comenta Bousoño: “Yo diría que se busca la comprensión, pero las de aquellas personas que sean sensibles al arte (y que no nos engañemos, resultan las únicas que se acercan a una librería para comprar un libro de versos)”.

·         Concentración y tensión expresiva. Se busca a través de la naturalidad crear un poema construido como un todo y que se mantenga una tensión desde el principio al fin para lo que la rima desaparece y el ritmo del verso se hace más libre. La estrofa casi se abandona.

·         Se sirven de la anécdota para que el poeta pueda exponer su subjetividad. Son frecuentísimos los poemas en que se parte de las anécdotas, la experiencia de la niñez y de la adolescencia.

·          Hacen poesía ética o crítica, que gusta muchas veces de la sátira y la autoironía.

·         La presencia de lo religioso, relacionado con la literatura mística española o con la oriental (en poetas como Claudio Rodríguez y José Ángel Valente).

·         La metapoesía: algunos poemas reflexionan sobre la poesía o sobre las características, capacidades o insuficiencia del lenguaje literario.

En lo estilístico predomina un tono reflexivo o meditativo, un estilo conversacional, un lenguaje coloquial y son frecuentes el uso de la ironía y la intertextualidad (citas, autocitas, paráfrasis o parodias de otros textos).

Nómina de poetas de la generación del 50 y obras destacadas:

Ángel González (Tratado de urbanismo, 1967)

Jaime Gil de Biedma (Poemas póstumos, 1968; Compañeros de viaje, 1959)

Carlos Barral (Las aguas reiteradas, 1952; Diecinueve figuras de mi historia civil, 1961)

Claudio Rodríguez (Don de la ebriedad, 1953; Desde mis poemas, 1963)

José Agustín Goytisolo (Salmos al viento, 1958; Claridad, 1961)

Jose Ángel Valente (Poemas de Lázaro, 1960; La memoria y los signos, 1966)

Francisco Brines (Las brasas, 1960; El santo inocente, 1965)

Alfonso Costafreda (Nuestra elegía, 1949; Ocho poemas, 1951)

José Manuel Caballero Bonald (Memorias de poco tiempo, 1954; Las horas muertas, 1959).

Ángel González (1925-2008)

Nació en Oviedo. Ejerció un tiempo como maestro y luego se graduó en Derecho en la Universidad de Oviedo. Vivió en Madrid, Sevilla, Barcelona y Estados Unidos, donde trabajó como profesor en distintas universidades.

Obtuvo el Premio Príncipe de Asturias (1985) y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (1996). En 1996 ingresó en la RAE. Murió en Madrid.

Obra poética

En la producción poética de Ángel González se aprecian tres etapas:

·         Primera etapa. Desde Áspero mundo (1956) hasta Tratado de urbanismo (1967), la decepción y el pesimismo existencial se aúnan con una dura crítica al mundo circundante. La poesía se convierte en un instrumento clarificador tanto de la experiencia del poeta como de la sociedad que lo condiciona. El tema vertebrador es el paso del tiempo, al que se supeditan una serie de subtemas, como el amor, el desengaño, el absurdo de la vida, la infancia como paraíso perdido y el transcurrir histórico. En Grado elemental (1962), la ironía es central y sirve para parodiar el entorno político y social de la época.

·         Segunda etapa. Abarca desde Breves canciones para una biografía (1971) hasta Prosemas o menos (1985). Se incorpora en los textos lo lúdico: la ironía deriva hacia el humor y abundan las inversiones y distorsiones semánticas, la ruptura de frases hechas, los neologismos y los juegos de palabras.

·         Tercera etapa. Se abre con Deixis en fantasma (1992) y continúa con Otoños y otras luces (2000). Comienza ahora una meditación de carácter elegíaco. Continúa en su obra la obsesión por el paso del tiempo y el testimonio del tiempo histórico.

Los novísimos y la poesía de la experiencia. Luis García Montero

Nómina de los novísimos

En 1970 el crítico José María Castellet publicó una antología titulada Nueve novísimos poetas españoles que incluía composiciones de los siguientes poetas:

Pere Gimferrer (Arde el mar y La muerte en Beverly Hills).

Guillermo Carnero (El sueño de Escipión).

Félix de Azúa (El velo en el rostro de Agamenón).

