En el siguiente enlace de El País se puede leer el artículo completo de Luz Sánchez Mellado
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Dramavirus
Pasaba un minuto de las tres de
la tarde. La hora más tonta de un jueves tonto. Uno de esos días en los que no
pasa nada, o nada dramático, que viene a ser lo mismo en un diario. El
blablablá político, el jajajá del fútbol. Los rifirrafes rutinarios, vamos.
Quedábamos en la Redacción cuatro gatos esperando ir a comer o recién comidos
luchando contra el sopor de la sobremesa. De repente, saltó la liebre. Y qué
liebre, colegas. Un tuit del 112 alertando de la caída al mar de un avión en
Canarias. La modorra mutó en adrenalina. El hambre, en histeria. Las imágenes
mostraban, hipnóticas, lo que parecía una aeronave flotando en Las Palmas.
Nervios, carreras, órdenes, contraórdenes. Jefes e indios debatiendo a gritos
si esperar acontecimientos o mandar a redactores a reportar sobre el terreno.
El veneno del oficio manando a chorro por la aorta. Diez minutos después se
quedaba todo en nada. El avión no era un avión, sino un barco. Las imágenes,
ilusiones ópticas. La alarma, falsa. La primera sensación fue de alivio. La
segunda, casi simultánea, de desencanto. No había tragedia. Sin tragedia, no
había noticia.
Algo parecido, sin remontarnos a
2014, pasó la tarde del aterrizaje en Barajas del avión con el tren roto. Había
que oír a la Redacción soltar un suspiro entre orgasmo y coitus interruptus
cuando el jet tomaba por fin tierra. Cualquier periodista sabe a qué me
refiero, aunque no esté fino admitirlo. Nadie desea que muera nadie, ni que
fuéramos Bin Laden. Pero, en tiempos de hecatombes en directo y curación general
de espanto, muchas noticias se miden por el número de muertos y, si no hay
muertos, falta algo. Sucede con el coronavirus. Pareciera que algunos están
deseandito que haya fallecidos y, así, justificar su alarmismo. Los periodistas
vivimos de las malas noticias. Nos gusta un drama más que a Medea. Pero
supónese que llevamos la responsabilidad de serie. Se supone.
Resumen
Las noticias habituales -políticas y deportivas- ya no provocan la atención de los periodistas. Solo parece atraerles aquellas dramáticas con muertos. Ante una noticia dramática, aunque el periodista no quiere que haya muertos, sin embargo a la vez le excita y le atrae la posibilidad de contarla. Esto parece provocado porque estamos en una época donde las tragedias se cuentan en directo y su aceptación generalizada como hechos normales, lo que tiene como consecuencia que solo estas noticias generan interés. De ahí que muchos periodistas están esperando las primeras muertes por el coronavirus para justificar la psicosis creada, lo que pone en entredicho la responsabilidad que se les supone a estos informadores.
- Contesta las siguientes cuestiones sobre el texto:
- ¿Qué quiere decir la autora con "La primera sensación fue de alivio.La segunda, casi simultánea, de desencanto. No había tragedida. Sin tragedia, no había noticia"?
- ¿Qué quiere decir la autora con "Había que oír a la Redaccción soltar un suspiro entre orgasmo y coitus interruptus cuando el jet tomaba por fin tierra?
- ¿Qué quiere decir la autora con "Pero supónese que llevamos la responsabilidad de serie. Se supone?
- Reformulación léxica de los siguientes enunciados:
- Cualquier periodista sabe a qué me refiero, aunque no esté fino admitirlo.
- Muchas noticias se miden por el número de muertos y, si no hay muertos, falta algo.
Gran cantidad de sucesos se valoran por la cantidad de victimas, así que si no los hay, pierden importancia.
- Análisis morfológico de los siguientes enunciados:
- Cualquier periodista sabe a qué me refiero, aunque no este fino admitirlo.
- Pero supónese que llevamos la responsabilidad de serie. Se supone.
- Análisis sintáctico de los siguientes enunciados:
- Cualquier periodista sabe a qué me refiero, aunque admitirlo no esté fino.
- Nadie desea que se muera nadie, pero muchas noticias se miden por el número de muertos.
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