En el siguiente enlace de El País se puede leer completo el artículo de José Andrés Rojo.
La celda de Kafka y el
café de Joyce
Internet forma parte de la rutina
de cualquier ciudadano del siglo XXI y ha cambiado radicalmente el mundo desde
que su uso se ha generalizado. Sin la Red serían millones de personas las que
hoy andarían medio cojas a la hora de informarse, relacionarse, educarse,
comunicarse, entretenerse, pensar, desplazarse, intervenir en la marcha de las
cosas. Muchos hábitos se han transformado; muchos procedimientos, costumbres,
comportamientos han dejado de ser como lo fueron hace un tiempo. ¿Se ha
ampliado el margen de maniobra real de los individuos o se ha reducido a pesar
de la vertiginosa velocidad con que se gestiona ya cualquier asunto? Son
preguntas recurrentes que no admiten respuestas fáciles; muchas veces están
incluso mal planteadas, de tal manera que el debate resulta trivial y termina
reducido a un coro de grillos entre dos posiciones antagónicas (y absurdas):
los que están a favor y los que están en contra.
¿Qué ha pasado con la lectura?
¿Se lee hoy de distinta manera (los libros, la prensa)? Los soportes han
cambiado, efectivamente, pero el proceso sigue siendo el mismo. Tanto en el
papel como en la pantalla. Lo decía el escritor Ricardo Piglia en una conversación
sobre esta cuestión que se celebró en la Biblioteca Nacional de Buenos Aires en
el ya lejano año 2007: “El lector es un sujeto que está descifrando una serie
de signos y está solo en eso”, comentaba. En cuanto se entra en un texto es
inevitable romper con lo que se tiene alrededor. Pero esa ruptura puede darse
de distintas maneras, contaba Piglia, y la ilustraba con la actitud de dos
escritores. Franz Kafka representa al lector que se aísla y no quiere ser
interrumpido; Joyce, al que está conectado a un sinfín de estímulos y que anda
un tanto distraído: “Entra y sale, se dispersa, se concentra, se va”. Seguro
que hoy se siguen cultivando las dos maneras, aunque igual más la de Joyce que
la de Kafka; se busca el encierro para concentrarse mejor, pero sobre todo se
lee en medio del barullo. Sea como sea, tiene razón Piglia, “hay una lentitud
de la lectura, digamos así, un tiempo para captar el sentido, difícil de
cambiar”. En la intimidad de la celda o en medio del bochinche de un café.
En aquel encuentro, recogido en
La forma inicial, Piglia hace agudas observaciones sobre las mudanzas que
estaban provocando las nuevas tecnologías. La proliferación de información. Los
cambios en la sociabilidad. El proceso de desmaterialización. La irrupción de
un espacio sin fronteras donde todo se intercambia y circula, y que exige que
se produzcan materiales (contenidos) para poder funcionar. La gratuidad. La
provisionalidad y la instantaneidad. Esa especie de anarquismo primitivo.
Y hablaba también de los modos de
apropiación, del corte y pega, de las citas. Cualquiera que está conectado a
Google, apuntaba, “puede hoy hacer alarde de erudición”. Es cierto. Pero
también es verdad que, en ese nuevo marco que inaugura Internet y que ha
producido esa inquietante modalidad de individuo que se cree dueño de una
soberanía sin límites por estar al mando de un móvil, la cita puede ser también
un gesto de humildad. El reconocimiento de no estar solo y el haber comprendido
que solo se recorren caminos que ya otros transitaron.
Resumen
Internet es parte importante de nuestras vidas desde su generalización, ya que ha condicionado desde nuestra forma de pensar, leer o actuar, provocando un debate entre los que están a favor de que ha ampliado nuestra libertad y acceso a la información y los que están en contra porque piensan que la han condicionado y reducido.
En cuanto a la lectura, se ha modificado el soporte de la misma, pero el acto sigue siendo el mismo ya que con independencia del soporte, la lectura exige concentrarse y olvidarse del resto para captar su sentido. Pero ya desde hace tiempo, unos lo hacían aislándose para no ser interrumpidos, como Kafka; mientras que otros lo hacen sin desconectar, atendiendo a otros estímulos, como Joyce.
Pero de todos los cambios, el más importante es el de los que hace suyo lo dicho por otros para parecer más cultos, olvidándose de citar, acción propia de los que muestran su humildad y destacan a otros que se han interesado antes por el mismo tema, facilitando su comprensión.
- Contesta las siguientes cuestiones sobre el texto:
- ¿Qué quiere decir el autor con "Se ha ampliado el margen de maniobra real de los individuos o se ha reducido a pesar de la vertiginosa velocidad con que se gestiona ya cualquier asunto"?
- ¿Qué quiere decir el autor con "En cuanto se entra en un texto es inevitable romper con lo que se tiene alrededor. Pero esa ruptura puede darse de distintas maneras"?
- ¿Qué quiere decir el autor con "en ese nuevo marco que inaugura Internet y que ha producido esa inquietante modalidad del individuo que se cree dueño de una soberanía sin límites por estar al mando de un móvil?
- Reformulación léxica de los siguientes enunciados:
- El reconocimiento de no estar solo y el haber comprendido que solo se recorren caminos que ya otros transitaron.
- "En cuanto se entra en un texto es inevitable romper con lo que se tiene alrededor.
- Análisis morfológico de los siguientes enunciados:
- Pero esa ruptura puede darse de distintas maneras, contaba Piglia, y la ilustraba con la actitud de dos escritores.
- La irrupción de un espacio sin fronteras donde todo se intercambia y circula.
- Análisis sintáctico de lo siguientes enunciados:
- Sin la Red serían millones de personas las que hoy andarían medio cojas a la hora de informarse.
- El lector es u sujeto que está descifrando una serie de signos y está solo en eso.
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