Antonio Martínez Sarrión (Una tromba mortal para balleneros).

Manuel Vázquez Montalbán (Una educación sentimental)

Leopoldo Mª Panero (Así se fundó Carnaby Street)

Ana María Moix (Call me Stone)

Vicente Molina Foix y José Mª Álvarez.

Se suelen añadir otros que, inicialmente, comparten algunas características con ellos, como Luis Antonio de Villena o Luis Alberto de Cuenca.

También se les conoce con el nombre de generación del 68, ya que la labor de estos poetas coincide con los años 60 en España, la década de la europeización del país. Otro nombre es el de Los venecianos, porque escribieron con cierta frecuencia sobre Venecia.

Como en el Modernismo el poeta se considera un ser perteneciente a una aristocracia intelectual, cuya manifestación es la exhibición cultural en el poema. Por otro lado, también hay una tendencia a la evasión, al refugio en una época, lugares o personajes del pasado. Un modo de expresión generalizado es el monólogo dramático: el poema se pone en boca de un personaje histórico, conocido o no, como emisor y responsable de los versos.

Estos poetas acentúan el aspecto verbal y la huida de la realidad, aunque no rompen del todo con la generación anterior. Pero, sí es verdad, suponen un cambio perceptible y muy fértil.

En su mayoría son poetas filólogos. Casi todos ellos han estudiado Filología románica, hispánica y clásica, lo que explica ciertos temas y ciertos modelos. En general, son profesores en las escalas más altas y algunos han llegado a ser académicos y directores de la Biblioteca Nacional.

·         En su formación cultural y en los temas se mitifica la cultura de los medios de comunicación, radio, cine, tebeos o canciones. Demasiados tebeos, Marilyn Bogart, posters, mucho Che Guevara, Kennedy, Klimt, novela negra. Conocen la poesía extranjera: autores como Eliot, Cavafis, el Surrealismo, y en ellos influyen Cernuda, Gil de Biedma y autores hispanoamericanos como Octavio Paz o César Vallejo.

·         Su poesía se aleja del realismo y regresa a los experimentos relacionados con la vanguardia (escritura automática y uso del collage) o con el Modernismo (gusto por lo exótico, por el ritmo del lenguaje, por el léxico culto, etc. Defienden la autonomía del arte y manifiestan una extrema preocupación por el lenguaje.

·         Consideran que el “yo” del poeta está tan dicho que es imposible y resulta estúpido presentarlo en escena. Se sirven de recursos como el prosaísmo y la ironía. El existencialismo negativo se manifiesta en la incapacidad de creer en la poesía como un acto de conocimiento. El mundo no se conoce a través de la palabra. Prefieren el verso largo y sujeto a unos ritmos muy marcados, con base endecasílaba y, con más frecuencia alejandrina.

·         Durante los años setenta, la influencia de la poesía novísima se ramifica en distintas tendencias que desarrollan algunas de sus características. Las principales son:

ü  La corriente culturalista.  El poema se centra en algún suceso o en algún personaje de la historia cultural y se construye sobre él, muchas veces en forma de monólogo dramático. El poeta exhibe sus conocimientos y su sensibilidad hacia la cultura.

ü  La corriente clasicista. Se inspira en las formas métricas y el estilo literario de los clásicos.

ü  La corriente experimental. Se profundiza en la vinculación con las vanguardias del período de entreguerras, mediante la creación de poesías visuales y collages.

ü  La corriente metapoética. Predomina la indagación sobre la naturaleza de la poesía. Suele manifestarse por medio de una poesía minimalista, cercana a la poesía pura e influida por la poesía oriental.

La poesía de la experiencia

Desde 1975 hasta principios de la década de los 80 prevalece la estética de la promoción de los 70 o del 68. Al mismo tiempo, continúan su labor los poetas de la promoción de los 60, que viven una etapa de plenitud artística, en la que publican libros fundamentales.

Progresivamente se van desarrollando distintas tendencias, alejadas del culturalismo, entre las que destaca la poesía de carácter realista. En los años ochenta se recobra la importancia del yo poético y del compromiso (en un sentido amplio, distinto del de la poesía social), aparecen el humor, los asuntos intrascendentes de la vida cotidiana, las realidades contemporáneas y urbanas.

La combinación de cotidianidad, intimidad y voluntad de incardinarse en el presente que remite a los autores del Medio Siglo, en particular, a Ángel González y Gil de Biedma- y, a través de ellos, a Antonio Machado. Pretenden recuperar el vínculo con el lector, tal como ocurre en la narrativa –los nuevos realismos y la revalorización del gusto por contar historias- y el teatro

La poesía de la experiencia es la corriente dominante hasta mediados de la década de los 90. Podemos citar las siguientes características generales:

ü  Insistencia en el carácter ficticio del poema y, en consecuencia, del yo poético y en las experiencias individuales, a partir de las cuales surgen las reflexiones y las visiones del mundo: relaciones amorosas, desengaño y fracaso, conciencia del paso del tiempo. Predomina la reflexión de la voz poética o el monólogo dramático y cierto carácter narrativo.

ü  Estética verosímil y realista, que lleva a la preferencia por una representación literaria de una realidad que pueda ser identificada y fácilmente por los lectores; en este aspecto es central el ámbito de la ciudad y la cotidianidad (tráfico, vehículos, bares…)

ü  Estilo cuidado pero sencillo, con rasgos conversacionales y prosaicos, y léxico propio de la cultura urbana (de jergas, anuncios, espacios, vehículos, profesiones) y ambientes como bares, taxis, teléfonos, cines, hoteles o ascensores que sitúan en el contexto de la España de la época; empleo de citas y alusiones, y también humorismo.

ü  Función civil de la poesía temática amorosa. Aunque no existe un compromiso político y explícito, la poesía debe enraizarse en la realidad histórica y servir como reducto de los valores éticos esenciales (dignidad, solidaridad…) frente a una sociedad deshumanizada. El amor, es uno de los temas fundamentales.

ü  Recuperación de formas métricas tradicionales. Frente a la tendencia al verso libre de los Novísimos, se vuelve al verso medio (heptasílabos, endecasílabos y alejandrinos), y son frecuentes las silvas y los sonetos.

ü  Antivanguardismo y anticulturalismo. El poeta no es (como en el simbolismo o las vanguardias) un ser marginal, un genio o visionario que realiza una actividad sublime, sino alguien normal, que habla de las vivencias y emociones de las personas normales.

Pertenecen a esta corriente poética autores como:

ü  Luis García Montero, Tristia, (1982 y 1989)

ü   Felipe Benítez Reyes, Paraíso manuscrito (1982)

ü   Carlos Marzal, El último de la fiesta (1987)

ü   Luis Alberto de Cuenca, La caja de plata (1985)

ü  Miguel d’Ors, Curso superior de ignorancia (1987), La música extremada (1991)

ü   Jon Juaristi, Diario de un poeta recién cansado y Viento sobre las lóbregas colinas

ü   Almudena Guzmán, Usted (1989) y El libro de Tamar (1989)

Luis García Montero (1958)

Nació en Granada. Profesor de literatura española en la universidad de esta misma ciudad ha publicado varios poemarios: Y ahora que ya eres dueño del puente de Brooklyn (1980), Tristia (1982, 1989), Las flores del frío (1991), Habitaciones separadas (1994), Vista cansada (2008), Balada de la muerte de la poesía (2016), A puerta cerrada (2017)… Ha recibido los premios Federico García Lorca (1979), Adonais (1982), Loewe (1993) y Nacional de Poesía (1995), estos dos últimos por Habitaciones separadas, El Premio Nacional de la Crítica en el 2003. En Casi cien poemas (1997) se recoge una antología de su obra. Desde 2018 es director del Instituto Cervantes.

Incluido dentro de la poesía de la experiencia busca relacionarse con la poesía de Luis Cernunda y Jaime Gil de Biedma y trata de unir la estética de Antonio Machado y el pensamiento de la generación del 50, así como el Surrealismo y las imágenes impactantes de los poetas del Barroco español o de Juan Ramón Jiménez.

La característica más destacable de Luis García Montero es el narrativismo histórico-biográfico de sus poemas, de una estructura casi teatral o novelística con un personaje protagonista que cuenta o vive su historia a través de la memoria, del recuerdo o del deseo. Su poesía se caracteriza por un lenguaje coloquial y por la reflexión a partir de acontecimientos o situaciones cotidianas.

Uno de los ejes fundamentales de su obra es la memoria, no solo la individual sino la colectiva, ambas fusionadas, permitiendo los versos más espeluznantes, directos y precisos, sin permitir que todo esto impida la utilización de los recursos y el jugar con lsa palabras.

Para este poeta la poesía no es un momento para volverse sentimentales y acercarse a las cursilerías, como lo cree una gran cantidad de gente, sino más bien, una forma de adquirir conocimiento, de acercarse a la realidad y ajustar cuentas con ella.

Por otro lado, para él la originalidad en la poesía es fundamental, pero solo es posible alcanzarla si se tienen influencias lo suficientemente fuertes que Ayuden a formar un estilo característico; así es posible fundar el propio y mundo y a partir de él surgirán poemas originales y un estilo único.

Habitaciones separadas (1994), el poeta utiliza un tono sostenido, poderosa nostalgia, emoción delicada que no alza la voz, poesía escueta, ceñida, es la obra de un poeta joven pero ya importante. La poesía de Luis García Montero indica una de las tendencias más valiosas de la lírica española contemporánea, esa línea que se ha llamado “poesía de la experiencia”. Podríamos llamarla también poesía de la vida, poesía que trata de explorar la realidad de todos los días, que colindan por una parte con lo maravilloso y por otra con lo cotidiano. Es un libro lleno de emociones en el cual los jóvenes van a reconocerse. Pero no solo ellos, todos nosotros podemos reconocernos en muchos momentos de este libro escrito con versos diáfanos y al mismo tiempo inteligentes.

 

El ensayo características generales. El ensayo desde la democracia hasta hoy en día

El término ensayo fue usado por Montaigne en 1580 en sus conocidos Essais. Ortega y Gasset lo definió como “disertación científica sin prueba explicita. Contiene reflexiones sobre temas diversos, comentarios de experiencias personales, opiniones críticas… Es un género en prosa y de carácter divulgativo. Abierto a cualquier tema y tratamiento.

El ensayista pretende mostrar un conocimiento intuitivo. Sabe que no puede convencer aplicando el método científico, por eso elige el ensayo

Características del ensayo

Presenta una extensión indefinida. Desde un artículo periodístico (editorial, artículo de fondo) hasta un libro.

Muestra una visión personal del autor. La libertad expresiva del género invita a la subjetividad.

Busca la originalidad, abrir nuevos caminos. Presenta nuevas formas de ver las cosas.

Presenta cierto desarrollo asistemático del tema, sin ordenación rigurosa, el pensamiento fluye según el estilo del autor: asociaciones frecuentes, digresiones oportunas… El objetivo no es agotar un tema, sino incitarlo a la reflexión del tema, buscar nuevos caminos.

El ensayo se aparta del rigor del trabajo científico, se fundamenta en la experiencia del autor y no en el experimento científico. La teoría puede ser válida pero no hay demostración científica.

Variedad temática. Temas más especializados, científicos, pero tratados a un nivel divulgativo y coloquial; asuntos contemporáneos: asuntos de la vida cotidiana o de interés actual al alcance de una mayoría no especializada; temas del pasado, actualizados con una perspectiva contemporánea, aportación de ejemplos de la propia experiencia del autor.

Intencionalidad estética. Uso de figuras literarias: metáforas, antítesis, ironía, interrogación retórica…

Va dirigido a un lector medio, culto e interesado en el tema, pero no especialista.

El ensayo desde la democracia

Podemos establecer tres tendencias temáticas dominantes:

·        La reflexión ética. La desideologización de la sociedad, el menor poder de la religión, los nuevos desafíos que plantean los avances científicos y técnicos, la fragilidad de las relaciones humanas han causado una transformación ética tan grande que el lector necesita guías, ideas nuevas con las que enfrentarse a esos problemas.

·        El poder de los medios de comunicación y su influencia han provocado la aparición de un tipo de ensayo que analiza su papel en la vida humana.

·        La sociedad de consumo, las nuevas formas de ocio, el mercantilismo de la cultura, el sometimiento de estas a las directrices ideológicas y económicas de las grandes empresas y el análisis de los fenómenos de masas son temas fundamentales del ensayo.

El ensayo actual utiliza un lenguaje sencillo y comprensible para el lector común.

Entre los ensayistas actuales, destacan autores que aparecen diaria y semanalmente en periódicos y suplementos culturales como: Juan José Millás, Soledad Puértolas, Elvira Lindo, Manuel Viçent, Arturo Pérez Reverte, Antonio Muñoz Molina…

Entre los autores actuales cabe destacar los siguientes:

·        Antonio Muñoz Molina. Reivindica sobre todo el papel del escritor comprometido con los problemas de su tiempo, expresando opiniones sobre temas actuales, al margen de cualquier ideología dominante. Todo lo que era solido (2013), análisis de la actual crisis a través de lo ocurrido en el terreno político y económico en España desde la llegada de la democracia.

·        Juan José Millás. Es el creador de los articuentos, se trata de artículos de opinión porque aparecen como tales en la prensa, se ocupan de lo que ocurre en España y en el mundo. Pero, por sus características, están más cerca de los textos de ficción, de la fábula o del microrrelato fantástico. Su objetivo es siempre mostrar el revés de la trama, lo verdadero y lo falso. El pensamiento, presentado a través del humor, la paradoja o la ironía nos ofrece una lúcida visión crítica de la realidad.

·        José Antonio Marina. Destacan sus ensayos relacionados con la enseñanza en nuestro país. Su objetivo es conseguir una “movilización educativa” cuyo propósito es involucrar a toda la sociedad española en la tarea de mejorar la educación mediante un cambio cultural. Así ha creado la Universidad de padres on line, cuyo lema es “para educar a un niño hace falta la tribu entera”. La educación del talento, Los secretos de la motivación o Despertad al diplodocus son algunos de sus ensayos más relevantes.

·        Elvira Lindo. Sus columnas de opinión publicadas en el periódico El País fueron recogidas en dos volúmenes, Tinto de verano y Tinto de verano II, en la que ofrece su opinión personal sobre los más variados temas. En la actualidad publica una columna dominical en el mismo periódico llamada Don de gentes. En 2011 publicó Lugares que no quiero compartir con nadie, un libro en el que relata sus reflexiones y vivencias en Nueva York.

·        David Trueba. Además de novelista y cineasta es periodista. Desde 1995 colabora con distintos periódicos como El Mundo, El Periódico o El País, firmando columnas que combinan inteligencia, lucidez y humor, y que son el mejor ejemplo de una manera personal de enfrentase al mundo. Su artículos han sido recopilados en obras como Artículos de ocasión (1998), Érase una vez (2013), El siglo XXI cumple 18 (2018), La tiranía sin tiranos (2018). En Artículos de ocasión se ríe de todo, empezando por sí mismo, desvela el significado del mundo sin recurrir a trucos matemáticos, como hizo Einstein, previene el Alzheimer (antes llamado aburimiento), ayuda a rechazar el primer empleo y es ideal para ligar, incluso en la propia boda. En Érase una vez se recopilan es una recopilación de artículos en los que se combinan la inteligencia, la lucidez y el humor, y que son el mejor ejemplo de una manera personal y única de enfrentarse al mundo. Sus textos demuestran que en ocasiones el periódico de ayer puede ser tan nutritivo como el bocadillo que está destinado a envolver. En El siglo XXI cumple 18 sus artículos se centran en hechos, no en opiniones, y analizan los verdaderos significantes de nuestro tiempo. De lo sucedido en estos dieciocho años del siglo XXI destacan temas como la emigración y su impacto en los miedos colectivos, la identidad tanto sexual e íntima como la nacional y colectiva, la crisis de la democracia, la transformación tecnológica con el consiguiente impacto en el empleo y la economía. En resumen, temas actuales, que nos guste o no, están aquí para quedarse.

Ø  La producción teatral de Juan Mayorga

Juan Antonio Mayorga (Madrid, 1965) es profesor de Dramaturgia y de Filosofía en la Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid.  Ha dirigido el seminario y pensamiento en el teatro contemporáneo en el Instituto de Filosofía del CSIC y es director de la Cátedra de Artes Escénicas de la Universidad Carlos III de Madrid.

Dramaturgia

En 1993 fundó el grupo de El Astillero, un proyecto de vanguardia, un espacio de reflexión teatral abierto al ensayo de nuevas ideas, con algunos proyectos descabellados, pero siempre con un vivo intercambio de ideas. Este proyecto se deshará en el año 2010.

En 2011 fundó la compañía La loca de la casa (así llamaba Santa Teresa de Jesús a la imaginación). Por fin, Juan Mayorga se propone dirigir con un claro objetivo: conseguir una doble reunión, primero con los actores y luego con la ciudad con la que en 2012 puso en escena su obra La lengua en pedazos y en 2015, su obra Reikiavik.

 La lengua en pedazos es un combate entre un guardián de la iglesia y una monja desobediente llamada Teresa de Jesús. La pelea tiene lugar en la cocina del convento. Allí, entre pucheros, anda Dios. Se basa en el personaje de Santa Teresa de Jesús, monja descendiente de cristianos nuevos, lo que unido al hecho de que resultaba sospechoso que una mujer escribiese, y más si escribía con la imaginación y la inteligencia de Teresa, la convierten en uno de los personajes más fascinantes y complejos del siglo XVI español. Nuestra lengua española le debe mucho a Teresa de Jesús, dueña de una palabra igual de poderosa cuando pinta las criaturas celestiales que cuando habla de las gentes.

Reikiavik es un combate en toda regla que recrea el duelo que se desarrolló en el verano frío y lluvioso de 1972 de la capital islandesa entre el entonces campeón del mundo de ajedrez, el soviético Borís Spassky y el retador norteamericano, Bobby Fischer.

Más allá de un combate de piezas blancas contra negras, Reikiavik es la historia de dos genios que ponen en juego muchas partidas, no solo la suya, sino también la de las dos potencias enfrentadas, Estados Unidos contra la Unión Soviética, la libertad frente a la dictadura, que van tensando la cuerda en torno a ese tablero de un juego que quieren ganar a toda costa.

El Cartógrafo. En la Varsovia de nuestros días, Blanca oye la leyenda del cartógrafo del gueto. Según esa leyenda, un viejo cartógrafo se empeñó, mientras todo moría a su alrededor, en dibujar el mapa de aquel mundo en peligro., pero como sus piernas ya no lo sostenían, como él no podía buscar los datos que necesitaba, era una niña la que salía a buscarlos para él. Blanca tomará  por verdad la leyenda y se lanzará a su vez, obsesivamente a la búsqueda del viejo mapa y, sin saberlo, a la búsqueda de sí misma. El cartógrafo es una obra –un mapa- sobre esa búsqueda y sobre aquella leyenda.

Sin embargo, en toda la obra no hay ninguna acción escabrosa del terror o de lo espantoso que envuelve al Holocausto.  No se produce ningún acto de violencia física, ni veremos a ningún malvado nazi, ni siquiera a un taimado delator. Cualquier propensión a lo melodramático ha sido cortada en seco.

Las sensaciones de profunda desazón se despiertan más bien a raíz de sucesos del día a día. El tesón de Blanca, su fuerte inquietud ante las dificultades para reconstruir el rompecabezas del pasado, su angustiada contrariedad por no conseguir su propósito, su ansia al ver cómo los vestigios del gueto se le escurren entre los dedos de la manos, el sentimiento trágico que amenaza al anciano cartógrafo, consecuencia del riesgo que le acecha, o la alegría ingenua y audaz en su inocencia de la nieta, incapaz de presentir el terror que se cierne sobre ella.

En su teatro la palabra es el elemento fundamental. Las Matemáticas, la Filosofía y el teatro van de la mano. Uno de los problemas fundamentales de la Filosofía es el misterio del tiempo. Filosofía y Teatro nacen juntas en Atenas. El teatro nace para interpelar a los dioses y para que unos nos interpelemos a otros. Algunos grandes filósofos, como Sófocles en Antígona, han sido capaces de hacer concreto lo abstracto: presentar una paradoja filosófica, una situación problemática de una forma sensible. El teatro en ocasiones es capaz de hacer visible una pregunta para la que el filósofo todavía no tiene palabra. Por lo tanto, el teatro no ha de buscar una Filosofía que lo prolongue, es decir que el teatro ha de ser capaz de suscitar preguntas al filósofo.

Hoy se ha producido un redescubrimiento del teatro, entendido como arte de la reunión y de la imaginación. Ahora cada vez hay menos ocasiones para encontrarse, así, van a desaparecer la plaza, el mercado... Y en este sentido, el teatro es un lugar que te exige salir y encontrarte con otros.

Influencias

Mayorga afirma que Filosofía y Teatro nacen juntos para hacerse preguntas y enfrentarse con los conflictos del hombre, su relación con los dioses, la definición de palabras importantes como: belleza, justicia, bien, amistad. Y es que el teatro da qué pensar. El teatro no ha de aspirar a una filosofía que lo legitime, ha de aspirar a provocar una filosofía que lo prolongue. Ha de tener una capacidad para suscitar preguntas. Y, desde luego, esa capacidad ha sido probada con obras como Antígona, de Sófocles, o Un enemigo del pueblo, de Ibsen.

El teatro es la representación de acciones humanas que encarnan por su propia naturaleza una filosofía. Así hay pensamiento filosófico en La vida es sueño o El Rey Lear, obras evidentemente filosóficas, que junto a las dos anteriores, plantean buenas preguntas al espectador, están provocando de inmediato la reflexión del espectador. Así, el arte tiene que hacer preguntas en lugar de dar respuestas. Hay un gran arte, y en particular un gran teatro, que nos clava la pregunta en el corazón. Y eso lo consiguen estas cuatro obras.

El crítico Marcos Ordóñez habla de ciertas referencias en la obra de Mayorga del teatro inglés de Tom Stoppard  -sus obras de teatro abordan temas filosóficos, combinados con ingenio verbal y humor visual. Su complejidad lingüística, con sus dobles sentidos, chistes, insinuaciones y otros juegos de palabras, es una constante en su obra-, David Hare –dramaturgo comprometido, destacan sus obras que exploran ambigüedades complejas, caprichos cómicos y otras características resbaladizas de la memoria, de ahí el nombre de Teatro de memoria-. También se pueden apreciar la influencia de Ionesco –padre junto al irlandés Samuel Beckett, del teatro del absurdo, mediante el cual él hace de un texto burlesco, un juego dramático; y de un texto dramático un juego burlesco. Su obra, aparte de la mera ridiculización de situaciones banales, refleja la soledad de los humanos y la insignificancia de la adoración a ídolos vacíos, entre otros temas-, Pirandello – autor de un teatro filosófico, basado en la imposibilidad de un conocimiento objetivo de la realidad, y, por ello, la imposibilidad de una verdadera comunicación humana.

Obras teatrales

Destacan títulos como: Siete hombres buenos (1989), Más ceniza –premio Calderón de la Barca- (1993), Cartas de amor a Stalin (1997), El Gordo y el Flaco (2001), Sonámbulo (2003), Himmelweg. Camino al cielo (2003), Animales nocturnos (2003), Job (2006), El chico de la última fila (2006), La tortuga de Darwin (2008), El cartógrafo (2009), La lengua en pedazos (2011), Reikiavik (2012), El arte de la entrevista (2014), Famélica (2014), El mago (2017), La intérprete (2018).

Piezas breves

Con el título de Teatro para minutos, Mayorga ha reunido 29 piezas breves. Cada uno de estas piezas quiere ser leída como una obra completa. Ello no excluye que un lector o una puesta en escena descubran pasadizos que comuniquen unas piezas con otras. Quizá algunos de esos pasadizos entre textos sean menos secretos para el lector que para quien los ha escrito. Al fin y al cabo, un texto siempre sabe cosas que su autor desconoce

Algunos de los títulos de estas piezas breves son: El hombre de oro, Legión, El Guardián, Candidatos, Manifiesto comunista, Una carta de Sarajevo, Tres Anillos, La biblioteca del diablo, 581 mapas.

Adaptaciones de sus obras

Su teatro ha sido puesto en escena en numerosos en países de todo el mundo: Alemania, Bélgica, Francia, Holanda, Reino Unido, Argentina, Chile, Colombia, México, Estados Unidos, Australia, Canadá, Corea… Y traducido a diferentes idiomas: alemán, francés, árabe, chino, inglés, japonés, italiano, ruso…

Su obra El chico de la última fila ha sido adaptada al cine por François Ozon en la película Dans la maison (Concha de oro a la mejor película y Premio del jurado al mejor guión en el Festival de San Sebastián 2012).

Actualmente, Paula Ortiz está intentando adapta al cine La lengua en pedazos y El arte de la entrevista. Y también se quiere convertir en una opera La paz perpetua.

 

 

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